Después de que, en la entrada previa, presentáramos de forma sucinta las tres unidades dramáticas que componen la estructura de una novela, vamos ya a comenzar a estudiarlas en detalle y, como es natural, empezaremos con la primera de ellas: el planteamiento.

El planteamiento

El planteamiento de una novela presenta una característica que las otras dos unidades dramáticas no comparten: es el primer acto, no hay nada que lo preceda y, por tanto, ha de valerse por sí mismo tanto para comenzar la historia como para atrapar al lector, que son sus dos funciones principales.

 

Funciones del planteamiento

Arrancar la historia 

Esta es una de las dos funciones principales del planteamiento. A él le toca girar la llave de contacto y arrancar la historia. Para hacerlo, cuenta con un componente importantísimo: el desencadenante, del que hablaremos en una próxima entrada, cuando nos ocupemos de los elementos que componen el planteamiento o primera unidad dramática.

Atrapar al lector

Captar el interés de nuestro lector es la segunda de las funciones que tiene asignadas el planteamiento y, como escritores, el primer paso que hemos de dar para conseguir que el lector se interese por nuestra historia es introducirlo en ella.

Alcanzar este objetivo significa que debemos proporcionarle la información necesaria para que se sienta atraído por el mundo que hemos construido y decida entrar en ese cosmos.

¿Cómo lo hacemos? Muy sencillo: situando bien al lector desde el principio. Y para ello hemos de:

1. Presentar a los personajes principales y conseguir que el lector experimente cierto interés por ellos. Nuestros personajes han de seducirlo.

2. Mostrar el escenario y determinar el momento histórico en el que se desarrolla la historia. Es decir, situar al lector tanto espacial como temporalmente.

3. Definir qué está pasando. Este es un punto esencial dentro del planteamiento, no sólo porque estimula la curiosidad del lector, sino porque concretar lo que está pasando nos lleva al siguiente punto: la motivación, que es lo que va a responder a la pregunta que el lector se viene haciendo desde que abrió nuestra novela: ¿Por qué esas personas que me han presentado hacen lo que están haciendo?

4. Una voz que narre. Gran parte del éxito o fracaso de nuestra novela recae sobre el narrador que hayamos elegido para que la cuente. Si no es el apropiado para la historia, esta se irá a pique.

Sitúa bien al lector en tu historia desde el principio.

Como ves, es mucha la información que hemos de proporcionar a nuestro lector para que se sitúe y se sienta cómodo en la historia. Sin embargo, no podemos dar toda esta información de golpe, por ello hemos de seleccionar con mucho cuidado los datos imprescindibles para cumplir con esta segunda función: la de atraer al lector hasta nuestra historia y atraparlo para que se quede allí, con nosotros.

Y todo ello hemos de conseguirlo en muy pocas páginas. ¿Cuántas? Hay quien dice que 30; otros, que 50. Mi consejo es que lo hagas tan pronto como sea posible, sin prisa, y sin dejarte en el tintero información fundamental, pero sin pausa.

Así que, al comenzar a escribir tu historia ten en siempre presente esta idea: sólo dispones de unas cuantas páginas para atraer la atención del lector, no las desaproveches con detalles que no importan o con grandes párrafos de prosa exquisita, pero que no hacen avanzar la historia.

Solo dispones de unas cuantas páginas para atrapar al lector. No las desaproveches @ana_bolox Share on X

Elementos narrativos del planteamiento

Desarrollar el planteamiento de una historia tiene sus pequeños secretos. El escritor novel que no los conoce escribe por intuición y en ocasiones da en el clavo. Sin embargo, si estos secretos se estudian y asimilan, la tarea de construir un planteamiento que responda a las exigencias que de él se requieren será una tarea mucho más sencilla.

Los elementos que lo componen son:

  • La situación de equilibrio inicial.
  • El desencadenante.
  • La pregunta dramática.
  • El primer punto de giro principal.

Todo escritor que desee un planteamiento bien estructurado, que cumpla con las tareas que tiene asignadas y que funcione de manera correcta en su historia, ha de conocer los entresijos de estos elementos.

Cada uno de ellos desempeña un cometido específico y cuenta con unas características determinadas que debemos tener presentes y respetar si queremos que funcionen.

De modo que, a la hora de ponernos a escribir, podemos hacerlo de forma compulsiva, a ver qué pasa, o dedicar un tiempo a la planificación, de manera que tengamos clara cuál es la situación de equilibrio inicial en nuestra historia, cuál el desencadenante que va a poner boca abajo la tranquila existencia de nuestro protagonista, cuál la pregunta dramática que vamos a plantear al lector y cuál el primer punto de giro principal que va a alterar bruscamente la línea argumental que habíamos venido desarrollando en el planteamiento.

Pero eso lo trataremos en próximas entradas, de manera que podemos desarrollar con claridad cada uno de estos puntos.

Hasta el próximo mes, amigos. Nos veremos en Elementos del planteamiento I: La situación de equilibrio inicial.

 

Capítulos anteriores de este curso online:

Estructura de la novela: La eterna batalla

Las tres unidades dramáticas. Estructura clásica de la novela

Web de Ana Bolox

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