Pero mira cómo beben los peces en el río
He llegado al trabajo medio dormida. Anoche me acosté con un hambre y con una resaca de tres pares de narices. Puff, otra vez los puñeteros árboles de Navidad en la puerta de la entrada. Qué exagerados son en esta empresa de buitres: los abetos son más grandes que los guardaespaldas de Lady Gaga. A saber cuánto les habrán costado, y luego nos suben el sueldo un 1% del IPC. Sanguijuelas, que sois unas sanguijuelas. Y ahí sigue la enorme bola dorada, colgando de la fachada. Que parece que estemos en el kilómetro cero, en la Puerta del Sol, esperando a comernos las uvas de fin de año delante del enorme reloj. Buenos días, le digo a Ricardo, el supervisor adjunto de Admisiones y Salidas de Personal. Cómo odio que llamen así a nuestro portero de toda la vida…
—Pensaba que los peces gordos iban a quitar ya los adornos navideños, que esto parece el Corte Finés.
—Los peces ¿gordos?, pues no será por lo que comieron ayer, jajajaja. Pero mira cómo beben los peces en el ríooo…
—Sí que bebieron Ricardo, sí, como cubas. ¿Los peces en el río? Ay, si se ahogara alguno en él…
Cuánta serpientina anda suelta…
Escándalo, es un escándalooo
«Lo malo no es que hables sola, lo malo es que te contestes» Share on XTomo el ascensor. Escucho una voz cursi que dice: «Sube a la primera planta». Salgo y de repente me veo en lo alto del ficus y pienso: «Qué mal te sientan los gin tonic», y me acuerdo de mi padre cuando me dice: «Lo malo no es que hables sola, lo malo es que te contestes». Me bajo, me compongo la faldita black friday —que me sienta muy bien— no vaya a ser que me vea alguna serpientina (perdón: que sigue todo lleno de serpentinas), ¡qué derroche! Ejem…
Llego al mini despacho y ¡horror! Las estrellitas de Navidad siguen en la puerta, como anteayer… Entro, enciendo el PC (les traduzco: el Puto Cacharro). Pero, esperen, que ahora les sigo contando que he de llevarle café a las jefas, mis compañeras de planta, que creo que después del pedo que cogieron anoche intentando ligar con los guiris, deben tener un resacón de escándalooo, es un escándaloo, escándalooo, es un escándaloo…
Disculpen, ya estoy aquí de nuevo. Les sigo contando… Pues eso, que hace un par de días, cuando abrí la bandeja de entrada del correo interno, me encontré con un mensaje de alta prioridad.
Asunto: Visita Representantes Central Neoyorquina.
Mensaje:
La dirección informa de la próxima visita del CEO, CFO y COO, de la central de New York. Mr. Smith, Mr. Jones y Mr. Williams, nos visitarán los próximos días x, x y x de este mes. Habrá una serie de reuniones internas a nivel de dirección para reforzar nuestras estrategias de sostenibilidad en la delegación. Aprovecharemos la ocasión para invitarles a la cena de navidad en el restaurante de cocina creativa Fernán Arrea, el dia x a las 20 h. Se ruega puntualidad y que acudan ataviados para la ocasión.
El bueno, el feo, y el malo
Y con aquellos nombrecitos, me acordé de la película de Sergio Leone, y de la música de Morricone: larilaraliroliroliroriii… Ay, cómo me ponía ese Clint Eastwood, el hombre sin nombre, con ese poncho y mordiendo el puro. ¡Quién fuera puro…!
Pero qué mal me sonaba aquello de «reuniones internas para reforzar la sostenibilidad en la delegación». Reunión de pastores, ovejas muertas.
Así que decidí subir a la novena planta, de incógnito, para consultar los archivos y saber qué cargo ocupaban los neoyorkinos que, con tanta C, todo aquello me sonaba a coña… Y en el buscador de archivos introduje las palabras clave New York Staff y… ¡por el antiproletario patrón obrero!, me salió una XXL word: O. A. E. F. M. N. Y.: Organigrama Administrativo Específico Funcional Mixto de la Central de New York.
Y pensé: «esto es pa reventar, aquí me dan las uvas y no me entero de quiénes son los guiracos estos».
Menos mal que «la titi», (la titi soy yo), es muy eficiente y enseguida encontró a los «marditos roedores». El CEO (chief executive officer), Director general; el CFO (chief financial officer), director de Finanzas y el COO (chief operating officer), director de Operaciones…
Ay, Señor. ¡Que el bueno, el feo y el malo me pillen confesada!
La madre del cordero
Qué sabe nadieeeeee
Y oye, a mí eso de que nos invitaran a la cena de Navidad en un restaurante de dos estrellas Michelín, con la nueva reforma laboral, me sonaba a sustituto de finiquito. Y pensé: «Voy a aprovechar el saturday black para comprarme algún trapito mono. Que, como decía Rafael, qué sabe nadieeeee cuándo me podré comprar otro».
La cena fue anoche. Los currantes estábamos acicalados, en la puerta del restaurante, esperando a que llegaran los americanos. ¡Aquello parecía Bienvenido, Mister Marshall!
Y por fin aparecieron, acompañados de los peces gordos. Pasamos al hall y mientras nos servían los cócteles y los canapés de bienvenida, nos presentaron a los de Morricone. Estos Ces se comían los canapés como aceitunas sin hueso, y bebían los Martini como se beben los vaqueros los whiskies en las películas del oeste… larilaraliroliroliroriiii…
Después nos sentamos en el comedor.
¡Viva el movimiento obrero! ¡Que viva la madre del cordero! Share on XNo tardó en llegar el primer plato: Mariscada trémula con perlas de hierbabuena hidrogenada sobre manta de camarones y puntos suspensivos de humus con aderezo de salsa de langosta La cara del metre era un poema cuando le pidieron que tradujera el nombre del plato al inglés. No había un bicho viviente que supiese traducir aquello.
Los boss seguían hablando en el peor de los spanglish que jamás había escuchado. Las serpient-inas coqueteando como lobas con los míster, que pasaban de ellas olímpicamente, y nosotros partiéndonos de risa con aquellos solitarios camaroncitos… con los garbanzos. Ay… si supieran los guiris que habían comido garbanzos…
Las fotos de los móviles rulaban por los whatsapp y el Twitter. Y los chistes del humus también, #humuscomidogarbanzos. Ya les digo, trending topin.
Los invitados estaban flipando, yo creo que del hambre que tenían…
Nos sirvieron un sorbete de limón tamaño XXS que los jefes tragaron cual chupito de tequila.
De nuevo los whatsapp echaban humo. Pero mira cómo beben los peces el chupito…
Y llegó el metre con un plato torneado mano en alto y dijo todo orgulloso: The lamb. Vol-au-vent de cordero a las finas hierbas con semillas de lino gratinadas al aroma de jengibre y tomatitos cherry rellenos de paté de foie. Eso lo dijo en castellano.
Cuando aquellos hombres hambrientos y de cara blanquecina vieron el cordero, o sea, the lamb, se quedaron con cara de póker. A Andrés, el mensajero cachas, que ya estaba un poco pipa, y a mí, nos dio un ataque de risa. Y en un chin chin de copas se oyó:
¡Viva el movimiento obrero! Todas las cabezas se giraron hacia nosotros con ojos camaleónicos. ¡Que viva la madre del cordero! añadió Andrés, que está buenísimo.
Aquello era el principio de una buena enemistad.
Y aquí estoy, en mi despacho, con las gafas de sol porque anoche nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres y hambrientoss al amanecer nos encontró la lunaaaa.
Pero mira cómo beben los peces el chupito… Share on X
La prima de Bridget, monólogos en clave de humor de Pilar García Reche.
Ilustraciones de Pablo Noia.
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