Las oscuras sombras lunares
Cuando en la Tierra miramos nuestra propia sombra, vemos que no es oscura por completo. Ello se debe a nuestro cielo azul. Las moléculas de la atmósfera terrestre dispersan la luz solar y parte de esa luz llega a nuestras sombras. De ahí que no sean totalmente negras.
Pero en la Luna las cosas son diferentes. Al no tener atmósfera, el cielo lunar es negro, pese a que el Sol sigue ahí “arriba”, luciendo a, más o menos, 1 ua. Sin atmósfera, tampoco existen partículas que dispersen la luz solar y que, por tanto, iluminen las sombras de los objetos. Por ello las sombras en la Luna son tan extrañas: negras, como boca de lobo. Tanto, que fue una de las primeras singularidades lunares que llamaron la atención de Armstrong cuando bajó del Eagle: Está bastante oscuro aquí, en la sombra (la que proyectaba el módulo lunar) y me resulta difícil ver si estoy pisando en firme, dijo.
Toda parte de la Luna que no esté iluminada directamente por el Sol es absolutamente negra. No hay ninguna partícula allí arriba que ilumine las zonas en penumbra. De modo que cualquier objeto que caiga en una de ellas desaparece de la vista del astronauta. Algo que supuso un problema con el que no contaban y que costó parte del preciado tiempo que tenían para desarrollar sus labores. Una herramienta perdida en la oscuridad absoluta de una sombra suponía la merma de valiosísimos minutos desperdiciados en su búsqueda.
Aun así, no todo es tan oscuro como parece. Para ser totalmente exactos, las sombras de la Luna reciben parte de la luz solar que refleja el terreno lunar, de manera que el ojo humano puede distinguir esa sombra si se le da tiempo suficiente al iris y la pupila para adaptarse a la oscuridad. El problema para los astronautas era el de volver la cabeza de la luz a la sombra o viceversa, porque, en ese caso, de nuevo se perdía un tiempo precioso en conseguir que la vista se adaptara de una a otra situación.
Escorpiones fluorescentes
Resulta que los escorpiones y algunas arañas brillan en la oscuridad a causa de la Luna y sus rayos ultravioletas.
Se han descubierto fósiles de escorpiones que aun después de cientos millones de años siguen brillando en la oscuridad. Ello se debe a que la capa exterior de su esqueleto posee unos componentes químicos que les dota con esa peculiaridad.
El porqué de esta fluorescencia se ignora, pero sí se ha descubierto que los escorpiones son más renuentes a salir las noches de luna que las noches en las que no la hay. La razón de ello sí se conoce, sin embargo. El escorpión, aunque no puede ver la luz ultravioleta, sí detecta su propia fluorescencia y de alguna manera sabe que ese brillo lo expone a un mayor riesgo de caer víctima de sus depredadores.
¿Qué edad tengo?
Una de las tareas que llevaron a cabo los astronautas de las misiones Apolo fue la de colocar en la superficie lunar una serie de retrorreflectores que los científicos han estado bombardeando con rayos láser desde entonces. Los fotones que se reciben de vuelta han mostrado que la Luna se aleja de la Tierra 3,78 centímetros por año. Con un simple cálculo, se sabe que hoy en día nuestro satélite está 18 veces más lejos de nosotros que cuando se formó a causa del impacto contra nuestro planeta de un cuerpo del tamaño de Marte, hace cuatro mil quinientos millones de años.
La causante de este alejamiento es la fricción que ejercen la descomunal masa de agua de los océanos con la superficie terrestre, lo cual va ralentizando el tiempo que tarda la Tierra en girar sobre su eje. De hecho, poco a poco los días van siendo más largos: dos milisegundos cada cien años.
Y el hecho de que la Tierra rote sobre sí misma cada vez más lento tiene repercusiones en nuestro satélite. Por cada acción hay una reacción igual y contraria, dice la tercera ley de Newton. Es decir: mientras nosotros disminuimos nuestra velocidad de rotación, la Luna la aumenta. Y, tal y como explica BBC Mundo, cuando algo que está en órbita se acelera, esta aceleración lo empuja hacia fuera.
De modo que, con un simple cálculo, sé que la Luna está hoy 173,88 centímetros más lejos de mí que cuando nací. Dato que te da la respuesta a la pregunta con que he titulado este epígrafe.
Los efectos del alejamiento lunar podrían llegar a ser devastadores, aunque en realidad poco nos debe importar. Son tan lentos y sutiles que no los notamos y, para cuando pudiéramos hacerlo, el Sol se habrá convertido en un gigante rojo y se habrá tragado a medio sistema solar.
Lo cual nos da un margen de unos cinco mil millones de años. De modo que quédate tranquilo y sigue disfrutando de tus vacaciones.
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