Verde, que te quiero verde
Un día en la ciudad en plena fotosíntesis
Es lo que tienen las dietas. Verde. Mucho verde
Una de las cosas buenas de quedarse en verano en la ciudad, es que puedes aparcar en cualquier sitio. Ya veis mi descapotable, plantado en el centro, en la mismísima puerta del trabajo, y tan fresco y verdecito, algo impensable en invierno ni con el mejor humus del mundo. Bueno, lo de fresco es un decir, porque las temperaturas no bajan de 40 grados, es lo que tiene la tierra del sur. De todas formas, evitar el tráfico rodado en las entradas y salidas a la autovía, por las mañanas cuando vas a trabajar, no deja de ser una inyección de oxígeno en mi proceso de fotosíntesis veraniego.
La Birra al revés
Ay, la fotosíntesis, ¿os acordáis? Sí, ese proceso por el cual los organismos con clorofila, o sea todos los verdes, capturan energía en forma de luz y la transforman en energía química. Y es que a mi a energía química no hay quien me gane, soy una mujer con tablas y periódica. Tanto, que llevo un mes a dieta para la Operación Triquini y consumo clorofila light. Mi descapotable está preparado para absorber toda la luz que necesito y ponerme morena de vuelta al trabajo— cuando vengo a las seis y media de la mañana es misión imposible, los UVA son moscatel—. Verde,lo que se dice verde, ya se encargan de ponerme otros, y morada, ya me encargo yo cada vez que me doy una leche con las esquinas de los muebles del comedor, que no me dio el presupuesto para el Feng Shui…
Una vez en el trabajo y en tiempo récord —record-ad este tiempo porque tardará un año en repetirse—, desayuno media tostada integral, vamos que me la como íntegra, con aceite de oliva virgen extra, y un té verde sin azúcar. Me lanzo a la tarea que no es poca, entre el control de la productividad, el del tiempo de resolución de conflictos, el de eficacia y las auditorías de calidad -“no controles mi forma de pensar porque es total y a todo el mundo gusta»-… ¡Puafff! Una paradita para comer una ensalada mixta y a esperar que lleguen las siete de la tarde. Y a pirarse del curro para el dulce hogar, no sin antes picar un poco de alfalfa de la parte trasera de mi Maserati azul, que me han dicho que es muy buena para las hormonas. Mientras, canto a gritos «Ay, verde que te quiero verdeee». Una vez en casa, termino mi Verdejo, digo mi dieta.
La prima de #BridgetJones es muy verde, digo, de dieta sana y hábitos ecologistas. @pilarmariagr Share on XY comienza la sesión con mi «personal trainer», tan personal personal, que me la hago yo misma. Básicamente, me entreno por la noche en el chiringuito de debajo de casa, es lo que yo llamo «drink gym», absorbo toda la cerveza que puedo, ¿no dicen los galenos que es bueno beber mucho liquido? No seré yo quien les quite ni un ápice de razón. No entiendo cómo puede la gente andar machacándose en los gimnasios con este calor, dándole caña al cuerpo en vez de dársela a sus estómagos.
No funciona bien el riego
Después me subo a casa y le riego las plantas a la vecina del ático, que menuda cara tiene… Hace dos años me dijo: ¿me puedes regar las macetitas este verano? Y me dejó las llaves de su casa. La primera vez que subí, pensé ¡Dios! Esto más que un ático, parece la selva amazónica. Y después llegué a la conclusión de que un día de estos se nos cae la flora encima de todos los vecinos y morimos verdes, ¡ay, verdes como el trigo verde!
Esta imagen me recuerda a cuando traté de buscar a los indios Wahapi de Brasil (Espero haberlo escrito correctamente). Supe de la existencia del Museo do Indio en Río de Janeiro… Pregunté, una y otra vez a diestro y siniestro… Finalmente, en la puerta del hotel donde me hospedaba, encontré a un taxista sentado sobre el capó de su coche. Con muy poca esperanza, repetí mi insistente pregunta… La respuesta de aquel buen hombre fue: Está en la calle paralela a esta avenida, justo en la próxima esquina. -Usted no necesita tomar un taxi-, repitió. El Museo do Indio en Río de Janeiro es uno de los lugares donde se puede llorar de emoción. Afortunadamente, las tribus de los primeros habitantes del país que nombro, han logrado volver a sus tierras. Existen aún estas palabras que pronuncian los nativos de la selva amazónica, como ceremonia de solicitud de navegación en el río Amazonas: "Botei o meu barco na água para vê-lo navegar, eu perguntei licencia primeiro a minha mãe Jemanhá."
¿Y lo de la alfalfa? ¿Qué me decís de la alfalfa?
También lo de los moratones, ¡qué coincidencia!
Creo que vas a dejar a la prima Jones en evidencia…
Muy irónica, pero mucho mejor tomárselo con sentido del humor , y verde, todo verde.. jaja muy bueno!!
Que gracioso e ironico esto del verano y las dietas sin cerveza no va mucho verdad?? Jaja