A bout de souffle es la ópera prima de Jean-Luc Godard, idea de Truffaut adaptada por el enfant terrible de la Nouvelle vague. [1]
Sobre A bout de souffle, Godard declaró a Luc Moullet: «Hubiera querido respetar las leyes del género policial, como hizo Hawks en The Big Sleep, debido a que era mi estreno en el largometraje, un film comercial y de encargo. He renunciado a ello, hasta cierto punto por pereza; expresarse a través de convenciones requiere una elaboración muy minuciosa, y yo no tenía ganas de trabajar. Si quería presentar personajes coherentes, era necesario hacerlos actual y hablar como sé que hablan las personas que conozco y como hablo y actúo yo mismo, y eso se había hecho con anterioridad; es decir, que estaba al margen de las convenciones».[2]
El guion presenta al héroe, o antihéroe, Michel, que se encuentra acorralado. Roba un coche en Marsella, sale hacia París. Transgrede el código de circulación, mata a un motorista de la policía. En París, sin dinero, roba algunos francos del bolso de una amiga, secretaria de rodaje en televisión. Conoce a una joven, Patricia, que vende el New York Herald en los Campos Elíseos. Un poco más tarde se encuentra con un tipo. Despista a dos policías que lo buscan, se encuentra con Patricia (que no acepta pasar la noche con él). Roba un portafolios. Roba un coche. Patricia se encuentra con un periodista, Cuando ella vuelve a su casa, Michel está tumbado en la cama. Diálogos. Amor. Otros episodios de las mismas características. Patricia va a denunciar a Michel a la policía («No me quiero enamorar de ti») y Michel acabará siendo abatido por un policía ante los ojos de la misma Patricia.
El rodaje se llevó a cabo en cuatro semanas, en exteriores y sin registro directo de sonido.
A bout de souffle, un hito de la Nouvelle vague
La película presenta imágenes rápidas y expresivas de reportero, mezcladas con imágenes insólitas —en los Campos Elíseos se iluminan al mismo tiempo todas las farolas— y detalles muy logrados, como la silueta de Michel tomada desde lejos en la puerta de un taxi. Los encuadres son a menudo inestables. Gran número de travellings de acompañamiento, como una captación de los rumores del momento. La iluminación está evidentemente subordinada a la premura de la filmación. El montaje corto y sus omisiones dan al relato su coherencia peculiar. Hay una buena cantidad de falsos enlaces de carácter exhibicionista. El lenguaje de los personajes es totalmente coetáneo a la época de su rodaje y ha perdido su brillo. Se da una sucesión de ruidos y música. A menudo los ruidos aparecen en el momento oportuno. Se utiliza la radio como contrapunto burlesco al acto amoroso. La música de jazz escrita para la película, partitura de Martial Solar, marca de forma oportuna el devenir de la película.
#ABoutDeSouffle es la primera película rebelde del cine francés y del cine en general. Share on XEn cuanto a los pros y los contras, los primeros fueron comentados con gran encanto por Henry Jeanson en una carta a Georges de Bearegard, productor de la película: «…Amo A bout de Souffle y siento celos de ella… A bout de Souffle es la primera película rebelde del cine francés y del cine en general. Dime si amas A bout de Souffle y te diré quién eres. Gracias a esta película maravillosa, el cine reconocerá a los suyos». [3]
Los contras se manifestaron en un texto de René Cortade, donde el autor trató de ser objetivo: «… la intriga no es realmente nueva: Godard aprendió la lección de Bresson. No muestra sus fuentes. El guión que le ha proporcionado su amigo Truffaut no es ni menos que el de Quai des brumes. Del mismo modo que Pickpocket estaba tomado de Crime et chàtiment… Citas, las aperturas o cierres de Griffith, los diálogos ensordecidos de Bresson, algún que otro plano de Samuel Fuller. La desgracia es que las citas no están entrecomilladas. Estos manifiestos no traducen tanto un sentimiento individual cuanto las tendencias de un pequeño grupo. Título, intérpretes, diálogos, todo resulta familiar. El fenómeno es todavía más claro en A bout de Souffle, donde el héroe se hace llamar Lazslo Kovacks —era su nombre en A Double Tour— y donde los nombres de Truffaut y de Chabrol están asociados en el reparto (no hay reparto, pero es la misma cosa) al nombre de Jean Luc Godard[4]».
Sin embargo, después de un tranquilo análisis, Gilbert Salachas pone las cosas en su sitio: «A bout de Souffle es una película a la que han hecho más daño sus defensores que sus detractores. Los primeros han apelado al genio (¿Con qué rasero miden el genio?), los segundos invocan al fracaso, lo cual es también injusto y mucho más mezquino. El brío de la puesta en escena de Godard es indiscutible, se piense lo que se piense, de sus excesos y de sus escorias. Para un recién llegado siempre es mejor pecar por defecto que por exceso de sabiduría; el tiempo se encarga de suavizar las angulosidades de un estilo demasiado exuberante, eso lo sabe todo el mundo. Y en el futuro se verá, sin lugar a dudas, cómo utiliza Godard su éxito. Por el momento, dejémonos seducir de tonos brillantes de neófito incontinente. En esta primera obra, a falta de poesía real, existe una enorme libertad de aceleración, un regocijante derroche de puñetazos al aire. Los espectadores —o los críticos aburridos— se despiertan de su somnolencia. Ya es un logro. Esta película, sin lugar a dudas muy personal, restablece por su encuadre y sus ambientes lo que se ha dado en llamar «el ambiente de la época» pero a la manera de una muestra empírica. Se trata de un pequeño documental sobre la época, la nuestra, la de France-Soir, de los transistores, de los automóviles, y del ruido avasallante. Pero es un documental limitado; solo resulta significativo gracias a las extrapolaciones audaces y por lo tanto peligrosas. El héroe, fuera de sus coordenadas sociales, morales o espirituales, se apaga rápido y muere joven persiguiendo sus obsesiones sentimentales de corto vuelo. Robar, matar, querer, amar a alguien, no poder… y morir exhausto es la trayectoria resumida de este tunante marginado social»[5].
Sea como fuere, A bout de Souffle permanecerá como un hito, ya que fue la primera película brillante y vital de la nouvelle-vague, galardonada, muy sensatamente por parte del jurado, con el prestigioso premio Jean Vigo en 1960.
«No me quiero enamorar de ti». #Belmondo y #Seberg en #ABoutDeSouffle. Vinuesa Jaca. Share on XSe diría que Jean Paul Belmondo (Michel) suprimió en su interpretación toda distancia entre el actor y el personaje. Si bien es mucho lo que le debe al director, se lo ha devuelto con creces. Él le da al film su continuidad narrativa, con un esplendor apático y vagamente lunar. Se trata de una de esas interpretaciones extrañas y marginales, tan logradas que no se pueden repetir ni siquiera aproximadamente. Jean Seberg encaja tan bien en el personaje de la chica nada bonita, pero atractiva y apaciblemente sensual, que aparece en su personaje con toda naturalidad, como si estuviésemos siguiendo el desarrollo de su vida cotidiana. El hecho de que su personaje resulte enigmático —irrealizado y forzado a la vez— debe cargarse en la cuenta del guionista. Entre los figurantes y segundos papeles, el mejor es, sin lugar a dudas, Jean Pierre Melville, que desempeña un papel episódico de novelista engreído.
La noche americana, sección para los más cinéfilos. #ABoutDeSouffle. Juan Carlos Vinuesa Jaca. Share on XPara concluir, Hollywood, siempre al quite de hacer remakes imposibles, sobre todo, cuando nadie los pide, y por medio de Joseph McBride, realizó en 1983, Vivir sin Aliento (Breathless), interpretada por Richard Gere, que hace de chulo de barrio y Valerie Kaprisky, película olvidada y olvidable, que en Francia la Metro estrenó con el título A Bout de Souffle Made in USA.
Juan Carlos Vinuesa Jaca
Fotografías de Raymond Cauchetier
[1] Truffaut declaró: “Le envié una veintena de páginas que él adaptó de manera muy libre” (TRÉMOIS, Claude. Telerama, nº 507)
[2] Arts, 23 de marzo de 1960
[3] París-Presse, 14 de marzo de 1960.
[4] Arts, 23 de marzo de 1960.
[5] Télè-Cine
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