Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird), de Manuel Cerdà
Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird) nos cuenta la vida de Sam Sutherland, el hijo de Camila Vals, una cantante de jazz que antes lo había sido de ópera, y William Sutherland, «un estadounidense que había conocido en París en 1903». Pero acompañando a Sam, autor de artículos y novelas, asistiremos a la historia de Europa a lo largo del siglo XX, un siglo en el que «ha habido más muertos por violencia que en toda la historia de la humanidad».
Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird) empieza el 11 de noviembre de 1918, el día en que el New York Times anunciaba la firma del armisticio que ponía fin a la Gran Guerra, y se prolonga hasta agosto de 1990, apenas unos meses después de la caída del Muro de Berlín. A lo largo de esos setenta y dos años, acompañando a Sam y a sus padres, seremos testigos de los hechos históricos más significativos del siglo en Estados Unidos y en Europa: la Ley Seca que hizo ricos a los traficantes de alcohol y posibilitó el ascenso de las grandes familias mafiosas al abrigo de uno de los negocios más lucrativos que se les podía regalar; la caída de Wall Street en 1929 tras un desenfreno especulativo, un exceso de dinero y una economía hinchada como un globo que no puede dejar de recordarnos los años inmediatamente anteriores a 2008.
Jazz, un misterioso asesinato y los hechos más importantes del s. XX. @MCerda_ @RosaBerros Share on XBailaremos y viviremos en el Berlín de los años veinte que «vive de noche y sueña de día […] el no va más de la tolerancia […] el despropósito convertido en ciudad […] una ciudad donde el lujo y la miseria se dan la mano en fraternal comunión», un Berlín que está a punto de despertar de su sueño para entrar en su pesadilla más siniestra cuando los alemanes se dejen arrastrar por las locuras xenófobas, agresivas y suicidas de Hitler.
Estaremos presentes en la Guerra Civil española que Sam vivió en Madrid en 1937, y también en la posguerra más siniestra que vivió durante unos meses en la cárcel Modelo de Barcelona, asistiendo cada noche a la angustia de sus compañeros cuando venían los guardias a sacar a los que habrían de ser fusilados al amanecer.
Pero entre guerra y posguerra, más civiles que civilizadas, vivirá también la Segunda Guerra Mundial, esta vez en París y Marsella, con media Francia ocupada y la otra media bajo el régimen títere de Vichy, y ayudará a salvar de la deportación a muchos perseguidos que huirán a través de la frontera hacia España. Y con Sam volveremos a Europa en el 45 para asistir a la liberación de los campos de exterminio con sus montañas de cadáveres, no todos muertos, pero ninguno vivo del todo.
Terminada la guerra y de vuelta a Estados Unidos, nos mostrará el terror creciente y obsesivo del país hacia el comunismo, el empeño por identificar comunismo con estalinismo y democracia con capitalismo, pero «la democracia, tal como yo la entiendo […], se acerca más a una sociedad comunista que a una capitalista». Y veremos la Caza de Brujas que desató la paranoia total y alucinada de McCarthy y sus secuaces y de la que nuestro guía por la historia será víctima debido a sus escritos.
Y los nazis reclutados por la CIA para mayor gloria de la ciencia del imperio. Y la ejecución de los Rossemberg. Y, de vuelta en París, los conflictos por la liberación de Argelia y el mayo del 68 y la caída del Muro de Berlín y un mundo que cada vez se le hace más extraño donde «el individualismo es hoy uno de los principales rasgos de nuestra sociedad, otro la fragmentación del conocimiento y, un tercero más, entre otros, la división de la vida en esferas concéntricas que nunca se encontrarán».
Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird) es una novela llena de reflexiones y análisis sumamente interesantes acerca de lo que ha sido el siglo que nos ha traído hasta aquí, hasta este otro siglo, hasta este otro mundo en el que, «con la caída del Muro desaparece cualquier referencia a otro sistema que no sea el capitalista, al menos entre los países más industrializados; el rostro más desagradable del capitalismo, el verdadero, ya no necesita caretas». Y vuelvo a recordar 2008 y su crisis porque siempre la he sentido como los deseos del capital, al fin cumplidos, de desmantelar el estado del bienestar, ese que los países comunistas nunca tuvieron, pero que nosotros disfrutamos gracias a ellos y a la amenaza que el Capital sentía que representaban.
#Novela de @MCerda_ que abarca desde el final de la Gran Guerra a la caída del Muro de Berlín Share on XManuel Cerdà, por medio de Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird), se retrata, huye de lo políticamente correcto y dice cosas que no gustarán a todos, pero que yo no tengo más remedio que suscribir como parte de mi propio pensamiento «¡Bienvenidos a la democracia, amigos! Ahora podréis votar cada tiempo […]. Claro que sí, faltaría más. A disfrutar de la libertad, que ya era hora, a comer hamburguesas, a vestirse con vaqueros, a beber Coca-Cola… Llegó la democracia, por fin. […] no saben lo que les espera. Un mercado laboral despiadado, cada vez más competitivo y peor retribuido […] un capitalismo que quiere volver a los orígenes , a los mejores tiempos del laissez-faire. Reconversiones industriales brutales, privatización de industrias y empresas públicas, limitación del gasto público y de las prestaciones sociales, política monetarista, estricta observancia de la disciplina del mercado, menor intervención de los Gobiernos en la economía…».
La libertad para actuar es una falacia, nadie es libre. @MCerda_ #resena de @RosaBerros Share on XY es que una de las ideas que mejor podría resumir el siglo XX es aquella célebre frase que se dice que circulaba por la Ex Unión Soviética tras el fin del comunismo: «todo lo que nos dijeron del comunismo era mentira, pero lo que nos dijeron del capitalismo era verdad», una triste frase que viene a decir que no existen los paraísos, ni los reales ni los de ficción (al menos no en una ficción que no sea estúpidamente complaciente y papanatas), pero al menos en la ficción podemos resarcirnos y ajustar cuentas con la historia «al menos, puedo cabrearme con quien quiera, destruir lo que considere y construir lo que crea. Luego viene el choque con la realidad, no tanto por la divergencia que pueda darse entre lo fantaseado y lo concreto como por la dificultad para distinguir ambos extremos. La libertad para actuar es una falacia, nadie es libre. Somos lo que somos y lo que la historia nos ha hecho». Esas palabras pone Manuel Cerdà en boca de un Sam desencantado y frustrado, pero sé que son sus propias palabras, que la frustración y el desencanto de Sam son también los de Manuel Cerdà. Porque la frustración y el desencanto de Sam son mi propia frustración y mi propio desencanto.
Tercera #novela del historiador y escritor @MCerda_ #RecomiendoEsteLibro @RosaBerros Share on XAdiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird) es una secuela de El corto tiempo de las cerezas (2016). Una y otra, sin embargo, pueden leerse de forma independiente. El autor de ambas, Manuel Cerdà (Muro d’Alcoi, 1954), es historiador y escritor. Ha publicado diversos libros de su especialidad (la historia social y la arqueología industrial) y varias obras de carácter histórico-cultural. Esta su tercera novela, tras El corto tiempo de las cerezas (2015) y El viaje (2014).
«Sam Sutherland, un joven escritor neoyorkino, visita en Berlín a sus padres, músicos, que actúan en uno de sus clubs nocturnos más famosos con su propia big band. Es noviembre de 1929, el nazismo está en pleno ascenso y la crisis económica comienza a hacer estragos. Allí conocerá a Helmut, joven también músico, y a Martha, hija de un artista de cabaret que hace de travestido, con la que se casará y tendrá tres hijos. Menos Helmut, todos marcharán a Nueva York, donde Sam y Martha se implicarán en el movimiento de defensa de los derechos civiles. El primero acaba ante el Comité de Actividades Antiamericanas y migran a París. Allí, las cosas tampoco serán como creían y la abandonarán tras los hechos de Mayo del 68. Una novela que abarca desde el final de la guerra de 1914-1918 a la caída del Muro de Berlín en la que Sam y los otros protagonistas –a los que hay que añadir a Lary, alto funcionario de la Administración estadounidense, y a Greg, director internacional de la Fundación Fairfield– se verán envueltos en una trama que incluye, además un misterioso asesinato, a simpatizantes y defensores de la República española, refugiados del nazismo, pasadores que les ayudaban a cruzar la frontera de los Pirineos, prisioneros de los campos de concentración españoles y de exterminio alemanes, nazis reciclados por el Gobierno norteamericano, agentes de la CIA, dirigentes e impulsores del Congreso por la Libertad de la Cultura… El lector advertirá en muchas situaciones algunas de las circunstancias que nos han conducido a esta sociedad del pensamiento único.»
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Como siempre, Rosa, una reseña para quitarse el sombrero si lo usara 🙂 Creo que me resultaría una novela muy instructiva e interesante, aunque tengo la sensación que tantos sucesos, tantos lugares, tanto abarcado por un único protagonista, resulta quizás excesivo, solo un pretexto para contar lo que se quería contar, que no era exactamente la vida de la persona, sino la propia historia de ese tiempo.
Me ha gustado mucho, eres una auténtica maestra de las reseñas.
¡Un beso y feliz comienzo de semana!
Sí, lo realmente interesante no son las peripecias de los personajes, sino como estas nos van mostrando los hechos históricos que sucedieron a lo largo del siglo. Como dices, los personajes son el pretexto para contarnos la Historia. No en vano, el autor es historiador.
Feliz semana para ti también.
Un beso.
¡Fantástica reseña, Rosa! Realidad hecha literartura, y de la buena.
Muchos besos
Muchas gracias. A veces, la realidad se ve mejor cuando se hace literatura. Llega un momento en que estamos tan acostumbrados a las cosas que leemos en los periódicos o vemos en los noticiosos (¡¡ah, mi Mafalda!!), que ponerla en una novela, nos hace sentirla más en profundidad por la empatía con los personajes. En esta novela se consigue.
Un beso.
Una buena reseña de un libro que promete abrirnos los ojos a una realidad brutal, donde los ricos lo son cada vez más y donde la miseria es cada vez más palpable.
¿Para ello sirvieron dos grandes guerras y unas cuantas crisis?
¿Quizás para colocar a cada cual en su sitio según el criterio de unos cuantos privilegiados?
Es literatura que no deberíamos dejar pasar de largo.
Gracias por tu reseña Rosa.
Un abrazo.
Analizando la historia del siglo XX se lleva uno la sorpresa de ver que es quizás el único siglo en que se empezó mejor de lo que terminó. Las esperanzas que había antes de las Gran Guerra de habían convertido a finales de siglo en certezas de lo que ya nunca sería. Por fin los grandes mercados y el gran capital han conseguido poner las cosas donde les interesaba. Ahora esperemos a que mueran de éxito que sé que será su final. Aunque también sé que nada bueno vendrá después.
Me gustaría saber qué opinaba Sam Sutherland de la catástrofe que se ha empezado a gestar esta madrugada en su país.
Un beso.
Hola!!!! Muy buena reseña, y eso de que tenga tantas reflexiones la hace más apetecible.
Besos.
Me alegro de que te haya gustado. Merece la pena acercarse a sus reflexiones porque analiza con enorme lucidez y de manera muy incisiva, muchos hechos históricos sobre los que se ha simplificado mucho y sobre los que circulan muchos lugares comunes. Aquí se tratan muchas cosas con un lenguaje crudo y sin eufemismos.
Un beso.
Me atraen estas novelas que utilizando como vehículo a un personaje nos llevan por los diferentes episodios de una época de la Historia. Es una manera de ver globalmente cómo evolucionamos (o involucionamos en el caso del siglo XX)
Gracias por tan fantástica reseña, Rosa.
Un beso.
En esta novela se acompaña a un personaje principal y algunos no tan importantes, por escenarios y episodio muy característicos de la política, la sociedad y la cultura del siglo XX. Me ha recordado la famosa trilogía de Ken Follett, pero esta tiene mucha más alma, está mejor escrita (aunque el problema de la trilogía podría ser de traducción), carece de tantas pretensiones y, en general, me ha gustado mucho más.
Un beso.