Atrapa a un ladrón: glamour bajo el sol del Mediterráneo
Siendo la Costa Azul uno de los rincones más bellos y elegantes del sur de Francia, no es extraño que Alfred Hitchcock la eligiera para dirigir Atrapa a un ladrón (1955). Protagonizada por Cary Grant y Grace Kelly, es una de las películas con menos suspense del cineasta, aunque quizá la más elegante. Los paisajes del Mediterráneo y el vestuario de los personajes resaltan la belleza y estilo del filme.
Una de las artífices del glamour de Atrapa a un ladrón fue Edith Head, la diseñadora más célebre de Hollywood, ganadora de ocho premios Óscar.
Ambientada en la Riviera francesa de finales de la década de 1940, la película narra cómo John Robie, un ladrón retirado y apodado El Gato, tras ser sospechoso de una serie de hurtos, tiene que demostrar su inocencia ante la policía, lo que le conduce a preparar un plan para desenmascarar al verdadero atracador.
Una de las artífices del glamour de Atrapa a un ladrón fue Edith Head, ganadora de 8 Óscars. Share on X
Edith Head consideraba que la función primordial de su trabajo era crear al personaje a través de la ropa, respetando las apreciaciones del director y del equipo artístico de la película; por ese motivo, el carácter de los protagonistas de Atrapa a un ladrón se muestra claramente en su vestimenta.
John Robie vive retirado en una Villa cerca de Cannes. Ladrón de guante blanco durante la guerra, fue apodado El Gato por la elegancia, destreza y sigilo de su trabajo, además de por las joyas elegidas en sus robos. Estas cualidades se advierten en la forma de vestir, con una indumentaria refinada, fiel al estilo francés de la época.
Probablemente Hitchcock decidió que Cary Grant, célebre por su buen porte, fuera y dentro de la gran pantalla, eligiera la indumentaria para el personaje que interpretaba. Al inicio del rodaje, Grant apareció en el set con una camisa americana con ojales en el cuello, una prenda que no era habitual en Francia después de la guerra, época en la que está ambientada la película, de manera que emplearon un suéter de color azul marino y rayas blancas, un estampado muy veraniego.
Esta prenda es la que John Robie viste cuando la policía, tras una oleada de robos, lo visita en su casa. El look se completa con un pantalón informal de color gris, mocasines de piel marrón, fabricados a mano por la firma londinense Maxwell, y un pañuelo de color rojo con lunares blancos anudado al cuello, añadiendo un toque especial que evoca al collar de un gato. Los colores del personaje enfatizan su condición de ladrón, adaptándose al entorno como un camuflaje.
Robie huye de la policía y, ayudado por antiguos compañeros de profesión, se dirige a Cannes. Danielle Fousard, una joven que siempre ha estado enamorada de él, lo acompaña en lancha hasta la ciudad francesa. Es curiosa la semejanza en la ropa de ambos personajes, una simetría que puede ser un vestigio para la trama final de la película.
En el momento que llega a la playa es observado descaradamente por una mujer que luce un traje de baño de una sola pieza, pareo y turbante de color amarillo y gafas de sol de montura blanca, conocidas como Ojo de gato, muy populares en la década de los años 50. Edith Head era sutil y audaz en su trabajo como diseñadora: detalles como el modelo de gafas o el tono elegido en el vestuario, establecen una semejanza con la mirada intimidadora de un felino.
Para atrapar al verdadero ladrón, Robie necesita conocer información sobre los veraneantes adinerados de la zona y le pide colaboración a H.H. Hughson, un agente de seguros de Lloyds, quien le da una relación de posibles víctimas de robos.
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En la lista está la señora Jessie Stevens y su hija Frances (Grace Kelly), dos americanas que se alojan en el hotel Carlton. Alfred Hitchcock pretendía que el carácter frío y consentido de Frances quedara patente, por lo que Edith Head ideó un vestuario elegante que realzara sus rasgos altivos. En su primer encuentro con John Robie, cual clásica diosa griega, luce un vestido fluido de gasa -común en la década de los años 30- con cuerpo drapeado, finos tirantes y fular de color azul, tono que contrasta con el de los demás personajes y con el ambiente; demasiado atrevido para los trajes de noche habituales de la época. La ausencia de joyas en el atuendo refuerza también la antítesis con la figura materna.
Otro de los osados diseños de Edith Head para Atrapa a un ladrón es el que porta la protagonista en el vestíbulo del hotel, donde los turistas del pasillo la miran al pasar, ante los que Frances se muestra pícara y distinguida. El conjunto está compuesto por una parte superior de cuello alto y espalda descubierta, pantalones Capri de color negro, falda de lino blanco con abertura delantera y una gran pamela blanca sobre un turbante negro. Por su parte, John Robie renueva su vestuario combinando prendas de diferentes tejidos. La chaqueta con botonadura dorada le aporta un aire más formal al personaje.
Posteriormente, Frances anima a John a visitar una villa de la zona, ya que él estaba interesado en alquilar una estancia para alojarse en Francia. En el trayecto son perseguidos por la policía, pero la pareja consigue despistarlos y terminan merendando en el coche, momento en el que la mujer le revela a Robie que conoce su verdadera identidad.
Para la escena, Head creó un conjunto de dos piezas en color rosa coral que enfatiza el instante apasionado y el diálogo de doble sentido de los protagonistas. Originariamente, el diseño incorporaba pantalones, pero la actriz Grace Kelly dispuso cambiarlos por una falda para que resultara más femenino y la diseñadora elaboró una prenda plisada propia de la moda femenina de la década de 1940. Los guantes blancos de piel que emplea para conducir reflejan el control que la mujer tiene sobre la situación, creando cierta incertidumbre al espectador sobre el personaje, sugiriéndole que ella pueda ser el ladrón que están buscando.
El protagonista reitera su inocencia y se citan en una de las habitaciones del hotel. Frances aparece con un vestido de noche de color blanco y escote palabra de honor, diseñado para resaltar el collar de diamantes que luce, que hasta el momento había evitado llevar joyas. El color, símbolo de la pureza y la virginidad, intensifica una de las escenas de mayor carga sexual de Atrapa a un ladrón.
Esa misma noche roban a la señora Stevens y Frances acusa a El Gato, que insta a la policía a que atrape al verdadero ladrón. Se enfrenta a un atacante que finalmente muere, pero resulta tener una pata de palo, lo que le descarta como el ladrón por su imposibilidad para trepar por los tejados. En una fiesta de disfraces que se organiza, Robie, ataviado con un traje exótico, planea detener al verdadero bandido.
Para las secuencias finales, Hitchcock precisó que Grace Kelly debía aparentar una princesa y Edith Head ideó un opulento y refinado vestido dorado en tejido de lamé con escote corazón, falda decorada con mariposas y guantes largos del mismo tono. El diseño capta la atención hacia la figura de Frances, en una secuencia donde el resto de invitados lucen prendas coloridas y Robie debe pasar desapercibido para atrapar al ladrón.
Finalmente, el ladrón, que actuaba de forma similar a El Gato, es capturado. No desvelaremos su identidad, aunque a través del vestuario se puede perfilar quién es.
En Atrapa a un ladrón, Edith Head logra distinguir la moda francesa y americana en el contexto histórico en el que se narra la película, mostrando la simetría y facetas de los personajes a través de un elegante vestuario que obtuvo la nominación a los premios Óscar en el año 1955.
Simplemente…, ¡fabulosa!
Te felicito por el post, me ha encantado.
Y lo dicho en Facebook, sin duda alguna, fue una época dorada.
🙂
Me he quedado boquiabierta, maravillosas fotos, los bocetos fabulosos,
en ese ambiente tan veraniego que te transporta a tiempos pasados. Felicidades Lola!