En esta serie de artículos en la que estamos hablando sobre feminismo y condición de la mujer en el cine español actual, llegamos a Brava, película dirigida por Roser Aguilar y protagonizada por Laia Marull, la cual se ha estrenado el pasado viernes 7 de julio y que, por tanto, aún está en cartelera. En Brava, coinciden una serie de elementos que la convierten en uno de los proyectos más interesantes y sugestivos de este 2017. Primero, porque, después de que en 2007 Roser Aguilar dirigiera la estupenda Lo mejor de mí, podemos disfrutar de su regreso al largometraje con este nuevo título, en el que, en mi opinión, se percibe la evolución positiva de la realizadora hacia una mayor madurez visual y una más afilada potencia dramática y discursiva. Segundo, porque nos encontramos con una soberbia interpretación de Laia Marull, al nivel que nos tiene acostumbrados una actriz que cuenta en su haber con tres Goyas y una Concha de Plata del Festival de San Sebastián. Emilio Gutiérrez Caba, Bruno Todeschini,  Sergio Caballero y Francesc Orella también participan en el magnífico reparto de Brava.

Afilada potencia dramática y discursiva de su realizadora @RoserAguilar. @BRAVAfilm @jmcruzbar Share on X

Brava o el largo y complicado camino hacia la catarsis

Brava cuenta la historia de Janine, una ejecutiva bancaria, que, una noche, en el metro, sufre una agresión sexual. A partir de ese hecho, que le supone un shock que no logra ni superar ni puede llegar, incluso, a verbalizar, abandona la ciudad y decide pasar unos días en su pueblo natal, donde tendrá que vivir el largo, doloroso e incierto camino hacia su propia catarsis. Brava se acaba convirtiendo en una incisiva exploración de una psicología femenina torturada. Tortura que nace no solo de la agresión sexual sufrida sino de un entorno que, de repente, se revela como áspero, indiferente y hostil. Brava es una película que, a través de una gran hondura en el tratamiento de los personajes, logra retratar con precisión el contexto que provoca la vulnerabilidad de la mujer y su dificultad para superar determinadas situaciones traumáticas.

Enlazamos, a continuación, tráiler de la película:

 

Para profundizar en los temas que aborda Brava, vamos a hablar tanto con su directora, Roser Aguilar, como con su protagonista, Laia Marull.

Roser Aguilar, directora de Brava

Roser, tu primera película fue Lo mejor de mí, del año 2007. Ahora, estrenas Brava, en 2017. Han pasado 10 años. En medio, solo el cortometraje Ahora no puedo, en 2011. ¿Por qué tan largo período de tiempo?¿Dificultad para levantar el proyecto? ¿Necesidad de perfeccionar la historia?

Roser Aguilar (R. A.): Pues ha sido una combinación de circunstancias. Lo mejor de mí se estrenó en 2008 y, debido al éxito que tuvo, estuve prácticamente dos años de promoción con ella. En 2010, accedí a un curso del programa MEDIA de la Unión Europea que llevaba asociado una ayuda al guion y en ese período elaboré el de Brava. Cuando estaba terminado, en los años 2011 y 2012 fue cuando se produjeron los peores momentos de la crisis económica, de modo que el ICAA (el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales) recortó la financiación que concedía a los proyectos. En ese momento, debo agradecer el tesón de mi productor, Fernando Victoria de Lecea, que apostó por la película y luchó para que no se viniera abajo. Logramos, entonces, el apoyo de la televisión catalana que otorgó la máxima calificación concedida a un proyecto. Pero también ellos redujeron la financiación que concedían, por lo que tuvimos que buscar el apoyo de la televisión valenciana… Eso nos llevó al año 2015, que fue cuando se rodó la película, y la terminamos de montar en 2016, siendo este año cuando vamos a estrenarla…

Lo que me cuentas me recuerda a algo que le escuché a Paul Verhoeven en una entrevista, en la que dijo que buscar la financiación para hacer una película en Europa era como construir un puzle que, en cualquier momento, podía quedarse sin completar…

R. A.: Sí, algo así. Además, hay que tener en cuenta las dificultades que el cine de autor tiene para realizarse en estos años de crisis en todo el estado español… Eso ha sido un hándicap añadido.

Creo que tus dos largometrajes tienen en común que en ambos la protagonista sufre una fuerte ruptura de expectativas sobre lo que esperan de su vida. Reciben una fuerte bofetada de la realidad que les obliga a replantearse lo que son como personas… Además, pienso que esa ruptura de expectativas es más fuerte por el hecho de que son mujeres. No sé si estás de acuerdo con mi apreciación.

R. A.: Pues, en relación a lo primero, la verdad es que sí. Ambas películas tienen en común que las protagonistas se enfrentan a unas circunstancias completamente distintas a las que esperaban. El hecho de que sean mujeres, yo creo que sí puede ser decisivo en el primer caso. En Lo mejor de mí, el personaje está muy influido por la idea del amor romántico y cuando tiene que vivir lo que le sucede descubre que la realidad es muy diferente a la visión que le han inculcado: las cosas no son del color de rosa que le han pintado… En el caso de Brava, yo pienso que lo que le ocurre a la protagonista le puede suceder tanto a una mujer como a un hombre. Es decir, es una persona que piensa que toda su realidad está muy bien armada y, de repente, un hecho inesperado hace que toda esa realidad se desmorone. Un hecho inesperado que es, casi, un accidente porque todo empieza de casualidad, cuando interviene para evitar que unos chicos se peleen… Pero a partir de ahí, cuando ella pensaba que tenía una vida sólida, con un trabajo seguro y una relación de pareja consolidada, todo ello se le viene abajo. Quizás porque no era tan sólida como creía. Y ello le obliga a replanteárselo todo.

Fotograma de Brava. Laia Marull con Sergio Caballero

¡Qué importantes fueron en ambos films los trabajos de Marián Álvarez (en el caso de Lo mejor de mí) y Laia Marull (en el caso de Brava)!

R. A.: En ambos casos, el trabajo de las actrices protagonistas es esencial. En el caso de Laia Marull, existía la dificultad añadida de que toda su angustia no se manifiesta exteriormente y todo se produce a través de un proceso interior que el espectador tenía que llegar a percibir, lo cual suponía un esfuerzo muy importante. Eso hace que el trabajo de Laia en Brava tenga mucho mérito.

Evidentemente, este es un buen momento para saber qué opina Laia Marull de su personaje y aprovechar, de paso, para preguntar sobre algunos aspectos de su carrera profesional, algo que los lectores de MoonMagazine agradecerán.

Laia Marull, protagonista de Brava

Hola, Laia. En 2003, participaste en Te doy mis ojos de Iciar Bollaín. Y en este 2017, estrenas Brava. Ambas, aparte de su trascendencia artística, tienen una evidente trascendencia social (en el caso de Te doy mis ojos, fue una dimensión muy importante del film). En el momento del rodaje, ¿percibís la trascendencia social que puede llegar a tener una película? Si no es así, ¿en qué momento se produce esa percepción?

LAIA MARULL (L.M.): En el momento del rodaje, no. Sí hay una conciencia del tema que se está tratando pero no de la trascendencia que puede llegar a tener o no.  En el caso de Te doy mis ojos, por ejemplo, queríamos ser muy rigurosos por el tema que se contaba, para no defraudar, pero, de alguna manera, la trascendencia que iba a tener no teníamos ni idea. Al menos yo, ni idea ni idea. Se trabaja, en ese sentido, a nivel artístico y a nivel creativo y, luego, el resultado es siempre otro tema aparte. Que fue fantástico. De hecho, la estrenamos en San Sebastián y teníamos miedo. Yo me acuerdo de los productores que nos dijeron que por nada fuéramos a decir que era una historia de maltrato porque la gente se asustaría, que no iba a ir a verla… Así que fíjate. Pero, en realidad, fue al revés, fue fantástico que se pudiera hablar del tema y que pudiera trascender de la forma en que lo hizo e, incluso, se empezó a tener más conciencia del problema que teníamos en la sociedad, ¿no? Y que seguimos teniendo, vaya…

Con Te doy mis ojos se empezó a tomar más conciencia sobre el #maltrato. @laiamarullq @jmcruzbar Share on X

Te doy mis ojos y Brava coinciden en un punto muy concreto en cuanto a las protagonistas y es que, en principio, son mujeres cuyos perfiles no presentan los rasgos de vulnerabilidad que se suele considerar como asociados a víctimas de malos tratos. Son mujeres que trabajan, que tienen sus propios ingresos; en el caso de Brava, se trata de una ejecutiva bancaria. Y, sin embargo, ambas sufren los efectos de una situación violenta.

L.M.: Efectivamente. Digamos que el machismo está presente en todos los estratos sociales y, de alguna manera, en todas las condiciones, ¿no? No es que seas o no carne de cañón sino que el cañón está ahí expuesto para disparar a cualquiera.

¿Fue importante ese aspecto a la hora de preparar ambos personajes?

L.M.: Realmente,  yo no me pongo a analizar a mis personajes socialmente ni antropológicamente. Yo los cojo como personas individuales y, en cada caso, les doy vida según la información que nos dan sobre ellos y de acuerdo con el director o directoras, en el caso de estas películas. Siempre las hago como personas individuales, nunca como tipos o prototipos.

Uno de los principales retos del personaje de Brava es que, prácticamente, en ningún momento de la película verbaliza el problema que tiene, que soporta y con el que ha de cargar… Tiene su problema completamente interiorizado. ¿Es, quizás, la principal dificultad que tuviste a la hora de abordar el personaje?

L.M.: Sí, era el principal reto, al mismo tiempo que es como el gran regalo para una actriz: poder hacer una película donde lo que realmente se cuenta es el viaje interior de un personaje, ¿no? Todo lo que le está pasando por dentro… Al mismo tiempo que es la dificultad, es la suerte, la alegría de hacer algo así. Es un personaje que, al pasarle lo que le pasa, en vez de pedir ayuda se queda encerrada en sí mismo, se siente muy solitaria, sin poder compartir lo que le sucede y acabando por no comprender lo que le rodea ni a ella misma. Entonces, era muy compleja esa mezcla de culpabilidad, de miedo, de todo lo que le pasa al personaje durante la película a lo largo de ese viaje…

Hay un aspecto del personaje que pudiera, en un principio, desconcertar que es el encuentro del personaje con lo que pudiéramos llamar su “lado oscuro”. Hay un momento en que actúa como voyeur, otro en que acaba con el coche en un lugar donde están las prostitutas… ¿Es ello reflejo del sentimiento de culpabilidad que acabas de mencionar?

L.M.: Yo creo que ahí la culpabilidad se mezcla con el desconcierto y el encontrarse como extraña, ¿no? Todo le es extraño, incluso es extraña de sí misma. Yo creo que va más por ahí. Ella, que ha descubierto una parte de horror y una parte de horror de ella misma, yo creo que está inconscientemente como queriendo ir hacia ese lado oscuro. Y llegar un poco hasta el final, donde hay algo que la hace reaccionar… Su viaje interior, del que hemos hablado, la lleva hacia el lado oscuro que todos tenemos.

Un viaje interior desde la culpabilidad y el desconcierto. @BRAVAfilm @laiamarullq @jmcruzbar Share on X

Viaje interior que la lleva hasta la secuencia del bosque, que parece, a la vez, estallido de una crisis y catarsis final del personaje…

L.M.: De alguna manera, lo que allí sucede le ayuda a que diga «hasta aquí hemos llegado» y eso será la clave para empezar de nuevo, para, de algún modo, salir del pozo…

¿Cómo fue el rodaje con Roser y con el resto de tus compañeros de reparto?

L.M.: Fue una experiencia muy buena. Roser es una persona que escucha muy bien, con la que he podido sentirme muy a gusto comentando cada escena, los detalles, cómo ha investigado el tema… Ni te deja sola, ni te limita. Ha sido muy interesante. Teníamos el hándicap de que teníamos muy poco tiempo de rodaje. Eso nos limitaba un poco. Era duro. Pero muy cómodo y muy bonito el trabajo artístico. Muy bien con el equipo. Igual con los compañeros. Me ha gustado mucho trabajar con Bruno Todeschini porque teníamos maneras similares de enfocar la actuación y de enfocar los personajes. Me encantó trabajar con Emilio, no podía tener mejor padre: es maravilloso y sensible… Todo fue muy bonito.

Por lo que dices, repetirías con Roser sin problema.

L.M.: Sí, por supuesto. Me encantaría.

Fotograma de Brava. Laia Marull con Bruno Todeschini

Queremos continuar con la entrevista a Roser Aguilar preguntándole por dos aspectos que nos han llamado mucho la atención y son, por un lado, lo bien desarrollado que está el discurso de fondo de la película y, por otro, cómo, con gran sobriedad y sutileza, se traza la historia de la protagonista. Obviamente, ambos aspectos remiten al mismo elemento: un guion pleno de virtudes.

Si se analiza el guion de Brava detenidamente, se observa que se trata de un guion muy elaborado…

R.A.: El guion ha tenido un largo proceso de elaboración y de revisiones. En primer lugar, fue muy importante el proceso de documentación para saber cómo reacciona una mujer que ha sufrido una agresión sexual, un proceso de documentación que fue bastante exhaustivo. A partir de ahí, hubo una primera elaboración en el curso del programa MEDIA del que hablé antes. En ese momento, conté con una gran ayuda que vino del cineasta Gabriel Auer, que es director, guionista y productor, y que me dio muy buenos consejos. Cuando el guion ya llevaba ocho o nueve revisiones, fue cuando se incorporó al proyecto al guionista Alejandro Hernández, colaborador habitual de directores como Mariano Barroso o Manuel Martín Cuenca, que aportó muy buenas soluciones narrativas a la historia. Hay una cosa que sí me gustaría decir: la película puede gustar más o menos pero sí debo defender que nos documentamos ampliamente para que el comportamiento de la protagonista se ajustara a lo que ocurre en la realidad y que hemos trabajado duramente el guion para que la historia recogiera fielmente todo lo que averiguamos sobre el tema.

Fotograma de Brava. Laia Marull

Pregunto tanto a Roser como a Laia sobre un tema concreto que me llamó la atención y que está relacionado con cómo fue recibida, en algunos casos, la película cuando se proyectó en el Festival de Málaga.

Todo lo que me habéis comentado me lleva a un tema que me ha sorprendido en relación a algunas reacciones que despertó la película tras su pase en el Festival de Málaga. Sabemos que muchas mujeres que sufren una agresión sexual no denuncian el hecho a las autoridades. Sabemos que muchas mujeres que son violadas acaban teniendo sufrimiento de culpa por lo sucedido, que no reaccionan  y que pasan por un largo proceso de reajuste de sus vidas… Sin embargo, cuando todo ello queda plasmado en una película, a mucha gente le sorprende que se retrate de esa forma. Ha sido como si hubieras puesto un espejo delante de la realidad y a muchos no le hubiera gustado lo que muestra el reflejo.

R.A.: Sí, la verdad es que yo lo veo del mismo modo. Digamos que la película originó dos tipos de reacciones. Unos, conectaron muy bien con lo que la película quería decir y entendieron lo que quería transmitir. Otros, sin embargo, se sintieron molestos porque la protagonista no reacciona frente a lo que le ha sucedido del modo que les gustaría. Hay quienes, incluso, se sintieron como indignados y me recriminaban que por qué el personaje no demostraba algún tipo de reacción. Sin embargo, ese comportamiento no es caprichoso, ni se produce así como así… Es el comportamiento que suele tener una mujer que ha sufrido una violación. Para escribir el guion, hablamos con muchos psicólogos y nos explicaron cómo en ese comportamiento hay implicados conceptos como el de «shock postraumático» o«disociación». Es como cuando una mujer sufre, por primera vez, una agresión por parte de su pareja y no reacciona. ¿Por qué no rompe con su marido y acude rápidamente a las autoridades a denunciarlo? Porque es algo que supera su capacidad de asimilarlo. Y, entonces, se siente bloqueada, no sabe lo que le ha pasado y ese es el origen de su conducta posterior. Y eso es lo que la película muestra. A lo mejor, muchos pensaron que la película iba a tener un tratamiento de thriller y que se vería cómo se persiguen a unos violadores y estos al final son detenidos… Sí que, al final, se puede deducir qué es lo que va a suceder con ellos pero no es lo que tiene más peso en el desenlace…

Algunos critican la reacción de la protagonista de @BRAVAfilm. @RoserAguilar @jmcruzbar Share on X

L.M.: Efectivamente, lo lógico es que las mujeres que sufren este problema lo denunciaran, lo hablaran… Pero, en este tema, la lógica no entra. Quienes se dedican a estos temas nos dicen que las mujeres, la mayoría, no lo denuncian, no lo hablan con sus seres queridos y, siendo ellas las víctimas, sienten una sensación de culpa… En cambio, cuando lo vemos en una ficción, en una película, decimos: «¡Hala!¡Sí, hombre! Esto, ¿cómo puede ser?». Yo creo que ello requiere una reflexión. Igual, la película la provoca. Creo que hay un desconocimiento sobre este problema y, por desgracia, tenemos ese desconocimiento porque es señal de que se está silenciando. Si no se silenciara, todos  sabríamos más del problema y tendríamos más herramientas para, por un lado, ayudar a que no pase y, por otro, a que, cuando pasa, las víctimas tengan más posibilidades de reponerse, ¿no? Yo creo que si se sigue culpando a las mujeres de sus reacciones, seguiremos estando en el mismo sitio.

Si se sigue culpando a las mujeres de sus reacciones, seguiremos en el mismo sitio. @laiamarullq Share on X

Roser, evidentemente, no has buscado construir una especie de fábula con moraleja final ni has querido caer en el didactismo…

R.A.: No. También podríamos haber desarrollado la historia desde el punto de vista del personaje que pretende liberarla de su situación… Y, entonces, la película habría tenido otros matices y podrían estar justificados otros comportamientos. Sin embargo, la película está narrada desde el punto de vista de la víctima. Y, por eso, se tenía que ver qué es lo que pasa verdaderamente cuando se sufre una experiencia como la que tiene el personaje de Laia Marull y que explica hechos como la escena que tiene lugar en el bosque, casi al final de la película. Así Brava sí que se acaba convirtiendo en una fábula pero con un sentido diferente a aquel en que el espectador se puede sentir cómodo. Es una película sobre el dolor y sobre las dificultades que existen para superarlo.

Sobre el dolor y las dificultades para superarlo. @BRAVAfilm de @RoserAguilar @jmcruzbar Share on X

Digamos que Brava es una película que, claramente, saca a sus espectadores de la zona de confort…

R.A.: Sí, exactamente. Quizás, como espectadores, nos gustaría ver una película en que todo se desarrolla felizmente y en la que el comportamiento de los personajes se ajustan al patrón que esperamos… Pero la realidad no siempre es así y el cine también tiene que tener la posibilidad de retratarla.

Es decir, en el fondo, has dirigido tu atención a una realidad de la que mucha gente no es consciente…

R.A.: Creo que, en muchas ocasiones, es que no se quiere ser consciente de ella.

Fotograma de Brava. Laia Marull

Para concluir, hablamos tanto con Laia como con Roser sobre los proyectos en los que actualmente están embarcadas. Empezamos con la actriz, que está en una representación teatral de la que hemos hablado recientemente en MoonMagazine.

Hace poco hicimos la reseña de Incendios y, evidentemente, te tengo que preguntar cómo está siendo la experiencia de trabajar en un gran texto, de estar bajo la dirección de Mario Gas y compartir escenario con Nuria Espert…

L.M.: Compartiendo, además, personaje con Nuria Espert. Casi no se puede describir con palabras porque es una maravilla. Es una obra inmensa, brutal, estremecedora, catártica, poética, fascinante, donde se dibuja al ser humano en todas sus facetas, donde hay una esperanza de que podemos ser mejores… Estoy disfrutando día a día de hacerla en el teatro, de haberla llevado por toda España y de estar compartiendo trabajo con ese elenco, desde Nuria Espert, que es la bomba, hasta Ramón Barea a todos los que compartimos escenario día a día… Con Mario Gas, es mi tercera experiencia, después de Lulú y Madre Coraje y siempre me propone obras enormes y nada, encantada, maravillada y fascinada.

¿Cuáles son tus proyectos inmediatos, Roser? Esperemos que no tengamos que esperar diez años para ver tu próxima película…

R.A.: No, no es esa mi intención… Aunque es pronto para concretar más, sí quiero hacer una película alejada del concepto de cine de autor. Ya con el cortometraje Ahora no puedo me alejé de esa idea para hacer una obra enfocada para un público más amplio y tuvo mucho éxito y encontré, al mismo tiempo, otro tipo de satisfacciones que también son positivas. Se trataría de una adaptación. Pero, por ahora, no puedo decir más.

Para terminar, Roser, nos podrías recomendar tres películas que te hayan gustado y que hayan abordado el tema de la condición de la mujer.

R.A.:  Pues teniendo en cuenta que no hay tantas como cabría esperar, se vienen ahora mismo a la cabeza films de la directora británica Andrea Arnold como Red Road (2006) o Fish Tank (2009) (), uno de los títulos menos conocidos de Woody Allen, Otra mujer (1988), y una película española reciente, María (y los demás) (2016), de Nely Reguera.

 

Como han podido comprobar a lo largo de la entrevista, Brava es una película para lo que no cabe el adjetivo de «superficial»: tiene hondura temática, analiza a fondo la lucha psicológica de sus personajes y aborda de frente un problema social que no sale a la luz con toda la fuerza como debería. Motivos de sobra para ir al cine y sumergirnos en su historia.

 

José Manuel Cruz