Tradicionalmente, la figura de D. Miguel de Cervantes ha sido considerada como novelista universal o como excelente dramaturgo, pero de la figura del poeta que fue y que es, se conoce muy poco; quizá, porque la poesía cervantina ha sido tildada por los críticos como mediocre y poco dotada técnicamente.
Esa es precisamente la razón que quiero que reconsideremos. ¿Por qué esta descalificación de su poesía?
Se me ocurren tres razones:
- Por la relevancia alcanzada como prosista.
- Por las apreciaciones que hizo el mismo Cervantes de su propia poesía.
- Lo poquísimo que se conoce de la poesía de D. Miguel.
Vamos a desglosar un poco estas causas para detenernos luego en las razones de sus escasos estudiosos y sacar nuestra propia consideración final.
Cervantes, poeta desconocido. Tres razones por las que el novelista universal Cervantes es desconocido como poeta. Un artículo de @CarrascalMara. Compartir en XUn poco de análisis
Si bien podemos encontrar en su obra magna, el Quijote, un buen número de poemas, los críticos y analistas de esta obra no tienen como la principal de sus funciones el análisis de la poesía. El hecho de que Cervantes alcanzara como prosista una excelencia universalmente conocida que no alcanzan sus versos no quiere decir, como aduciría Menéndez Pelayo, «que Cervantes sea el primero de nuestros prosistas, no le hace el último de nuestros poetas».
Gerardo Diego, en su tratado Cervantes y la poesía lo coloca a la altura del poeta complutense Francisco de Figueroa; y a nadie se le ocurriría tildar a Figueroa como mediocre, mucho menos de malo.
En cuanto a las apreciaciones que Cervantes hizo de su poesía, hemos de decir lo siguiente: Viaje del Parnaso, es como sabéis, una obra escrita en verso (concretamente en tercetos encadenados). En ella, Cervantes cuenta el viaje de él y los mejores poetas españoles al Monte Parnaso para librar una batalla alegórica contra los malos poetas. En el cap. I versos 25-27, Cervantes declara: «Yo que siempre me afano y me desvelo/por parecer que tengo de poeta/la gracia que no quiso darme el cielo». Para muchos de nuestros eruditos, el Viaje del Parnaso parece reducirse a solo esos tres versos. Esta aparente modestia de Cervantes ha dado pie a la opinión de que él mismo reconocía su falta de dotes poéticas, si bien no han faltado críticos (particularmente Gaos en 1974) que indicasen al menos media docena de pasajes en esta misma obra donde Cervantes se muestra orgulloso de sus dotes poéticas.
A mi entender, estos versos que tan poca fortuna le trajeron, no son más que un ejemplo de humildad que el autor estaba bien lejos de sentir pues bien sabido es que, cuando pone un poema en boca de los personajes en sus novelas, o bien el narrador o bien alguno de los otros personajes comenta lo bien que les ha parecido la composición leída o recitada.
La última de las razones que antes aducíamos es que la poesía cervantina se ha leído poco. Y, porque se ha leído poco, nadie, o casi nadie, ha intentado revalorizarla. Y no solo es que se ha leído poco, es que tampoco se ha podido leer porque, desde la edición de Ricardo Rojas en 1916 hasta dos antologías publicadas con motivo del IV centenario de la publicación del Quijote, (una de Manuel Caballero Bonald y otra de los autores Alberto Blecua y Antonio Pérez Lasheras (ambas de 2005), no hubo ninguna compilación que recogiera los poemas que Cervantes intercaló en su teatro y que casi unánimamente son considerados como lo mejor que escribiera en verso.
Un Cervantes prolífico y diverso
Hoy sabemos que Miguel de Cervantes es autor de poemas memorables en diversos géneros y tonos: sonetos amorosos y burlescos, romances, canciones, letrillas, seguidillas…
Recordemos también que Cervantes, al igual que otros grandes poetas como Lope de Vega, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo, participa en la rehabilitación de los romances que se produce hacia 1580 y que dio origen al «Romancero nuevo», así llamado frente al «Romancero viejo» tradicional del siglo XV, que era anónimo. Cervantes cultivó formas tan exigentes como los versos de cabo roto y una sextina (forma infrecuente en nuestra tradición poética), que un degustador de poesía tan fino como fue Jaime Gil de Biedma catalogó como de «muy hermosa». Además, Cervantes resucitó para siempre el ovillejo que es una forma de versificar que solo está a la altura de diestros versificadores. Veamos un ejemplo.
Ovillejo
¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
¿Y quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
¿Y quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!
De ese modo en mi dolencia
ningún remedio me alcanza,
pues me matan la esperanza,
desdenes, celos y ausencia.
Su obra poética está integrada por numerosas composiciones sueltas, normalmente de circunstancias (conmemorativas, fúnebres, laudatorias o satírico-burlescas), aunque también escribió dos poemas mayores: «Canto de Calíope» (incluido en La Galatea) y Viaje del Parnaso, el único poema narrativo extenso de Cervantes. Se han perdido casi todos los versos que no estaban incluidos en sus novelas o en sus obras teatrales.
Cervantes nunca publicó un libro de poemas
Pero siguen pesando las etiquetas descalificadoras.
Ya decíamos antes que quienes destacan en un género literario no suelen atraer sobre esos mismos textos la atención de los estudiosos de un género diferente. Otra segunda consideración sería la de que Cervantes nunca publicó un libro de poemas, a excepción hecha de El Viaje del Parnaso (recordemos que tampoco lo hicieron Fray Luis, San Juan ni Góngora, por poner solo algunos ejemplos), sino que los intercala en su prosa puestos en boca de alguno de los personajes. Pero, a mi juicio, esos poemas no son sino añadidos por el propio Cervantes por amor a la poesía y en concreto a su poesía. Los poemas intercalados en sus novelas casi siempre admiten una lectura autónoma y pocas veces dependen del contexto.
Llama la atención que ningún crítico haya intentado responder a las graves acusaciones sobre la destreza poética de Cervantes. Cervantes escribió, incluyendo sus obras de teatro, más de 40.000 versos. Si solo consideramos sus poesías sueltas y las que intercaló en su prosa, podemos contabilizar más de doce mil. Dominó de forma absoluta las tradiciones castellanas y la italiana y manejó, además de las ya citadas, coplas reales, coplas mixtas, coplas de arte mayor, pareados romancillos, octavas reales, octavillas, sextetos-lira, estancias, zéjeles, glosas, silvas, décimas, perqués y cantares usando para ello todos los tipos de rima.
Sintió atracción y practicó piruetas formales como el estrambote y versos de cabo roto no solo al final del verso. Fácil será pues deducir que Cervantes escribió poesía ininterrumpidamente a lo largo de toda su vida.
Puede que alguien se esté preguntando qué es eso de cabo roto que ya he mencionado por segunda vez: hagamos una pausa y, a manera de anécdota, os cuento una curiosidad.
En el siglo XVII vivía en Sevilla un mozo, Alonso Álvarez de Soria, de notable ingenio y muy burlón que disfrutaba mofándose de todos y que inventó una manera de dirigir sus puyas en verso, los de cabo roto, a la manera en que los bravucones de Triana (los que a nivel local conocemos como «los guapos de Triana») solían expresarse dejando de pronunciar la última sílaba de las frases y consiguiendo con ello mayor fanfarronería y escarnio.
Podéis encontrar en el Quijote, esta décima escrita en verso de cabo roto.
Soy Rocinante, el famo- (so),
bisnieto del gran Babie- (ca),
por pecados de flaque- (za),
fui a poder de un don Quijo- (te);
parejas corrí a lo flo- (jo),
mas por uña de caba- (llo)
no se me escapó ceba- (da),
que esto saqué a Lazari- (llo),
cuando, para hurtar el vi- ( no)
al ciego, le di la pa- (ja).
Se le ha achacado a Cervantes una mala prosodia, es decir, un sonido disarmónico en ellos. Esto me parece una exageración, porque los versos de acentuación deficiente en Cervantes son una minoría. No obstante, ha habido estudiosos que han pretendido salvar estas deficiencias prosódicas (que aunque pocas, las hay), dando razones que pudieran disculpar esa brusquedad sonora. Así, Luis Alberto de Cuenca opinaba que «esa brusquedad sonora escondía en su fondo una libertad inmensa, una fuerza expresiva enormemente original y una riqueza enorme en el ámbito del pensamiento y la invención».
Además, todas estas explicaciones parecen ignorar el hecho de que, lo que se han venido llamando errores prosódicos y estilísticos se encuentran solo en el endecasílabo cervantino y casi exclusivamente en el Viaje del Parnaso. Pero, ¿qué hay de los miles de versos de cinco, seis, siete, ocho y doce sílabas? Pues que en ellos no se encuentran más errores de los que se podrían encontrar en los versos de Lope, de igual medida.
Nos podríamos seguir extendiendo sobre los posibles defectos de la poesía cervantina, de sus detractores y defensores y sobre cómo muchos de los posibles defectos, no lo son; pero, es hora de ir llegando a conclusiones que nos hagan más precisa la poesía del gran Cervantes.
Hemos visto cómo algunos críticos se apoyan en los famosos versos del Viaje del Parnaso para aducir que, si Cervantes no creía en sí mismo, ¿por qué íbamos a hacerlo los demás? Voy a hacer unas pequeñas aclaraciones basándome en dicha obra.
Cuando Cervantes encuentra al dios Mercurio, recién iniciado el viaje del poeta a la búsqueda de otros poetas buenos junto a los que combatir con los malos poetas, Mercurio lo saluda así:
«¡Oh Adán de los poetas, oh Cervantes!»
Entendamos que, al llamarlo Adán, lo nombra como el primero, el origen. ¿Veis en éste que se denomina así, por boca de Mercurio, como alguien que no se cree a la altura de los demás poetas de su tiempo?
Y unos versos más adelante:
Pasa, raro inventor, pasa adelante
con tu sotil disinio, y presta ayuda
a Apolo, que la tuya es importante,
antes que el escuadrón vulgar acuda
de más de veinte mil sietemesinos
poetas que de serlo están en duda.
¿Era este un poeta que llegó a pensar ni por un momento que formaba parte de esos poetastros a quienes se dirigía a combatir?
¿Es este un poeta al que hay que seguir manteniendo en el desconocimiento, solo porque alguna vez erró en los acentos internos de sus endecasílabos yámbicos?
Hemos ido viendo que los desajustes métricos y estilísticos de Cervantes no son tales la mayor parte de las veces y cuando lo son no merecen la insistencia ni la gravedad con que los ha tratado la crítica tradicionalmente. Efectivamente es un poeta con ciertas caídas técnicas que acaso interesan más a los estudiosos que a los lectores y que tal vez no le concedan un puesto entre los grandes poetas de su siglo, pero sí hemos de decir que Cervantes es formalmente uno de los poetas más variados de nuestra lengua y que sus poemas mejores, no desmerecen al lado de los mejores poemas de su siglo. Su obra en verso tiene la suficiente excelencia como para seguir interesando cuatro siglos después de su muerte.
La obra en verso de Cervantes tiene la suficiente excelencia como para seguir interesando cuatro siglos después de su muerte. Un artículo de @CarrascalMara. Compartir en XEn mi ya larga carrera dedicada a la literatura, he visto desaparecer buenísimos poetas de nuestro tiempo (algunos demasiado prematuramente), y apenas una o dos décadas después ni siquiera son recuerdo. No es este el caso de Cervantes y es hora de que, sin olvidar el Quijote, nos vayamos acercando también a su obra poética.
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