Pilar Lou Marín (Barcelona, 1962) ha participado en concursos de relatos y publicado algunos en revistas como Arcoiris. Su cuento Una voz para Pablito forma parte de la antología «Desde la infancia» de Un café con literatos. Aunque ha editado poemarios como Aromas del atardecer y Rimando con la vida de forma «tradicional» (en Ediciones Pastora y Lulu, respectivamente), esta autora habitualmente lo hace a través de Amazon. Los versos de Cantando poemas… con alegría y picardía —2014—; La casa triste y otras melancolías —2017—; y los del volumen que hoy nos ocupa, Cogidos de la mano van, han visto la luz gracias a esta manera de publicar. MoonMagazine, atenta a cualquier formato de escritura, quiere, en esta tercera entrega de «Poemarios para un verano sin crímenes», reseñar la obra de una poeta-Amazon.

Se considera muchas veces a la belleza como una esencia aislada de lo real, del vivir cotidiano –y aún en oposición con él–, de modo que las ocupaciones corrientes serían trabas para el creador. Comparto, al contrario, la opinión que ve en la experiencia diaria, viva, una de las fuentes más auténticas de poesía. Su expresión adecuada es un lenguaje directo, sobrio, abierto, que casi no requiera cambio de tono con el de la conversación, pero que sea como una conversación con mayor calidez, mayor intensidad. La misión de este lenguaje es descubrir y no cubrir; descubrir los valores, los sentidos presentes en la existencia y no introducirlos en un mundo poético exclusivo y cerrado.

Forma parte Pilar Lou Marín de este grupo de poetas para los que su tema principal es la vida y sus variopintas manifestaciones. La forma elegida para contar sus versos está bien alejada de palabras rebuscadas o de metáforas complicadas. Como dijo César Vallejo, «la poesía nueva a base de sensibilidad nueva es simple y humana y, a primera vista, se la tomaría por antigua». Antonio Machado ya había sentenciado: «La poesía pura, de la que oiga hablar a críticos y poetas, podría existir, pero yo no la conozco»; y es que ante esa sucesión de asombros que es la vida, la poesía directa es el mejor intento de expresarlos sobre el papel. Fue Hölderlin —y termino de citar— quien anunció que la poesía nunca podría ser un artefacto frío y forzado, sino que debía brotar, al mismo tiempo, de la vida y de un entendimiento que sepa ordenar sensaciones y convicciones. Vamos, como la poesía de la autora que hoy nos ocupa.

Cogidos de la mano van, #poemario de @Lauraliteratura, poesía directa, alejada de formas frías y metáforas rebuscadas, que brota del entendimiento de la vida. Reseña de Manu López Marañón. Share on X

Cogidos de la mano van es un largo y notable poemario que consta de 98 composiciones. Un prólogo (3 poemas) y un epílogo (6) de temática elegíaca flanquean al grueso del libro, que consta de cinco partes: «Orígenes» (15 poemas), «Tiene por nombre amor» (26), «Las pérdidas sufrientes» (15), «Elige una rima» (14) y «Exclusivamente tuya» (19 poemas).

Los nueve poemas de prólogo y epílogo parten de una imagen muy querida por la autora: la foto de su padre y su hija —el abuelo y la nieta—, recorriendo, agarrados de la mano, un sendero. Partiendo de esa instantánea (que además es portada del libro) Pilar Lou Martín plasma un abanico de sensaciones que irían desde la impotencia por saber que asiste a uno de los últimos paseos de la pareja, pasando por los recuerdos felices y emocionados de su niñez —en la que tantas cosas aprendió de su padre—, hasta llegar al elogio de la hija, responsable de tantos momentos de alegría que le hacen reconciliarse con la VIDA.

Cogidos de la mano van / la nieta y el abuelo / en su último verano / que no regresará.

En «Orígenes» asistimos a transformaciones de niñas en sirenas; percibimos el aburrimiento en clase de esa niña diferente; vuelve a aparecer el padre —esta vez en forma de biografía— en el poema «Nacido en aquella tierra» que abarca su vida entera: desde la infancia en un agreste pueblo aragonés hasta la marcha a Barcelona; se retrata a la madre en un tono lleno de promesas y esperanzas que pronto encuentran su amargor; se recuerda a los padres el día de su boda; se recrea la pobreza reinante tras una guerra en la figura, irresponsablemente feliz, de una niña; se rememoran trenes lentos que favorecían encuentros y recogimiento, a las abuelas, y, también, excursiones veraniegas. Por último se nos cuenta cómo la escritura redimió a la autora de una espeluznante realidad sembrando en ella las semillas de la futura poeta.

Se comía poco, / pero algo se comía, / judías de ayuno / alguna verdura / áspera y seca / y tortitas de harina / y algún huevo / en Nochebuena.

«Tiene por nombre amor», la parte más extensa de Cogidos de la mano van, censa las emociones suscitadas por el sentimiento amoroso, un sentimiento radiografiado bien desde su espera solitaria y escéptica o bien desde las casi pornográficas descripciones (un coito en «Sex boom», pero también fogosos anhelos hacia un amante idealizado o esa transformación de la poeta en femme fatale incendiando la imaginación. Semejante arsenal de calientes metáforas ofrece un completo mapa de la carnalidad). Se pasa después a los lamentos por el amante que ya no está, sin dejar de lado los necesarios olvidos para construir otros sueños, o se celebra al amor a través de parejas inaugurales que se entregan, pero sin dejar de cantar también al desamor y a la soledad, que riegan con graves notas la distancia que un día separará a los amantes.

Sex boom. / Tu lengua sabe mucho / de historias prohibidas. / Mis movimientos / te incitarán / a bailar conmigo / hasta el amanecer.

«Las pérdidas sufrientes» vuelve a tratar de la desaparición de seres queridos, pero también sobre emociones y sentimientos que nunca regresarán y que causan aflicción. La enfermedad y la vejez apagando la alegría; la sensación de ausencia; objetos como una cadena convirtiéndose en símbolos perdidos de unión; las canciones, los susurros de amor y las promesas de quien nos dejó… A todo ello la poeta planta cara aunque tal afán se vea cercado por tristes y oscuros pájaros que revolotean en torno suyo: la culpabilidad, los límites temporales de la existencia, la juventud («Aquella juventud perdida») y, por último, la muerte del corazón.

Y ahora… / casi eres como ellos, / teñida de blanco / bailas en la nieve / de tus sienes / entonando a veces / el añorado canto / de aquella juventud / perdida / que ya no tienes.

En los catorce poemas de «Elige una rima» Pilar Lou Martín expone su particular poética, lo que alienta sus versos. Es esta parte la más elaborada y condensada —tal vez por ello la más origina—, y la que, sin desdeñar a las otras, más me ha gustado. No hay poema, rimado o no, que no parta de una osada decisión de su autor, entendiendo a éste como un mago bajo la intemperie que siente la creación con una pasión desmedida no ajena a los placeres eróticos. Pero el desaliento, en forma de voraz león, que tantas veces opaca al artista, y también el exceso de palabrerío que solo sirve para decorar vanamente, son enemigos —nos dice Pilar— de la actividad poética, producto siempre de un alma que no se siente colmada a pesar del asombro continuo que unas palabras bien combinadas puedan provocar… Y es que, a pesar de las dificultades a la hora de versificar, si el artesano le ofrece entregado su trabajo, la poesía acaba convirtiéndose en su musa dándole su eterno amor.

Y el verso le cantaba / aquella madrugada / con todo el ardor / de su apasionamiento. / No podía concebir / ningún sueño / donde no estuviera / la musa de su inspiración.

Por último en «Exclusivamente tuya» se canta a la vida, dirigiendo la poeta sus positivos sentimientos a la mujer en general (en la que destaca prudencia, independencia y sabiduría), al poder de la narración (que permite fantasear en un mundo deshumanizado), a la vida (corta pero que debemos hacer intensa), a la encarnizada pelea contra el aburrimiento, a los placeres de la existencia cotidiana, a la encarnizada lucha para que no se apague el estro poético, a la molesta lluvia de la cual extraemos también palabras poéticas y, por último, se canta a la melancolía (creativa y contraria a la amarga tristeza) y a la esperanza de los días venideros.

Adórname de melancolía / de aquella / que se suspira / en los días de fiesta / de música constante / de lienzos de ilusión.

Adórname de melancolía / de aquella / que se suspira / en los días de fiesta / de música constante / de lienzos de ilusión. Cogidos de la mano van. #Poesía #Poemario. @Lauraliteratura. Share on X

 

 

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Reseña de Manu López Marañón

Diseño de la portada de la reseña de David de la Torre