Este relato es un cariñoso homenaje a la receta Falso Coulant, Postre con Muerte de Chocolate, publicado el pasado 27 de mayo en esta misma casa por el cocinero y compañero de «Firmas», Iñaki Rodríguez. La receta y la fotografía que la ilustra nos causaron grandes desconsuelos que tenemos que vengar de alguna manera. Gracias por vuestra comprensión.
Coulant de Chocolate, La Venganza
“El Falso Coulant es una variante del famoso postre de chocolate patentado por el chef francés Michel Bras en 1981 en su restaurante de Laguiole, en la meseta de l’Aubrac, al suroeste de Francia. El Coulant o Muerte de Chocolate es un pequeño bizcocho de chocolate con el interior fundido. Se elabora introduciendo una ganache congelada dentro de la masa del bizcocho, antes de hornearlo. De ahí, ese interior líquido”.
Iñaki Rodríguez, 27 de mayo de 2015.
Oyó un extraño ruido que procedía de la cocina. Se quitó las gafas y las dejó sobre la mesa del ordenador. El salón, luminoso y confortable, recogía en cuarenta metros cuadrados todas las cosas que hacían feliz a Iñaki: una estantería repleta de libros de cocina, un televisor de plasma, un sillón de ante de cinco plazas, una alfombra que había comprado cinco años atrás, en un viaje, y su ordenador. El artilugio, que utilizaba diariamente para escribir recetas, reposaba sobre una mesa de madera amplia y llena de cachivaches: taza de café, fotografías, libros de consulta, cuadernos de notas…
Se incorporó despacio, metió la silla y caminó con sigilo hacia la cocina.
Abrió la puerta. Asomó la cabeza y encontró la nevera abierta de par en par. “No puede ser –pensó–. Siempre cierro la nevera”. Al adelantarse para corregir tal extraña y poco conveniente circunstancia percibió un portazo a la espalda.
Se giró rápidamente.
Y allí estaba ella, la Dama del Coulant, pegada a la puerta recién cerrada.
–No tenías que haber publicado esa receta a finales del mes de mayo. Y lo sabes –le susurró.
–Se trata de una iniciativa inocente –argumentó Iñaki con la voz entrecortada-. El pacto entre cocineros y musas de la belleza ha ido cambiando con los años. “La muerte de Chocolate” ahora es un nombre más, completamente alejado de leyendas oscuras y maldiciones.
–¿Eso crees? –preguntó la dama, ladeando la delicada cabeza.
Iñaki continuó empeñado en llenar el espacio comprimido que los separaba con explicaciones y teorías. Sabía que las palabras, en la cocina y en los pactos oscuros, en cuestión de segundos se volvían ligeras y débiles. Pero tenía que intentarlo.
La dama levantó un brazo, mostró sus uñas duras y afiladas como espadas, giró la mano hacia su propio pecho y lo abrió en canal. El chocolate líquido empezó a caer a borbotones, empapó por completo su piel helada, bajó y comenzó a cubrir las baldosas.
“La muerte de Chocolate –pensó Iñaki–, ¡no queda tiempo!”.
Apartó a la dama, abrió la puerta y corrió al salón.
Esperaba reencontrarse con la vida que había construido y amaba. ¡Iluso! Solo permanecían cuatro paredes descascaradas y un manto espeso de chocolate que cubría todo el suelo.
Había quedado desprovisto de identidad y pertenencias. El líquido del Coulant seguiría avanzando y llenándolo todo hasta que su cuerpo, el cuerpo del pecador y traidor de pactos, frágil y desnudo, desapareciera en el olvido.
Cuidado, La Dama del Coulant de Chocolate ataca. @JudithBoschM y Rafa Hierro. Share on XCon todo el cariño, dedicado a nuestro compañero, Iñaki Rodríguez.
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