De un dios ciego es el nuevo poemario de Rosa García-Gasco, publicado por La Consentida.
Reza en la sinopsis que es una bajada a los infiernos, y tal vez, un ascenso, en forma de luz que deslumbra y arranca todo desde sus cimientos.
Una bajada a los infiernos, pero no avanza sola en la oscura noche. Virgilio, el guía del inframundo, abre este poemario que plasma las etapas del duelo, trazando un camino donde la pérdida se convierte en palabra, y la oscuridad, en verso.
Con un estilo depurado y contundente, los poemas de De un dios ciego nos ofrecen imágenes poderosas con unos versos sin métrica, con un ritmo entrecortado que simboliza el quiebre de la voz bajo el peso de la pérdida. Los poemas la enfrentan con un lenguaje preciso, a veces áspero, siempre honesto. No hay artificios ni concesiones, solo la palabra desnuda, dispuesta a iluminar hasta las zonas más oscuras del duelo.
El primer poema «Stigmata» representa el impacto inicial de la pérdida.
Hay una sensación de desgarro, como si el dolor fuera físico y el corazón fuera arrancado, triturado y devuelto.
La imagen de un corazón frágil y duro sugiere la contradicción entre la vulnerabilidad y la resistencia ante el sufrimiento.
Se percibe una lucha interna entre aceptar el dolor o resistirse a él:
Aquí hay un corazón frágil y duro/ lo llevas siempre al aire, a pecho abierto/ y el dios lo abraza y lo devora/ lo besa y lo hiere…
El duelo es como una marea: a veces parece que retrocedes, pero en realidad sigues avanzando, aunque sea a golpes, aunque el camino no sea recto. Así de duro y honesto es De un dios ciego, con sus avances y retrocesos. Cuando el poemario parece avanzar hacia la negociación con «Tú quieres irte»: «Perdóname/ solo quiero decirte/ que eres mi sol y mi camino…», la ira y la tristeza irrumpen de nuevo en «El muro, la jaula, el desierto»: «Mi silueta contra los barrotes, mi sombra divisada desde el suelo/ a vista de pájaro de otros/ enloquecido…».
Finalmente, la aceptación llega con «Now you are free», donde los versos reflejan cómo el duelo encuentra su descanso:
Se cumplieron los días/ febrero vuelve y tú estás en los almendros…
El tiempo ha pasado, pero la ausencia se transforma en presencia intangible, en una forma de compañía que ya no duele de la misma manera: «vienes a estar conmigo si me duermo…».
Dice Xuan Folguera en el prólogo que el lector de este poemario ha de ser alguien activo y comprometido, que se atreva a leer o a escuchar de forma atenta. Y yo añado que Rosa García Gasco, con una voz intensa y luminosa, deslumbra, pero también transforma, logrando que quien ha perdido a alguien se sienta comprendido y acompañado. Gracias a autores como Rosa no seguimos solos en la oscura noche.
De un dios ciego, reseña de @soniayañezcalvo. @rosaggv, con una voz intensa y luminosa, deslumbra, pero también transforma, logrando que quien ha perdido a alguien se sienta comprendido y acompañado. Compartir en XRosa García-Gasco (Toledo, 1980) habita las pendientes de una ciudad de la sierra madrileña y los escarpados pasillos de un renombrado IES desde hace más de una década. Pero todo es contingente y, ni siquiera un Doctorado en Filología Griega ni un Máster en Teatro, ni las demás ciudades habitadas, ni aquello que paga las facturas mensuales, dará nunca una definición completa de nadie. Tal vez ayude saber que ha publicado más poemarios (El dormitorio de las golondrinas, en esta misma editorial) y alguna novela (Seiwa y el libro de los caminos, Alejandría ediciones). Pero, también, que las lenguas y la cultura clásica, los escenarios independientes, las tarimas de las aulas, el mundo, cada vez más desapegado del conocimiento, y los documentos Word o las hojas de cuaderno vacías son, básicamente —o eso dice ella —, la misma trinchera. Si quieres conocer más detalles (prosaicos o no), no te será difícil encontrarla.
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