«El poema no es la llama, sino la cicatriz de la gozosa quemadura de un conocimiento nuevo», nos indica Ada Salas; quien considera la poesía: hallazgo, revelación, descubrimiento. Y este es el sentido que también le otorga Jesús Cárdenas en este poemario, un modo de caer en la cuenta, como afirmaba José Ángel Valente, de descubrirse a sí mismo, de profundizar, de hacernos ver; aunque el proceso sea arduo, tormentoso y nos tengamos que enfrentar a nuestro vértigo.
Desvestir el cuerpo contiene en sí un triple plano: por un lado, poemas amorosos en los que se dialoga con un tú, la amada; por otro, poemas metaliterarios referentes a la inspiración, la escritura poética y su finalidad; incluso podríamos hablar de un tercer plano, el existencialista, pues la voz poética va en busca de su identidad, de respuestas, pero también del sentido de la vida, y más ante el dolor.
Como hemos referido anteriormente, los versos conversan con un tú que pudiera ser la amada, en ocasiones la propia poesía, o bien un desdoblamiento del propio sujeto poético, quien dialoga consigo mismo para reflexionar sobre temas como la poesía, el amor, el paso del tiempo y sus vivencias.
Encontramos referencias bíblicas y cierto sentido sagrado en el título, Desvestir el cuerpo, pues como nos dice en su poema «Esto que ves soy yo», el cuerpo es el poema en el que la voz se despoja y se entrega al lector, mostrándole un itinerario y una verdad; igual que es el cuerpo que se entrega a la amada. Esta identificación de poema y autor se halla muy presente en la primera parte, Todos los espejos. El espejo funciona como metáfora, la poesía será el espejo del ser —afirmando la autenticidad y verdad en el poema— y del lector que se refleje en sus versos; pero la amada y el amor actúan también como un espejo. Nos advierte que habrá de tener cuidado porque ese espejo nos puede cegar.
Esta entrega del poeta al mundo a través del acto creador, y la tensión entre muerte y salvación nos puede recordar a la poesía de Carlos Rodríguez, así como por su estilo simbolista.
Comienza el rito del amor y de la escritura poética cuando uno ya ha sufrido tristes zarpazos y ha sentido la fulgurante luz que nos puede derribar. El sujeto se encuentra por ello en un estado de dudas, temor, cansancio, desencanto, incredulidad y confusión, sirviéndose de la escritura para salir del laberinto y disolver la niebla; aunque escribir suponga mirar y asomarse en soledad a su particular acantilado, enfrentarse a él, resistir la angustia. La escritura a veces nos refugia, y otras, nos empuja a una batalla en la que está cada vez más lejos la realidad del deseo. Nos asomamos y solo vemos nuestras ruinas. Estos poemas que escribe en la noche son:
«…como un grito/ de todos los naufragios».
Desvestir el cuerpo. Jesús Cárdenas Sánchez
El poema nace de lo hondo y de la emoción, nos remueve y cuestiona —nos dice en su poema «Nos remueven por dentro los espejos»—, le ayuda a reconstruirse, liberarse de un pasado que lo detiene para volver a empezar de nuevo:
«Me acercaré a la vida nuevamente / hasta volcarme, gota a gota, en ti».
Desvestir el cuerpo. Jesús Cárdenas Sánchez
En cuanto a su poética, rechaza inútiles artificios, la novedad, las máscaras que nos lleven a equívocos, en busca de lo profundo y verdadero. La poesía nos salva de la fuga de lo vivido:
«Parecen sueños los días que ardieron. / Tal vez algo debiera ser salvado, / unas cuantas imágenes, al menos».
Desvestir el cuerpo. Jesús Cárdenas Sánchez
Alude igualmente a la idea de Calderón de la Barca de la vida como una ilusión.
Nos retrata su proceso creativo, la depuración del lenguaje hacia la esencialidad, esos huesos que quieren ser poemas.
La falta de estabilidad y la fugacidad de la belleza, del tiempo y de la vida, o la infancia perdida son los temas relevantes en su segunda parte, Cristal ahumado, donde el pasado es un laberinto cenagoso por el que cruza para reconocer finalmente que:
«Todo estaba, ahí delante, / esperándonos ante nuestros ojos / como fruto maduro / para dar sentido al mundo: / el deseo, la herida y el poema».
Desvestir el cuerpo. Jesús Cárdenas Sánchez
Rememoramos el furor, la pasión y sus cenizas, el vuelo y la caída, el temblor y su desmayo, en un juego de paradojas y contrastes. Y la palabra, la palabra que germina y nos salva del olvido. La poesía como testimonio de un tiempo y su elegía a todo lo perdido. Atravesamos este viaje interior del protagonista, la regresión al pasado y a la infancia hasta llegar a la madurez, a la aceptación de los sucesos y reconstrucción personal a fin de poder continuar.
En su tercera y última parte, Callada ceniza se produce un giro y el tono es más celebratorio, se canta a la vida y a sentirse vivo, a pesar de lo que nos pueda acechar, del dolor de la soledad, donde la poesía y el sentir serán sus guías:
«un fuego confundido / entre consuelo de la luz / y callada ceniza».
Desvestir el cuerpo. Jesús Cárdenas Sánchez
El camino va llegando a su final, el presente, al principio de un nosotros, con esa luz y ese fuego —el del amor y el de la poesía— resiste y resisten.
Para terminar, indicar que el libro se enriquece con el prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor, en el que encontramos todas las claves del mismo, y con el epílogo de Luis Ramos de la Torre, quien define este poemario como un hogar del que resurgir, los lectores serán testigos de una resurrección.
Desvestir el cuerpo es el octavo poemario del poeta, crítico literario y profesor Jesús Cárdenas Sánchez, por lo tanto, nos encontramos con una voz madura, una poesía simbolista cargada de emoción, intimista, reflexiva, en busca de la verdad y del autoconocimiento, en la cual el sujeto se descubre y se reconstruye, como también lo hace con y en el amor. Ambos fuegos reavivan más la vida, la dotan de un mayor sentido.
Desvestir el cuerpo, octavo poemario del poeta, crítico literario y profesor Jesús Cárdenas Sánchez. Una voz madura, una poesía simbolista cargada de emoción, en busca de la verdad y del autoconocimiento. @AlveaAna @LasturaEdition Share on X
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