Donde todo se ve, de Silvia Savall
Apenas conocía la obra de Silvia Savall, su poesía, pero lo que he podido leer de ella ha sido como estar viendo un arco iris en el que se conjugan la perfección y el contraste. Si tuviera que hacer un símil de Donde todo se ve, diría que es la arquitectura perfecta de un edificio sólido, en el que Silvia Savall ha empleado materiales de primera calidad y ha obviado los ornatos. Porque las pompas de jabón, por sutiles y delicadas que sean, duran lo que tardas en leerlas. La buena poesía es la que deja posos en el alma y nos conmueve los adentros con sensaciones, emociones y sentimientos. Este último no es otra cosa que el estado de poslectura que sigue taladrándonos las meninges y nos obliga a hacernos preguntas, a veces sin respuesta, porque solo el poeta sabe lo que escribe. Los demás, sentimos y nos emocionamos con sus letras, con lo que parecen decir, con lo que no dicen y con lo que trasciende a la propia palabra. Es, repito, ese estado que nos deja un regusto de bienestar duradero. Y esa es la poesía de Silvia Savall, la que perdura en el tiempo y exige interrogantes.
La buena #poesía es la que deja posos en el alma y nos conmueve. Esa es la poesía de @silvia_savall, la que perdura en el tiempo y exige interrogantes. #Reseña de #DondeTodoSeVe, por José Mª García Plata. @Edicirculorojo. Share on XDonde todo se ve se divide en cuatro partes y, como una sismografía, va mostrándonos el estado emocional de su autora, marcándonos los puntos de tensión y los de sosiego.
En la primera parte, Silvia Savall siente un latido profundo de lo que fue el amor. Un amor que arrastra un doloroso calvario desde tiempos atrás, pero que ya, al principio de esta obra, pueden verse los primeros atisbos positivos de un arco dramático en el que, su protagonista gira hacia el punto de felicidad anterior al viaje iniciático propuesto:
Por excelencia,
llevo dentro tu lumbre de oro
en las entrañas.
Precisa y preciosa imagen la que nos ofrece. Y en la siguiente estrofa, perteneciente también al primer poema, y que contiene su título, vemos el giro del que hablábamos:
Ahora,
que estoy junto a ti, amor mío,
«sé que amar es otra cosa».
Silvia Savall con sus versos íntimos, cristalinos, trata de olvidar los conflictos creados con anterioridad. Quedarán las cicatrices como único recuerdo de un tiempo peor. Y el temor, la desconfianza y las dudas le permitirán, no obstante, abrir poco a poco la puerta de su corazón, hasta amar con entrega y sin remilgos:
Ya ves, amor,
entraste en mi vida sin cita previa
y aún nos faltan horas para besarnos.
Sin embargo, a ratos, las cicatrices se les rebelan, ahora sin sobresaltos:
Recuerdo mis cicatrices.
No hablaré de ellas,
las dejé ir
junto a las tragedias
de otros.
Imágenes perfectas a base de metáforas apropiadas nos deleitan a lo largo del poemario:
Yo era luz de emergencias
en un coche averiado,
cuatro ruedas desgastadas de tanto girar
por una autopista suicida.
En la segunda parte, Silvia Savall nos muestra su sensibilidad por las injusticias que aquejan al mundo, y las denuncia una por una de forma tajante y valiente. En su cuarto poema, sobre el bullyng, deja entrever una angustia en la que supuestamente pudo haberse visto inmersa:
Sobrevivo en esclavitud
en la tierra de los demás
excluyéndome de la mía propia.
A través de la palabra, que es como Silvia sabe hacerlo, tratará de minimizar la barbarie de esta sociedad injusta, pero las circunstancias adversas le harán ver que ella no es más que un grano de arena que pretende cambiar la estructura del desierto.
En la tercera parte, el desamor la lesiona de nuevo, pero ahora las heridas no son tan profundas. Se suceden las súplicas, los silencios, las esperanzas y la resignación de una forma sosegada. Dice del desamor:
Es un tren sin raíles,
un bisturí en el pulso,
la autopsia que recorre
la sangre.
O esta estrofa:
Todo es ruptura y auge,
ruego y desafío,
testigo y cómplice
de que solo existes
en este poema.
En la cuarta parte imprime fuerza a los versos. Diríase que algunos rayan el delirio de la desesperación.
Intento destruir
el impacto que produces
cuando te acercas,
desnudo,
sin voz.
O la siguiente:
Ahora
que conozco tu figura
y está grabada en mis manos
como hoguera,
volvamos a ser poetas.
Quememos el penúltimo cartucho.
Silvia Savall se despoja de los demonios en «Donde todo se ve», y a pecho descubierto hace la travesía, vaciando su alma. Quizás se haya descargado de algunas cruces que les laceraban, pero de forma sublime, con verso equilibrado, ha hecho partícipe al lector de sus quejas. Porque sus letras duelen al leerlas y te sientes concernido con su autora. ¿Quién no ha sufrido por amor?
En #DondeTodoSeVe @silvia_savall se despoja de los demonios y hace la travesía, vaciando su alma y haciendo partícipe al lector con su verso equilibrado. #Reseña por José Mª García Plata. @Edicirculorojo. Share on XDejo constancia de haber leído un poemario sin fisuras, rico en técnicas y en contenido. No en vano Donde todo se ve ha sido premio de poesía 2018, en la Editorial Círculo Rojo. Enhorabuena, Silvia, y mi agradecimiento por concederme este honor, que no merezco.
Un poemario sin fisuras, rico en técnicas y en contenido. #DondeTodoSeVe de @silvia_savall, premio de poesía 2018 @Edicirculorojo. #Reseña de José Mª García Plata. Share on X
Donde todo se ve
Autora: Silvia Savall
Tapa blanda: 144 páginas
Editor: Editorial Círculo Rojo; Edición: 1 (4 de abril de 2017)
Idioma:Español
ISBN-10: 8491601457
ISBN-13:978-8491601456
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Reseña de © José María García Plata
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