La mujer no tiene de qué reírse cuando se hunde el orden simbólico.
Julia Kristeva. 1974
Mujer y libertad
Las mujeres de hoy somos las legítimas herederas de un viejo amor femenino: el amor a la libertad.
Esa libertad nace y renace de nuestra propia capacidad de cambiar y transformarnos. Nace de nuestra capacidad de darnos un origen propio.
Ese viejo amor lo vivimos a diario en el orden simbólico a través de distintos lenguajes: la palabra, la denuncia, la reivindicación, la ampliación de la conciencia de género, la crítica y la autocrítica, la conciencia de los límites impuestos y autoimpuestos.
Las mujeres de hoy somos las legítimas herederas de un viejo amor femenino: el amor a la #libertad. Share on XHacemos lo posible por hacer visible lo invisible.
Le ponemos palabras al silencio. Desobedecemos.
Nos juntamos para conocernos, rompemos el aislamiento.
Hablamos, levantamos la voz. Nos escuchamos, reconocemos que lo personal es político.
No nos gusta la obediencia, ni la secundariedad, ni el aislamiento.
Realizamos, hacemos realidad nuestros sueños. Buscamos. Nos atrevemos con nuestros deseos.
Y además, gestamos, parimos, amamantamos, somos multiorgásmicas hasta los 90 años… ¡Es mucho!
Las mujeres de hoy le ponemos palabras al silencio. Desobedecemos. Share on XEs mucho, sí. Por eso despertamos (sin querer) celos, envidia, competencia, amenazas de castración inconscientes y eso da miedo, es un sentimiento fuerte y creen que necesitan controlarnos. Tenernos bajo su dominio. Convertirnos en su propia servidumbre.
El verdadero salto cuántico de la mujer moderna es cuando decide llevar al mercado, no lo que tiene, sino lo que es.
Y entonces… la mujer sale al mercado social a decir lo que tiene para decir, a mostrar lo que piensa, lo que ella cree, lo que hace con eso que piensa, lo que escribe, lo que enseña, lo que aprende, lo que desea, lo que sueña.
Sale al mercado a decir quién es y aprende de lo que dicen otras mujeres, crece, madura.
Sale al mercado sabiendo que es como todas: una metáfora de su propio género y sabiendo que lo personal es político.
Sale y se lo dice a otras mujeres que la escuchan y si lo que dice les pega en algún lado, la creen, la dan por buena y comienzan los procesos de transformación en todas.
La mujer sale al mercado a decir quién es y aprende de lo que dicen otras mujeres, crece, madura. Share on X¿Seremos Casandra?
¿Se acuerdan de Casandra condenada a no ser creída, como toda mujer inteligente y sensata?
Artículo de Liliana Mizrahi
Escritora y psicóloga argentina de origen sefardí. Ha publicado libros de ensayo como La Mujer Transgresora, Las Mujeres y la Culpa, y Mujeres en Plena Revuelta; poesía, Los Mágicos Juegos, Bautismos y Fundaciones, Hembras del Ave del Paraíso y «Quién me mató madre, artículos periodísticos en Tiempo Argentino, La Razón, Página 12, en revistas como El Porteño, Para Ti, Claudia, Viva, y otras.
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