El hombre de la gasolinera, de Francisco Javier Sánchez Manzano

El hombre de la gasolinera, de Francisco Javier Sánchez Manzano, es una novela con todos los elementos para engancharte. Cuando cae en mis manos un libro de un autor que no conozco, siempre lo empiezo con la natural reserva, y, a veces, como es el caso, aparece uno que te sorprende de verdad.

La acción transcurre en el desierto de Utah, en Estados Unidos. Nuestro protagonista, Matt Lucas, trabaja en una gasolinera en medio de ningún sitio. Él llama a este sitio «la nueva dimensión» porque viene huyendo de algo, quizás de sí mismo. Es inquietante, no sabemos nada de él. Hace su trabajo, come chocolatinas y escribe un libro en sus ratos libres. A raíz de un percance en la carretera, Matt empieza a contarnos su pasado, una historia increíble y triste que nos hace comprender mejor al protagonista.

La segunda protagonista en Emily Macer, una periodista de medio pelo que asciende gracias a una ambición desmedida y a un trabajo que cae en sus manos por casualidad: una entrevista con los héroes del tren, tres chicos que salvaron a todos los pasajeros de un ataque terrorista. Cuando empieza a ver fallos en la historia de los héroes, empezamos a reconstruir el puzle de estos dos personajes.

Los dos se conocen porque una vez a la semana Emily echa gasolina y charla con Matt de libros.

En la siempre controvertida clasificación de las novelas, El hombre de la gasolinera es una novela negra, una de las primeras rural noir. Esta corriente ha empezado a imponerse después con mucha fuerza, asesinatos en el medio rural, con un ambiente cerrado y asfixiante. También hay que señalar que esta novela intenta ser un homenaje a los wéstern, en un desierto en el que aparece un grupo de asesinos a cobrarse venganza. Podemos casi imaginarnos los tiros saliendo por todas partes.

El hombre de la gasolinera, de @fjaviersanmanz, es una novela negra, una de las primeras rural noir y un homenaje al #wéstern. #Reseña de @velasco_maya @esdrujulaed. Share on X

Las reflexiones introspectivas de Matt no retrasan en modo alguno la acción. Nos muestran un personaje que ha sufrido, pero sobre todo que ha reflexionado sobre la vida, sobre la maldad y la bondad, sobre la violencia. Un hombre que busca escapar de ese pasado que siempre vuelve y que no quiere repetir. El hombre de la gasolinera fue un niño deseoso de agradar a su padre, quiere, necesita llamar su atención, necesita su cariño y eso es lo que le lleva a convertirse en lo que es.

En el pasado viví mil vidas falsas y mil veces quise empezar una vida verdadera. No lo conseguí.

Para Matt la nueva dimensión es, por tanto, el comienzo de una nueva vida en un lugar desconocido, nuevo también. Una forma de dar carpetazo a su pasado.

«En el pasado viví mil vidas falsas y mil veces quise empezar una vida verdadera. No lo conseguí». Matt Lucas. El hombre de la gasolinera, @fjaviersanmanz #reseña @velasco_maya @esdrujulaed. Share on X

Francisco Javier Sánchez Manzano denuncia en esta obra el falso periodismo en que lo que importa no es la noticia, sino vender periódicos. Cómo se puede ascender a un periodista a la cresta de la fama y hundirle en un segundo. Pero lo que más nos hace reflexionar es la soledad de los personajes, materializada quizás en el desierto que rodea a Matt y la absurda cabina telefónica que hay en medio de este. ¿Representa una salida a esta inmensa soledad o es solo un anacronismo?

Y El hombre de la gasolinera por fin nos plantea si es posible huir del pasado o siempre nos perseguirá, allá donde vayamos. ¿Hay una vida posible sin violencia, sin maldad?

El hombre de la gasolinera, de @fjaviersanmanz, nos plantea si es posible huir del pasado o siempre nos perseguirá allá donde vayamos. #Reseña de @velasco_maya @esdrujulaed. Share on X

El hombre de la gasolinera no es solo una novela de entretenimiento más, sino que nos hacer reflexionar sobre estas cuestiones.

Un ronin. Eso es lo que soy. Despreciado por quien yo consideraba mi padre, abandonado por mi verdadero padre. Un ser errante, sin familia ni amo: no conozco el camino de vuelta a casa porque nunca la tuve.