El ojo de la garza. Ursula K. Le Guin
Antes…
Nunca he llamado reseña a lo que escribo tras la lectura de un libro. Las reseñas tienen un carácter de análisis crítico que no suelo practicar, en parte porque suele haber un alto grado de subjetividad en el diálogo que entablo con el libro, primero, y luego con el papel. La manera en que me afecta, las imágenes que me sugiere, esa especie de acompañamiento sensorial que ha rodeado la lectura; todo acaba por filtrarse en mis comentarios. Por eso prefiero llamarlo impresión, porque es la forma tangible de la huella que me deja.
Para mi estreno en MoonMagazine he escogido El ojo de la garza, una novela de Ursula K. Le Guin, una de mis escritoras preferidas de ficción especulativa. O preferidas a secas, sin otras etiquetas. No es la mejor de sus obras, pero contiene buena parte del ideario (y del imaginario) de la autora. Y, por supuesto, la recomiendo.
El ojo de la garza
Viaje estelar
Vuela hacia donde anidan las estrellas. Aléjate en el espacio y el tiempo hacia un lugar donde empezar de nuevo. Un planeta donde la gravedad de la memoria tienda a cero y la historia pueda vestirse de blanco. Pero no te lleves vida humana alguna porque, entonces, no funcionará.
Los libros de Ursula K. Le Guin no son simples puertas hacia otros mundos y otros tiempos sino que estudian, con inefable obstinación, desde un punto de vista social y antropológico, los mecanismos del comportamiento humano (aun cuando sus personajes no sean estrictamente humanos). Entregarte a ellos es una aventura que va más allá de los fuegos de artificio de la ficción.
El ojo de la garza explora un mundo mucho más cercano, social y cronológicamente, que las obras enmarcadas en el ciclo del Ekumen, poblado por hombres y mujeres en los que se reconoce el lastre de siglos de errores repetidos. El paraje es exótico y sugerente; el carácter de los hombres no cambia.
Un planeta llamado Victoria
El planeta Victoria es en realidad un mundo de derrotados, de exiliados de una futura Tierra que los abandonó a su suerte, quizá esperando que se exterminaran entre ellos. Los hombres que lo habitan se agrupan en dos castas: la gente de la Ciudad, descendientes de quienes fueron expulsados por ladrones y asesinos, y la gente del Arrabal, herederos de un movimiento pacifista que sufrió el destierro varios lustros después.
Pese a haber llegado de la Tierra, carecen de una tecnología sofisticada y viven de lo que los arrabaleros cultivan y trabajan. Los ciudadanos disfrutan de privilegios aristocráticos que los retrotraen a las más viejas costumbres de sus antecesores; mientras los hombres gobiernan con mano dura, las mujeres permanecen en el hogar, se casan y dan a sus maridos una prole generosa.
En este entorno surge el conflicto que da pie a la crítica social, política y ética tan propia de Le Guin, guiada por una trama aparentemente sencilla y sin altibajos: la relación de una hija de la Ciudad, Luz, con la gente del Arrabal y la búsqueda de su identidad, tanto íntima como dentro de la comunidad.
Esta princesa en una torre de cristal, de la que es rey su padre, tiene su contrapunto en un hijo del Arrabal: Lev, el aliento casi mesiánico del deseo de libertad. En ellos reside la fuerza de la historia, en la línea sutil que los une atravesando las barreras establecidas y el proyecto de un viaje con el que ampliar sus fronteras.
Entre los dos extremos de una línea
Dudar, errar, aprender aunque sea a bofetadas; así es la vida. La duda es necesaria hasta que llega el momento de posicionarse o te ahogará la falta de definición, si bien aferrarse demasiado a las ideas puede ser tan tramposo como manotear con torpeza entre ellas. La flexibilidad es un arte; caer en la ortodoxia y el maniqueísmo resulta demasiado tentador.
Aquí, la fuerte carga ideológica de Le Guin se sirve de la contraposición de los opuestos para poner de manifiesto, sorteando con habilidad el tono panfletario, las diferencias de los dos grupos sociales enfrentados. Una confrontación a través de la cual, más que en la lucha de clases, profundiza en el aspecto más filosófico de la lucha de poder y la forma de entenderlo. El sentido moral y ético que lleva del pensamiento a los actos es la nota persistente.
Dos mundos contrapuestos, una novela sobre el camino hacia la madurez. @biblio_zazou Share on X
Es también una novela sobre el camino hacia la madurez, la de los personajes y la de una sociedad todavía en construcción. Sobre el poder de la tradición y la toma de decisiones que pueden condicionar la estabilidad de un mundo. Sobre el sentido de la violencia, sobre el concepto de orgullo y sobre el ideal utópico. Y siempre, por encima de todo, sobre la libertad.
Todo ello contenido, sin excesos ni rellenos, en apenas doscientas cincuenta páginas de escritura nítida y a menudo desnuda, salpicada de pequeños destellos reveladores. Es como esa arena por la que ha pasado el mar, tan lisa y simple y dura: una vez has caminado sobre ella, te das cuenta de que te ha ido calando hasta no poder desprenderte de su secreta humedad.
Vuela hacia los confines de tu libertad. Distánciate de lo que te limita y empieza a crear de nuevo. Aligera el peso de la memoria y construye un mundo al que puedas llamar hogar.
Hace menos de una semana que hablamos de esta autora, frente a frente, con un Nestea y una Coca Cola light en la mesa a la que nos sentábamos, y ya está en mi lista de futuras (muy próximas) lecturas.
Estas "impresiones" tuyas, que tanto me gustan, son un nuevo punto a favor para adelantarla en la cola y situar a la autora en la de lecturas inmediatas 🙂
Muchas gracias, Zazou. Eres un pozo sin fin de sabiduría literaria.