El origen del Manga
El Manga es un arte que cuenta hoy en día con muchos seguidores. En principio, y ante mis propias dudas, dejo libre albedrío a vuestra curiosidad y os invito a ahondar un poco más en los orígenes de este arte, que, de lo único que nos hace estar seguros es de que se remonta a muchos siglos atrás. Podríamos optar por las fuentes que nos dicen que tuvo lugar sobre el siglo VII a.C., o bien con los que opinan que se originó en el XI de nuestra era. Pero, qué os parece, si en esta ocasión y por centrarnos, nos quedamos en esta última. Pues, vamos a ello.
Las primeras viñetas realizadas en este siglo, por un sacerdote budista llamado Toba, eran plasmadas en tiras de papel pergamino que podían llegar a medir los veinticinco metros de largo. Su lectura se realizaba de derecha a izquierda y, generalmente, representaban sátiras donde diferentes tipos de animales adoptaban comportamientos humanos. Puede decirse que, gracias a ello, nacieron las primeras manifestaciones caricaturescas que se dieron en llamar los chôjûgiga o “Rollos Animales”.
Más tarde, ya en los albores del siglo XV, este arte, en constante transformación, optó por utilizar la madera como soporte para, en esta ocasión, plasmar las sátiras más diversas y dispares que podríamos imaginar. A fin de que os hagáis una ligera idea y por citar algunas dellas: erotismo, escatología y cosmología, comenzaban a estar presentes.
Como quién no quiere la cosa, hemos llegado al siglo XVI, en el que, Shumboko Ono, recopiló en un libro toda una colección de imágenes y textos antiguos gracias al cual, surgió berberipidoso (palabra derivada de los símbolos chinos llamados “Man”. Su significado vendría a ser: “a pesar de uno mismo” o “laxo») o la tradición Toba-e. Puede decirse que, de la incorporación de estos elementos de arte secuencial, nació el dibujo Manga, nombre que debemos al artista Hokusai Katsushika, creador del actual término Manga, a principios del siglo XVII. Este pintor y grabador japonés, vio la luz en Edo y se estima a este artista como el máximo ejemplo de la escuela de grabados o pinturas del mundo flotante, denominados Ukiyo-e.
Alrededor de finales del siglo XVIII, la influencia de Ukiyo-e y Chōjū Giga (caricaturas de animales antropomorfos), fue clara a la hora de la masiva producción de novelas ilustradas cuya principal característica era su bajo costo. Estas novelas, llamadas kibyōshi, salieron al mercado encuadernadas con llamativas tapas amarillas y claros atisbos del Manga que conocemos.
Hemos de reconocer que, gracias a la inestimable colaboración del artista Kitazawa Yasuji en la página cómica semanal del popular diario Jiji Shimpo, se popularizó este arte incipiente del Manga. Por entonces, corría ya el siglo XX en el que siguieron publicándose una serie de libros baratos a los que denominaban akabon o libros rojos, que llegaron a hacerse muy populares entre los adultos.
Conocido como el abuelo del Manga japonés, el popular autor de akabon, Osamu Tezuka, se atrevió ya a aplicar técnicas cinemáticas a las que añadió efectos de sonido y largos argumentos narrativos donde se desarrollaba profundamente el perfil de los personajes, utilizando diferentes géneros del Manga.
Los años 50 al 70 fueron testigo del impulso más potente para que este género se convirtiera en una próspera industria sin igual entre las masas. Ello se logró gracias a la puesta en el mercado de volúmenes de manga gekiga, considerados libros más sobrios que sus antecesores, kibyōsh o akabon.
No dudemos pues de la importancia económica y cultural que supuso el manga en Japón, ya que, más del 25% de los materiales que se imprimen en el país, hoy en día, pertenecen, en su mayoría, a este tipo de género.
Argumentos comprensibles y hondos personajes, así como la facilidad con que se pueden obtener en el mercado, hacen que el Manga tenga multitud de fieles seguidores en todo el mundo, ya sean niños o mayores.
La mayoría de los Manga más populares, llegan masivamente a la televisión. Anime, figuras coleccionables , y todo tipo de objetos relacionados con este arte, se encuentran fácilmente en el mercado, como por ejemplo en la web www.tusideaspararegalar.es , por no hablar de los populares videojuegos, presentes en las colecciones de los más exigentes.
Se que a veces, peco de nostálgica pero, por mucho que evolucione este género, nunca echéis en el olvido a clásicos como Saint Seiya y sus Caballeros del Zodíaco, o a aquel poderoso robot tripulado, Mazinger Z, defensor a ultranza del bien. Me agrada comprobar que aún siguen en el recuerdo y se mantienen representados con toda justicia en multitud de objetos y complementos (tazas, camisetas, peluches…).
Y llegando al final, me gustaría hacer mención a una de las series más exitosas:
One Piece (1997), con más de 260 millones de copias vendidas entre los años 2007 a 2012, algo nunca visto en la historia de la revista Shōnen Jump. Se trata del decimoctavo anime más largo, hasta el momento. Creado por el japonés Eiichirō Oda y versionado para anime por Kōnosuke Uda. Tras una pequeña encuesta realizada entre mis amigos seguidores de esta serie, reflejan como favorita la figura de Monkey D. Luffy, protagonista de esta larga historia. A título personal, pienso que su encanto reside en la valentía que le aporta esa aparente ingenuidad dotándolo a su vez, de una gran ternura.
Tras este breve, pero intenso paseo por tan antiguo y próspero arte, me despido mirando esa gran luna roja que asoma por mi ventana. Redonda y brillante, como los entrañables ojos de esos personajes que nos han ocupado y que ya forman parte de una legendaria historia.
Rosa Ayuso es miembro de la página Artistas-Creadores de Moonmagazine (Haz clic aquí)
Sin Comentarios