Silencio
Vivimos en un mundo en el que todavía se guarda silencio ante la violencia. ¿Todavía? Categóricamente, sí. Las guerras, con sus limpiezas étnicas y hambrunas, propician que la vida del ser humano tenga, cada vez, menos valor. Y guardamos silencio, nosotros, ellos. No estoy contando nada nuevo, ¿verdad?
Por otra parte, ¿cuánto vale la vida de una mujer en países como Senegal, Pakistán o Irán?
Tenemos respuestas, pero el mundo sigue acercándose ese dedo ensangrentado a la boca. Silencio.
La lista es larga. Miles de hombres, mujeres y niños mueren al cabo del día en este planeta azul ya no tan azul, sino rojo. Rojo como el dedo que grita silencio ante la barbarie. Rojo como la menstruación, fuente de vida, maldita por el pensamiento fundamentalista que mutila lo más sagrado.
El silencio impuesto por encima de esa mujer que nos interpela con su mirada penetrante; el dedo que acalla la voz de la mujer abatida en su propio entorno doméstico; el silencio ante los soldados que se disparan por un dictamen frío e inhumano; una orden de callar que exterioriza el grito de una artista harta de silencios. Ouka Leele, valiente como siempre, pone el dedo en la boca para azotar conciencias.
Aliadas: Mujeres que cambiamos el mundo
Ouka Leele, Carmen García Huerta, Alberto Corazón, Cruz Novillo, Oscar Mariné, Juan Berrio, Ulises Culebro, Clara León, Sonia Pulido y Mikel Urmeneta, entre otros, exponen la muestra colectiva Aliadas: Mujeres que cambiamos el mundo en el Centro Cibeles de Madrid, desde el pasado 10 de marzo hasta el 4 de septiembre. Su finalidad es recaudar dinero para las mujeres africanas.
Ese es el dato.
Y tras el dato, la manipulación.
El artista maneja las claves para hacer, de este mundo, algo distinto, casi siempre mejor —y si me apuran, sin el casi. Entre el arte que evita el conflicto social, el llamado arte de consumo y el arte transgresor que utiliza sus claves para expresar o denunciar una realidad social, permítanme que me decante por este último. Es como la poesía de Celaya o Blas de Otero. En esto estaríamos de acuerdo, ¿no?
Entonces, cambiemos la mirada e informémonos. Rompamos el silencio. Y por favor, sepamos discernir entre la propaganda política y el arte.
Sepamos discernir entre la propaganda política y el arte. El silencio de un dedo. Share on XAliadas es una exposición que defiende a la mujer como origen de la vida, esa mujer mutilada, lapidada, violada y tratada como mercancía. Hoy. Ahora.
Es muy ruin atacar una iniciativa altruista; es estúpido y mezquino hacer uso de una parte para atacar al todo. No es de profesionales tergiversar un mensaje cuya finalidad es despertar la conciencia y quebrar el silencio ante la injusticia. Vivimos en un país que no se libra de esa lacra denominada violencia doméstica. Y ante esto, creánme, poco me importa que el dedo que se lleva a la boca la modelo esté manchado de sangre menstrual o de herida de muerte. Es, siempre, sangre derramada.
Yo, junto al arroz, el azúcar o la leche que dono al Banco de Alimentos, seguiré incluyendo un paquete de compresas.
Poco me importa que el dedo esté manchado de sangre menstrual o de herida de muerte. Share on X
Gracias y enhorabuena por estas bonitas y solidarias palabras, amiga Txaro. Yo también me rebelo contra los hipócritas que se escandalizan contra ese dedo manchado de sangre.
Gracias a ti, Eusebio, por esa sensibilidad que siempre has mostrado y que guía tus actos. Un abrazo, encantada de gritar juntos.
Un grito profundo en el silencio. Un posicionamiento imprescindible ante la violencia que rodea nuestra tierra. Es hora de romper silencios, de manchar nuestros labios con ese dedo ensangrentado. La violencia se ha vuelto invisible ante nuestros ojos. Comemos tranquilamente delante del televisor mientras vemos a ese bebé muerto en un naufragio de inmigrantes que huyen de su tierra porque tienen hambre de pan y de paz.
Creo que todos estamos llamados a ser Ouka Leele. Es hora de gritar…
Gracias Txaro Cárdenas por este impresionante, valiente y humano artículo editorial. Gracias por este grito, gracias por romper el silencio…
¡Chapó, maestra!
Dirijo mi grito de agradecimiento a quienes lo hacen visible desde el arte, la palabra, los hechos y el corazón. Dirijo mi grito de denuncia contra los que ponen ese dedo en la boca, y también, porque son igual de culpables, contra aquellos que arrastran por el fango la verdad, la justicia y el arte que las apoya. Gracias a los artistas de esta muestra valiente y transgresora. Gracias a los lectores comprometidos.
Gracias.