Hay que ver cómo están en Tebas (¿te has enterado de lo de Edipo con su madre?). Y en Corinto no andan mucho mejor (Medea se ha cargado a sus hijos). Pues en Esparta, ¡ay en Esparta!, el secuestro de Helena, esposa de Menelao, ha desencadenado una guerra… A nosotros, en cambio, la noble familia de Agamenón y Clitemnestra, no nos pasa nada de eso. Somos una familia estructurada. Vivimos en Micenas, con nuestros hijos Ifigenia, Electra y Orestes. También tenemos un perro, Chuchopoulos, o algo así.
La portuguesa compañía del Chapitô vuelve a inspirarse en la tragedia (ya lo hizo en sus montajes de Edipo, de Macbeth, de Medea…) para elaborar un divertidísimo alegato en contra de la guerra, el crimen y la venganza.
En resumidas cuentas, tras sacrificar a su hija Ifigenia, Agamenón parte para la guerra de Troya, ausencia que es aprovechada por su esposa Clitemnestra para cohabitar con Egisto. A la vuelta del rey, su esposa lo asesina ante la mirada de Electra, hija de ambos. Años después, Electra convence a Orestes, su hermano, para que vengue la muerte de su padre. El asesinato de Clitemnestra y de Egisto a manos de Orestes dará fin al ciclo de Electra… pero no a la espiral de violencia, que se prolonga en la Orestíada con la aparición de las erinias. Pero esa es ya otra historia (que pueden seguir en la película de Miguel de Arco, Las furias).
La creación es colectiva. Entre sus coautores están Sófocles y Eurípides, pero también el equipo artístico de la compañía, que basa su propuesta estética en la improvisación a partir de los argumentos clásicos. Es una improvisación muy estudiada, no obstante. Se improvisa durante el ensayo creativo, luego se fija. Así, bajo la dirección de José Carlos Garcia y Cláudia Novoa, los recursos del actor, su trabajo físico, su capacidad para el gesto y para la transformación son aprovechados al máximo.
Se trata, además, de una forma austera de espectáculo, sin escenografía: tan solo un par de centenas de cucharas cubren el suelo y, oportunamente, cumplen como pendientes, escudos, dagas, orejas de perro, orina, ramos de flores e, incluso, cucharas.
Pero no crean que se trata de una propuesta naif. Jorge Cruz, Nádia Santos y Tiago Viegas pueden provocar la admiración y la risa con las escenas más gore del repertorio griego. Son excelsos en su representación de formas de matar y de morir. «¡Vamos a matar!», grita Agamenón antes de partir para la guerra de Troya y antes de sacrificar a su hija Ifigenia para que los vientos le sean propicios. Así, ese ardor guerrero desencadena la espiral de venganza que solo se detendrá cuando se haya vertido suficiente sangre. No es ninguna exageración. Está en los clásicos y está en nuestros telediarios. Chapitô conjura ese monstruo de una manera sutil. Lo reduce a la caricatura y nos produce la incomodidad de reírnos con el crimen. Y nos reímos porque la posibilidad del crimen está en nosotros. No como algo atávico, sino como algo visceral.
Solo tres intérpretes sobre la escena desnuda (dos actores y una actriz) capaces de dar vida a los objetos, a los animales, a los vivos y a los muertos. Capaces de representar a un tiempo a un conjunto de personajes. Nádia Santos da vida a Electra, a Clitemnestra…; Jorge Cruz encarna a Agamenón, a Chuchopoulos, a Aquiles…; y Tiago Viegas representa a Ifigenia, a Egisto, a Aquiles… Teatro del gesto, por tanto, teatro físico y teatro minimalista, pues a partir del mínimo de elementos se consigue la máxima expresión.
La transformación ante los ojos del espectador es otra de las claves de la estética de Chapitô. Ya por el uso de las cucharas, ya por la versatilidad de los tres intérpretes, hábiles no solo en la transformación súbita en otros personajes, sino también en la creación de cuadros en los que, sin nada, el público «ve» una bañera, un barco, un matasuegras, una botella de cava, unos fuegos artificiales…
En el método Chapitô la escenografía no es el único elemento dramático que adelgaza. También el argumento clásico disminuye hasta quedar en lo estructural, en el acontecimiento en bruto (y, no obstante, la adaptación es fiel a los originales). Un adelgazamiento en el que la violencia queda tan desprovista de motivación profunda, la guerra es tan gratuita, que a uno no le queda más remedio que abrazar aún más el pacifismo.
Desde su creación en 1996, la companhia do Chapitô ha realizado más de treinta espectáculos. El teatro del gesto, el trabajo físico del actor y la utilización de la imagen y el sonido les permiten superar las barreras lingüísticas y presentar sus creaciones en países de todo el mundo.
No se pierdan esta ni ninguna otra creación de la compañía del Chapitô. Lo van a agradecer.
No se pierdan #Electra ni ninguna otra creación de la @cia_do_chapito Reseña @avazqvaz Share on XElectra pudo verse el pasado miércoles 18 de octubre en el Teatro de la Paz, en Albacete. Posteriormente estuvo en Almansa y en Granada.
En el marco del XXXV Festival de Otoño a Primavera, Electra estará en la Sala Cuarta Pared, en Madrid, del 2 al 4 de marzo de 2018.
Electra
Autoría: Creación colectiva basada en los textos clásicos de Sófocles y Eurípides
Dirección Artística: José Carlos Garcia y Cláudia Novoa
Interpretación: Jorge Cruz, Nádia Santos y Tiago Viegas
Vestuario: Glória Mendes
Dirección Técnica: David Gonçalo Florentino
Texto en castellano: María Guerrero y César Arias
Dirección de producción: Tânia Melo Rodrigues
Distribución y contratación: César Arias, MARMORE
Estreno: 10 de marzo de 2016, Lisboa, Chapitô
Estreno en España: 27 de septiembre de 2016, Feria de Teatro de Huesca
Sin Comentarios