Entrevista Robert Gorostiza
El pasado mes de diciembre se celebró en Donostia (San Sebastián) la 37 edición de la Feria Navideña de Artesanía, organizada por Lur Kolektiboa y patrocinada por la Diputación Foral de Gipuzkoa y Donostia Kultura.
Esta feria es ya un clásico dentro de las actividades propuestas para este periodo y ejerce un gran poder de atracción sobre el consumidor. Los materiales y artículos expuestos son muy variados: textil, madera, vidrio, cerámica, cuero, jabón y flores secas, serigrafía textil, juguetes de madera, velas, hojas naturales metalizadas…
MoonMagazine ha entrevistado a uno de los artesanos participantes en la feria, Robert Gorostiza, Artesano “William”. William vive en Oragarre, un pueblecito de la provincia de Donapaleu, en la Baja Navarra (Behe Nafarroa) y cada año se desplaza a Donostia para exponer sus creaciones. Es un hombre de cincuenta y siete años, treinta y cinco de los cuales los lleva entregado en cuerpo y alma a la elaboración de complementos de moda. Me recibe con una amplia sonrisa y un caluroso “urte berri on” (feliz año). William es una persona afable y dispuesta a la comunicación. Se define a sí mismo como artesano “porque en la palabra artista hemos puesto tantas cosas que ya no se sabe lo que es.”
Entrevista a Robert Gorostiza
Nuestro interlocutor dejó aparcado hace años el oficio de dibujante de arquitectura “porque tenía ganas de cambiar de un biotopo cerrado para hacer una cosa más abierta, más al aire libre, más creativa.” Su compañera de aquella época se dedicaba a pintar cuadros de seda y le propuso introducirse en el oficio. ”A mí no me parecía interesante”, comenta encogiéndose de hombros, aunque su tono cambia a continuación: “pero un día me puse y me salió muy bien. ¡Cuando la familia y los amigos lo vieron me lo querían comprar!” A medida de que habla, su rostro se ilumina. Es una persona que disfruta con su trabajo y lo hace de igual manera, contando sus experiencias. En un castellano bastante correcto y espontáneo (William es francófono), nos relata sus inicios: “La seda se pinta como un papel con acuarela, es casi el mismo tipo de técnica, aunque con tintes distintos. Pintas algo y tienes el resultado inmediato. Y me encantó porque era una cosa nueva y muy excitante. Lo que yo hacía inmediatamente empezó a venderse, así que ví que me excitaba más que el dibujo de arquitectura. Desde pequeño me gustaba pintar y dibujar, así que empecé con los cuadros, que tuvieron mucho éxito. Luego fue perdiendo auge (es así la moda) y me encargaron fulares. ¿Cómo no? Voy a intentar, me dije a mí mismo. Y los fulares tuvieron mucho éxito, desde el principio. Encargos y encargos… Poco a poco, para ampliar el abanico, empecé a elaborar fulares distintos, con mezclas de seda y terciopelo de seda. Luego he extendido a boinas adornadas con telas distintas y me he ido haciendo una tienda.”
“Para mí, el proceso de creación es excitación, nunca te aburres. Al final es ella la que me ha empujado a seguir trabajando la tela, porque es excitante probar nuevas técnicas y buscar nuevas ideas. Y cuando las encuentras, las tienes que enseñar. Si tienen éxito, has ganado. Pero sobre diez, solo una ganará.”
Robert Gorostiza, hoy por hoy no tiene tienda, tuvo en su momento un taller-tienda, pero confiesa que para él es “mucho lío” porque prefiere reservar su tiempo a la creación. No se considera ambicioso “soy más de taller, elaborar y crear. Dejo la parte comercial a otro.” La distribución de sus artículos se lleva a cabo, preferentemente, en ferias de artesanía y en tiendas de Iparralde (País Vasco Francés). Son puntos de venta de creadores de moda que precisan de accesorios y están interesados en su trabajo. «Cuando propongo mis creaciones en tiendas que venden el mismo producto (boinas, fulares…) pero procedente de Indonesia y China, la gente no quiere pagar el precio que merece… Ese es el problema que tengo con las tiendas. Por ello, las que me compran y venden bien mis productos, son tiendas de creadores de vestidos de moda. En estos momentos tengo algunas ideas para proponer mis accesorios aquí, en el País Vasco.”
Durante la conversación, repite en muchas ocasiones el adjetivo «excitante». Es una palabra clave que define su estado anímico en su proceso de creación, delante de “la página blanca”. “Para mí, el proceso de creación es excitación, nunca te aburres. Al final es la excitación la que me ha empujado a seguir trabajando la tela, porque es excitante probar nuevas técnicas y buscar nuevas ideas. Y cuando las encuentras, las tienes que enseñar. Si tienen éxito, has ganado. Pero sobre diez, sólo una ganará. La temporada de buscar ideas, entre enero y febrero, es el momento de ponerme enfrente de la página blanca. Luego, elaborar también es interesante. No tengo proyectos, me pongo delante de mi página blanca y ¡me salen las cosas! Como una vez, me puse delante… y salió mi casa. ¡E hice la casa y salió muy bien!”
William halla su inspiración en los viajes, le encanta “ver cosas de otras culturas”, aunque reconoce que no apunta nada en un cuaderno, porque todo está en un rincón de su cerebro, de sus sensaciones y que cuando busca ideas: «¡Sale!»
Este artesano utiliza distintos materiales para sus creaciones, como la fibra de bambú (65%) mezclada con algodón orgánico (35%), pero, sin duda, el referente en todos sus trabajos es la seda natural : “Las reacciones de la gente han cambiado mucho. Cuando empecé aquí hace 30 años, no se creían que fuera seda lo que pintaba, en su mente no podía ser tan barata, la seda tenía esa fama de inaccesible, de lujo. Hay muchos tipos de seda y, además, teniendo en cuenta que se compran rollos enteros y lo haces tú mismo, hay un abaratamiento del precio final. Cuando se ha visto más seda natural, la gente se ha dado cuenta de que es un producto accesible. Y es por eso que he vendido mucho.”
Cada creación que William confecciona va dirigida a un tipo de comprador, un prototipo según edad. Piensa básicamente en un público femenino dividido en tres segmentos. Mujeres de entre 20-40 años, “chavalas” (como a él le gusta denominar a las más jóvenes) y mujeres mayores. “A veces crees que has creado algo para gente mayor y al final gusta a las chavalas”.
Su último éxito: un terciopelo de seda de viscosa, en negro,
con agujeros. Se llama “devoré”. Se puede elaborar en tu
propio taller, la técnica es especial, pero el efecto final es
muy interesante, porque son dibujos de terciopelo sobre
un fondo de gasa transparente. Cuando lo propuse
tuve mucho éxito desde el principio.
“Me pasa esto con los gorros de punto y sobre todo con las boinas de angora. Hasta este año sólo se vendían a personas muy mayores, y ahora les gusta a las chavalas de 18 años. Se llevan mucho las boinas y las bufandas de hilo sintético, como destrozadas… destructuradas. Se vieron por primera vez en Francia el año pasado.
Tienen éxito estas bufandas nuevas, pero lo tendrán más el año que viene. Las cosas han de madurar en las mentes de la gente y si las ven que las lleva una mujer original y elegante, dicen: esto me gustaría… Cada cosa nueva necesita su tiempo de maduración.”
Le pregunto sobre anécdotas recientes y William se echa a reír a carcajadas al recordar alguna situación cómica. “En el puesto me río mucho cuando la gente pasa por mi tienda, escuchando sus comentarios. Un día pasó una pareja y escuché cómo la mujer le decía a su marido: ¡Ah, también hay disfraces!”
A la inevitable pregunta de cómo le afecta la crisis, William no se muestra en modo alguno pesimista, incluso se permite un cierto tono jocoso: “Y ahora, con la crisis… vendo un poco menos, pero vendo. En este tipo de profesión necesitas fuerza. Si no vendes esa fuerza se pierde. Te acostumbras a este ritmo, a esta inquietud: es un stress positivo. Nunca sabes si en esta feria vas a vender o no. ¡Hasta ahora me ha salido bien, no me quejo! ¡Y ahora que tengo cincuenta y siete años… ¡tendré que seguir! ¿Quién me va a dar trabajo? Los accesorios de moda siempre tienen éxito, porque aunque no cambies tu abrigo o tu vestido, vas a cambiar tu pañuelo, tus guantes o tu boina.”
Entrevista Robert Gorostiza.
Artesano William.
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