Comencé a fotografiar siendo una niña: faltaban unos años para la llegada de la fotografía digital, por lo que mi primera experiencia con la cámara también incluyó el tradicional rollo fotográfico. En realidad, La magia de la fotografía en film.en mi mente, la fotografía se basaba en esa relación misteriosa entre el negativo y el obturador, que no me podía explicar y que me llevó un tiempo comprender a cabalidad. Mientras tanto, me asombraba esa particular conexión entre la fotografía que imaginaba y el resultado en papel. Una especie de trayecto largo y tortuoso hacia una imagen recién nacida.
—¿Qué pasa en el cuarto oscuro? —me atreví a preguntar por último al encargado de la tienda en que revelaba mis fotografías.
— ¿Qué pasa? Magia, eso pasa.
Era un hombre de anteojos y delantal, en medio de esa edad indeterminada que le hacía parecer muy joven y muy viejo al mismo tiempo. Tenía el cabello canoso, pero ojos muy despiertos e inteligentes. Se inclinó sobre el mostrador para mirarme mejor.
—¿Magia… Magia? —pregunté desconfiada. Se echó a reír.
—Magia magia.
El local se encontraba en mitad de una calle concurrida de una de las avenidas emblemáticas de la ciudad y mi abuela me llevaba cada viernes, para entregar los dos carretes de negativo que solía fotografiar durante la semana. Era una de mis rutinas favoritas. Pero de pronto, ahora también motivo de curiosidad.
—Te lo muestro —anunció.
Me hizo una seña y me llevó al fondo de la tienda. Con cuidado, apartó la cortina y me mostró una habitación a oscuras en la que brillaba un bombillo de color rojizo. Había bandejas, un raro reloj que parecía correr hacia atrás, espátulas y recipientes de cristal con líquidos transparentes flotando en su interior. Me quedé boquiabierta.
— ¿Aquí es donde… salen las fotos del carrete?
—Donde se revelan — me corrigió con amabilidad. Cerró la cortina — y allí nace la magia.
Jamás olvidé ese día. Me obsesioné con la visión de esa habitación casi secreta y por días, busqué toda la información que pude al respecto, con el viejo método de comprar algunos libros y leer con avidez. Poco a poco, el proceso del revelado se me reveló como lo que era: más allá de magia, la forma en que la fotografía toma sentido y forma desde la mente del fotógrafo.
Recordé esa experiencia hace poco, cuando un amigo me insistió en que la fotografía en film no te permitía captar el célebre «momento decisivo» del que tanto habló el maestro de la fotografía Cartier Bresson. Me explicó que el hecho de tener sólo un limitado número de oportunidades para tomar una fotografía restringía la oportunidad de captar esa imagen única, cosa que permitía por supuesto, la cámara digital. En su criterio, la retoma era esencial para poder lograr ese instante fotográfico inolvidable.
—En el film puedes hacerlo —le dije. Me miró con una ceja enarcada.
— Tienes sólo un número pequeño de oportunidades. Las probabilidades que ocurran son bajísimas.
—La fotografía en film te enseña a pensar —insistí.
— La fotografía es puro punto de vista.
—Y también un concepto.
La #fotografía en film como concepto. ¿Por qué en plena era digital volvemos a la fotografía analógica y al cuarto de revelado? @Aglaia_Berlutti te explica qué es lo que te puede aportar el uso del carrete y del cuarto oscuro. Share on XLa fotografía en film: conocimientos más racionalización
Por años y a pesar que una vez que la cámara digital se popularizó la utilicé sin remordimientos, recordé la lección que el carrete fotográfico me había enseñado en la infancia y que difícilmente, pude olvidar después. La fotografía es algo más de una sucesión de imágenes en busca de la perfección: en realidad se trata de una meditada reflexión sobre lo que vemos — y cómo lo vemos— que convierte a cada fotografía en una expresión artística por derecho propio. Toda fotografía nace de un razonamiento estructurado sobre cada elemento que la compone: desde la noción del espacio, el uso del color y de la luz hasta la percepción de lo que deseamos mostrar (u ocultar), la fotografía es un proceso artístico que requiere conocimientos, pero sobre todo, una paciente capacidad para racionalizar sobre la posibilidad de la imagen. Y esa lección, es una que el carrete fotográfico y la fotografía en film enseña a cada fotógrafo que se atreve a experimentar en el cuarto oscuro.
La fotografía en film además, estimula al fotógrafo actual —tan habituado a la inmediatez y a las ventajas de la tecnología— a replantearse de manera profunda las ideas fotográficas que desea captar. La fotografía en film, con todo su laborioso proceso de toma, hace que el fotógrafo deba asumir la importancia de tomar decisiones conceptuales sobre la fotografía que tomará y sobre todo, la comprensión de que la fotografía es de hecho, una expresión coherente sobre la forma en que se crea la imagen. En otras palabras, un proceso más lento y meditado de creación visual, te permitirá ser mucho más consciente no sólo de tus decisiones sobre la fotografía que obtienes, sino de tus motivos para hacerla. Además, fotografiar en film te obligará no sólo a pensar detenidamente en qué deseas obtener de la imagen, las condiciones en cómo la lograrás y sobre todo, la forma como construirás ese mensaje sustancial que deseas transmitir con tu trabajo.
Todavía fotografío en film. Lo hago por nostalgia —y no lo negaré— pero también, por retomar el poder del músculo creativo que sólo el carrete fotográfico puede expresar. Una forma de mirar el mundo única que todo fotógrafo debe probar al menos en una oportunidad.
Volver a la #fotografía en film, un punto de #nostalgia y una forma única de mirar el mundo. #Artículo de @Aglaia_Berlutti. Share on XArtículo y fotografías de Agalia Berlutti
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