Jim Thompson. Nada es lo que parece
No resulta complicado imaginar a Jim Thompson postrado en la cama. No le coge la mano a su mujer, pero le pide que guarde bien sus novelas, manuscritos, artículos… Es fácil imaginarlo con la mirada perdida en algún rincón de su habitación en aquel apartamento de Hillcrest Road, en Los Ángeles, diciéndole: «Espera y verás. Me haré famoso unos diez años después de muerto».
Y no resulta difícil porque era un gran conocedor del espíritu humano, del comportamiento del grupo, de una sociedad que él dibuja como una gran parada de los monstruos llena de mentiras y mezquindad. Un mundo, donde el poder, es la peor de las perversiones. Tal vez porque nunca se sintió demasiado identificado con la imagen que el padre proyectaba en él, sus novelas se llenaron de personajes abyectos, retorcidos y sumamente crueles.
Guillermo Altares, en su artículo para El País de 27 de diciembre de 2013 escribió sobre El exterminio: «No es una lectura reconfortante, pero es una gran lectura. Como todo lo de Thompson». Podríamos extender esta afirmación a la vida del escritor que sintió su infancia en Nebraska como una cárcel invisible, la familia como un cautiverio y el mundo como muros imposibles de derribar. Nada resultaba reconfortante.
Actúa o te joderán
Jim Thompson (1906-1977), era hijo de una profesora de sangre Cherokee y de un sheriff corrupto. Su mujer, Roberta Thompson, admitió en alguna ocasión que ella creía que Jim Thompson recibió mucho amor por parte de la madre, pero siempre se sintió un fracaso para un padre duro y, en ocasiones mezquino. Thompson no gastaba ni las formas, ni los gustos que su progenitor esperaba de él.
Nació en un apartamento situado sobre las celdas de la cárcel del condado de Caddo, Anadarko, Oklahoma. Durante la época en la que se dedicó a cortejar a la que sería su mujer, le contaba que había nacido en la cárcel.
A finales del siglo XIX, Oklahoma quedó dividida en dos partes muy diferenciadas: el Oeste y el Este. Mientras el Oeste se “civilizaba”, el Este, reducida a “tierra de indios”, se dibujaba como el último refugio para forajidos y maleantes. Era, según el historiador John Tompson, que nada tenía que ver con el escritor, “la última frontera”. Y en esa última frontera ejerció su poder James Sherman Thompson, padre del escritor, que estuvo al lado de los llamados “Tres Guardianes”: Bill Tilghman, Heck Thomas y Chris Madsen.
El niño que, por aquel entonces era Jim Thompson, vivió su infancia en Oklahoma City y en Burdell, estado de Nebraska y recorrió, siguiendo a su padre, los territorios de Nebraska, Oklahoma y Texas.
Los Republicanos sugirieron a Big Jim, como también era conocido el padre de Jim Thompson, que se presentara para senador. Big Jim siguió las indicaciones de los amigos que tenía en el partido y se presentó, pero no salió elegido. Tuvo que huir a México por las acusaciones de corrupción que le perseguían y dejó al pequeño Jim con los abuelos maternos en Burdell. Durante los dos años en los que el padre estuvo huido aprendió de su abuelo el amor por los clásicos, por el tabaco y el whisky.
Cuando tiene tan sólo trece años debe ponerse a trabajar porque el padre había dilapidado la fortuna que había amasado con las extracciones petrolíferas. Trabajaba de cualquier cosa. Su alcoholismo y tristeza crónica le lleva a frecuentar los bajos fondos y los albergues para vagabundos.
Corre el año 1929 y comienza a publicar en Texas Monthy relatos criminales basados en casos reales. Pero es la época de la Gran Depresión y el dinero escasea. La venta ilegal de alcohol aparece como una posible solución. Pero, durante una redada, la policía le incauta todo el alcohol, lo que le lleva a endeudarse con la mafia. Se refugia en Nebraska y comienza a estudiar Agricultura. En 1931 conoce a Roberta, una joven telefonista católica, a la que dejará embarazada y con la que tendrá que casarse.
En 1936 entra en el Partido Comunista porque se aburre, porque necesita hablar con alguien que no sea su familia. Abandona el partido en 1938, pero en los 50, la Caza de Brujas, llevada a cabo por el senador McCarthy, le cerca, le persigue. La vida de Thompson siempre estuvo marcada por esa sensación de persecución, de opresión, incluso, de reclusión. Desde aquel padre, que luego utilizaría para crear a sus peores personajes, hasta el alcohol o la pobreza.
El tímido menester de pensar
A principios del siglo XX, el género negro aún estaba marcado por la tradición inglesa. Conan Doyle y Agatha Christie seguían triunfando con personajes que rozaban la perfección, tramas exquisitas y escenarios impolutos.
En 1920 H.L. Mecken fundó la revista Black Mask con una inversión inicial de 500 dólares y con la sola intención de incrementar sus ingresos. Después de ocho números y, considerando que ya había ganado suficiente dinero, vendió la revista a Eltinge Warner y Eugéne Crow por 12.500 dólares. Joseph Shaw pasó a ser el editor y se hizo con una nómina de escritores que marcarían un antes y un después dentro del género negro. De esta manera, en 1930 se había convertido en una de las publicaciones periódicas más vendidas y en ella se podían encontrar las firmas de Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Erle Stanley Gardner, entre muchos otros.
Jim Thompson, sin duda, bebió de Black Mask, pero también de los clásicos. La fusión de lo popular y lo culto fue uno de sus grandes logros. La literatura de Thompson no se puede entender sin uno de estos elementos. Thompson utiliza el universo pulp, con historias sensacionalistas, pero eleva a sus personajes a protagonistas de algún drama griego. Los lleva más allá de la caricatura o el estereotipo y los convierte en desequilibrados mentales, capaces de cualquier cosa por venganza. Personajes crudos que carecen de empatía y que no muestran ningún tipo de arrepentimiento.
Thompson comienza a escribir ficción criminal a los cuarenta y tres años, cuando publica Solo un asesinato (1949), que no era su primera novela. Antes, ya había publicado Aquí y ahora (1942), a modo de fotografía social; El trueno (1946), que es una reinterpretación de sucesos reales sucedidos en su infancia.
En 1952 inicia su colaboración con la editorial neoyorkina Lion Books, dirigida por el que sería su mejor amigo, Arnold Hano. Escribe doce novelas en dieciocho meses, agotó tiradas de 250.000 ejemplares, y llegó a cobrar anticipos de 2.500 dólares.
Robert Polito, en Arte Salvaje, afirma: «las obsesiones de Jim Thompson son, en última instancia, tan norteamericanas como los asesinos en serie». Y continúa: «Sus novelas de quiosco se suman a ese pequeño y vital corpus de artes autóctonas —el cine negro, el blues, la fotografía documental, el primer rocanrol— que también están experimentando un proceso de reevaluación y reclamación».
En una ocasión, Thompson dijo a su primo que solo existe una trama básica: «las cosas no son lo que parecen». Y en eso basó su producción, en un juego de espejos que mostraban lo peor del ser humano. Pero, a diferencia de lo que hizo Wilde con El retrato de Dorian Gray, los pecados de los personajes de Thompson no se esconden en el espejo, sino que son la sombra que les acompañan allá donde van. Él no dirige sus historias a la redención. Utiliza el hard-boiled para humanizar sus novelas que, por otra parte, están sometidas al nihilismo más extremo. Sus tramas, en ocasiones, resultan débiles, muestran lagunas o se repiten. En todas sus novelas, Thompson describe personajes que solo desean vengarse de la manera más violenta a través de asesinatos terribles.
Thompson utiliza el universo pulp, bebe del Black Mask, también de los clásicos. Con el #hardboiled humaniza sus #novelas, sometidas al nihilismo más extremo. @morenopcarmen. Share on X
Su obra más aclamada es 1.280 almas (1964), el número de habitantes que tenía Potts Country, el pueblo en el que se sitúa la trama. En esta novela ven algunos críticos el culmen de la venganza literaria que Thompson llevaba ejecutando contra su padre.
Nick Corey, sheriff de Potts County, un pueblo del sur de los Estados Unidos, donde malviven 1.280 almas, es un tipo de apariencia inofensiva y actitud holgazana. Pero, lo cierto es que se pasa la vida urdiendo planes que le permitan ser reelegido en el cargo. En la nueva reelección se enfrenta a un oponente honesto. Amparado en un entorno racista, clasista y misógino, actúa con saña y perversidad y promoverá que otros carguen con sus crímenes. Es un inmoral que no alberga remordimientos. Cuando decide tomar atajos, la violencia se convierte en una extensión de sí mismo. Es un psicópata que esconde tras esa apariencia de tonto, uno de los mayores monstruos que haya creado el género negro.
Sabes rematadamente bien que no tienes amigos blancos. Debes saber condenadamente bien que no vas a tener ninguno porque apestas, tío John, y porque vas por el mundo pidiendo que te jodan bien jodido. ¿Cómo se puede tener un amigo así?
Le vacié los dos cañones de la escopeta.
Quedó casi partido en dos.
Jim Thompson es uno de los mejores diseñadores y creadores de personajes de la literatura de todos los tiempos. Él no dibuja perdedores, fracasados que se ven abocados a realizar malos actos arrastrados por el fatum, sino cazadores, depravados, desalmados…
Su editor y amigo Arnold Hano dijo: «La rabia y los asesinatos callados eran la manera que tenía Jim de cobrarse la revancha (…). Fuesen cuales fuesen sus problemas, Jim los resolvía escribiendo».
Jim Thompson firmó veintisiete novelas al final de su vida:
Aquí y ahora (Now and on Earth, 1942), Diagonal y RBA Serie Negra.
El trueno (Heed the Thunder, también conocida como Sins of the Fathers, 1946), Diagonal.
Sólo un asesinato (Nothing More Than Murder, 1949), Ediciones B y El Aleph.
El asesino dentro de mí (The Killer Inside Me, 1952), Bruguera Club del Misterio, Júcar Etiqueta Negra y RBA Serie Negra.
Tierra sucia o Una cabaña en el sur (Cropper’s Cabin, 1952), Bruguera Club del Misterio y Alfa.
Libertad condicional (Recoil, 1953), Ediciones B y RBA Serie Negra.
Los alcohólicos (The Alcoholics, 1953), Júcar Etiqueta Negra.
Noche salvaje (Savage Night, 1953), Plaza & Janés serie Black y RBA Serie Negra.
El criminal (The Criminal, 1953), Júcar Etiqueta Negra.
The Golden Gizmo (The Golden Gizmo, también conocida como The Golden Sinner, 1954).
Una chica de buen ver (A Swell-Looking Babe, 1954), Júcar Etiqueta Negra.
Una mujer endemoniada (A Hell of a Woman, 1954), Júcar Etiqueta Negra y RBA Serie Negra.
Asesino burlón (The Nothing Man, 1954), Ediciones B.
Un cuchillo en la mirada (After Dark, My Sweet, 1955), Ediciones B, El Aleph y RBA Serie Negra.
El exterminio (The Kill-Off, 1957), RBA Serie Negra.
Ciudad violenta (Wild Town, 1957), Ediciones B.
La huida (The Getaway, 1958), Grijalbo, Ediciones B y RBA Serie Negra.
Los transgresores (The Transgressors, 1961), Ediciones B.
Los timadores (The Grifters, 1963), Júcar Etiqueta Negra, El Aleph y RBA Serie Negra.
280 almas (Pop. 1280, 1964), Bruguera Club del Misterio, Bruguera Novela Policíaca, Diagonal y RBA Serie Negra.
Texas (Texas By the Tail, 1965), Ediciones B.
Al sur del paraíso (South of Heaven, 1967), Júcar Etiqueta Negra.
Nothing But a Man (Nothing But a Man, 1970), No traducida en español.
Hijo de la ira (Child of Rage, también conocida como White Mother, Black Son, 1972), Plaza & Janés serie Black y RBA Serie Negra.
La sangre de los King (King Blood, 1973), Bruguera Novela Negra y RBA Serie Negra.
Fireworks: Los últimos escritos de Jim Thompson (Fireworks: The Lost Writings of Jim Thompson, 1988).
El embrollo (The Rip-Off, 1989), Júcar Etiqueta Negra. Novela póstuma
Fuesen cuales fuesen sus problemas, Jim los resolvía escribiendo. Arnold Hano. #Artículo de @morenopcarmen Share on X
El cine
Stanley Kubrick alabó El asesino dentro de mí afirmando que era «probablemente la descripción más escalofriante y creíble de la retorcida mente de un criminal que yo haya leído jamás».
Como muchos novelistas de su generación, Thompson quiso triunfar en Hollywood, que no solo era la meca del cine, sino que se había transformado en una gran máquina de hacer dinero. Quizá, lo que nadie le contó al escritor era que la industria devoraba a la gran mayoría de los que se acercaban a ella.
De hecho, las primeras relaciones del escritor con Hollywood no fueron demasiado buenas. Las expectativas de Thompson se desinflaban, su humor decaía y sus esperanzas se evaporaban. Pero, su visión cambió cuando conoció al joven director de El beso del asesino. Kubrick necesitaba a un escritor que reforzara la fuerza visual que imprimía a sus obras. La sociedad Kubrick-Thompson se vio salpicada en infinidad de ocasiones por peleas y denuncias, pero dio dos películas magníficas: Atraco perfecto (1956) y Senderos de gloria (1957).
Además, ha habido algunas adaptaciones de sus novelas a la gran pantalla. Algunas merecen ser reseñadas:
La huída (The Gettaway, 1972) de Sam Pekinpah. Una pareja de delincuentes escapa a México tras cometer un robo a un banco.
Reparto: Steve McQueen, Ali MacGraw, Ben Johnson, Sally Struthers, Al Lettieri, Slim Pickens.
The Killer inside me (1976) de Burt Kennedy. La historia de un sheriff de un pueblo texano que esconde, bajo su apariencia apacible a un psicópata asesino.
Reparto: Susan Tyrrell, Tisha Sterling y Keenan Wynn acompañan a Stacey Keach en el reparto.
Serie negra (1979) de Alain Corneau. Adaptación de Una mujer endemoniada. Un vendedor, que ha sido abandonado por su mujer, se enamora de una joven prostituta que le propone matar a su tía para robarle el dinero que esconde.
Reparto: Patrick Dewaere y Marie Trintignant.
Coup de Torchon (1981) de Bertrand Tavernier. Adaptación de la novela 1280 Almas que Bertrand Tavernier llevó de los Estados Unidos al África colonial.
Protagonizan Philippe Noiret, Isabelle Huppert y Stephane Audran.
Los timadores (1990) de Stephen Frears. Es la historia de tres estafadores, Roy Dillon, su madre Lilly y su novia Myra, que se mueven y ejercen con soltura por Los Ángeles.
Protagonistas: Anjelica Huston, John Cusak y Annete Benning.
En 1975, cuando ya apenas se sentía capacitado para escribir, Jim Thompson aparece como actor secundario en Adiós muñeca, dirigida por Dick Richards. Fue su amigo Jerry Bick quien le consiguió el papel para ayudarle a paliar la estrechez económica por la que estaba atravesando la familia.
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