Karlos Giménez. Piano
Karlos Giménez es un compositor de origen argentino afincado en Guipúzcoa. Conocido en la escena musical vasca por sus trabajos de composición y por acompañar al piano a músicos de la talla de Xabier Lete e Imanol Larzabal.
El escenario se convierte en un universo de músicas y silencios. Unas manos acarician el piano. El alma se transfiere en notas, acordes y armonías que envuelven con delicadeza el aire, mientras una voz profunda y poderosa lo rasga, haciéndonos sentir la poesía de ese instante.
Karlos es el propietario de esas manos. Por un momento, el piano enmudece. Imanol canta Es mayo.
Karlos Giménez es un artista muy especial. Sus dones: la música y la poesía. La grandeza y la sencillez. La pasión y la ilusión constantes.
«Uno de los momentos más placenteros que se presentan en mi vida es subirme a un escenario a tocar el piano, sea solo, sea con más músicos. Sé que a partir de ese momento empieza una relación indefinible, inmensa, intensa… con el público. Existe cierto temor, pueden surgir fallos… pero si las cosas están bien preparadas es como tirarse desde un trampolín a la piscina, sentir cómo el agua me recibe, nadar y nadar… Muchas veces he dicho que lo más parecido a un concierto es el sexo, acto supremo en el que uno entrega lo más íntimo; y siguiendo con el símil, los aplausos se podría decir que son orgasmos. Pero tampoco es tan sencillo; tocar ante el público, sentir sus reacciones, tiene una magia especial que engancha como la más dura de las drogas. Llega a convertirse en algo necesario para seguir vivo, por lo menos mentalmente o emocionalmente. El corazón toma vida, se rejuvenece, adquiere una dimensión que va más allá o al margen, del espacio-tiempo. Xabier Lete lo definía como “acto de amor”, y creo que tenía toda la razón. Pero bueno, esto sería igual en el caso de un actor, un rapsoda, un malabarista… y el piano es el piano.»
La carrera profesional de Karlos Giménez comienza en el año 1976. Cuatro décadas de dedicación a su gran pasión: la música. Como pianista, compositor, arreglista, productor artístico y director musical, Karlos ha participado en numerosos proyectos acompañando como intérprete a grandes voces como Imanol, Xabier Lete, José Antonio Labordeta, Pier-Paul Berzaitz, Antton Valverde, Julen Lekuona, Erramun Martikorena y la banda Oskorri entre otros. Estuvo en la banda Klabelin Komik y en 1990 entró a formar parte del grupo 21 Japonesas a cargo de los teclados hasta 1993.
Su gran creatividad se ha centrado sobre todo en la composición de canciones basadas en la tradición y en el poema de autor. A lo largo de su amplia trayectoria Karlos Giménez ha musicado poemas de Lizardi , San Juan de la Cruz, Alfonsina Storni, Xabier Lete, Gabriel Aresti, Pier-Paul Berzaitz, Etxahun-Iruri, Etxahun-Barkoxe e Itxaro Borda, entre otros, composiciones que han supuesto verdaderos hitos dentro del mundo artístico vasco.
También ha compuesto música para teatro, cine y televisión (El Relevo de Gabriel Celaya, 27 Horas de Montxo Armendáriz…), dejando constancia de su gran pasión por la música en cada trabajo realizado con ese estilo elegante y expresivo, pleno de sensibilidad y belleza que le caracteriza.
Heriotza. Loreak, zauriak. Homenaje a Xabier Lete. Composición: Karlos Giménez. Edición: Txaro Cárdenas.
«Cuando me siento al piano se me abre un mundo infinito de sonoridades, con lo bueno y lo malo de ello; lo bueno es que ahí están, disponibles, amables… y lo malo es que a veces a uno se le cierra el corazón o la mente, o las manos… y todas esas sonoridades que tanto prometían parecen quedar escondidas. Pero debo reconocer que hay mucho más de lo bueno que de lo malo y acaba ganando el placer. De primeras parece que tocar el piano es una actividad de dedos, algo puramente gimnástico, una habilidad manual… pero hasta que uno de mis dedos pulsa una tecla ha habido un largo camino que viene desde lejos recorriendo toda una vida de experiencias, recuerdos, conceptos estéticos, influencias de cosas escuchadas… surgen las órdenes cerebrales correspondientes para que todo mi cuerpo se prepare a hacerlo lo mejor posible de acuerdo a la intención perseguida: la inclinación de mi espalda, la colocación de mis pies, mis brazos… y al fin son los dedos los que toman contacto con el teclado y acaba sonando el piano.»
El lenguaje musical se funde con la poesía, que años más tarde retorna con insistencia, de manera súbita y verbalizada de forma exquisita.
«Empecé en agosto de 2006. Una tarde me senté en una terraza en Canfranc-Estación, me puse a escribir y hasta ahora. Así de sencillo. Empezó la cosa de repente y no paró.»
POEMAS MARZO 2014
CARTA A MIS HIJOS
Atrévete, acércate al abismo,
más allí está la vida,
aquí, en la plácida llanura,
reinan la mediocridad
y el aburrimiento infinito.
Salta al vacío, vuela,
y si te caes alza tu mirada al cielo,
inspira su néctar, bébelo todo,
llena tu cuerpo de vida, escala montañas,
acércate a la luna,
y si ésta te esquiva sigue y sigue,
más allá te espera Marte,
tizón ardiente, calor,
bosque antiguo y soñado ahora en llamas.
No existe el vacío, la nada te ama,
la oscuridad luce vestida de gala,
en nácar y ébano dormido.
Descubre senderos,
nuevos caminos,
junglas sombrías,
salta sobre las ascuas, despierta,
siente tus miembros voraces,
contempla extasiado esas figuras,
fuente de deseo, música en la piel,
y deja que hablen tus manos,
llenando de ecos el aire.
Cabalga sobre las nubes,
inunda los campos, goza,
y vuelve a ese mar que te espera
con su sonrisa enigmática y te quiere.
Yo también te quiero, estrella rutilante,
resuena en mis oídos el brillo de tu canto,
el mercurio de tus ojos cuando hacia mí se dirigen.
Yo también te quiero, y tú ya lo sabes.
Karlos Giménez. Todos los derechos reservados.
Loreak Lizardirentzat es una composición de Karlos Giménez. Ausencia ocupó un lugar importante en el repertorio de Imanol. La grabación se realizó en noviembre de 2014 en Lugaritz, Donostia, durante el homenaje Imanol Oroituz (Recordando a Imanol). Ainara Orterga nos hace un bellísimo regalo al ponerle voz al maravilloso poema de Lope de Vega con el que tantas veces nos hizo vibrar el desaparecido cantante.
«Cuando me siento al piano lo que realmente pasa es que yo le hablo: le cuento mis cosas, le lloro, le río… y él (o ella) me contesta como si se tratara de un espejo en el que me mirara. Si estoy a solas, en casa estudiando, improvisando… no existen los miedos, me da igual equivocarme, de ello se aprende, y se convierte en un paseo por otro mundo, un mundo abstracto donde los haya, como es el de las ondas, casi inmateriales. No se pueden ver ni tocar, ni oler, degustar… pero a veces tienen la fuerza de un ciclón, un cuchillo, un beso, una caricia, una risa, un llanto; evocan alegrías, tristezas, ganas de moverse… son como brujas invisibles conjurando en el espíritu sus sortilegios. El piano, para mí, es la puerta a todos esos mundos mencionados.»
Fotos de Karlos Giménez por Igor San José.
Ilustración de Laura Sotelo Ayuso.
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