Magia a la luz de la luna: Romanticismo y esplendor de los años 20
Retales con magia… a la luz de la luna
La producción de una obra cinematográfica requiere un trabajo coordinado; el equipo de vestuario es primordial en dicho proceso. El diseñador o figurinista debe mantener una buena comunicación con el director y otros departamentos para lograr un resultado final armonioso. La labor del departamento de vestuario no se limita a crear una ambientación adecuada o a adaptar la ropa de los actores: debe ayudar, además, a narrar la historia y a identificar a los personajes.
Son muchos los directores de cine que suelen optar por el mismo equipo en cada rodaje, como es el caso de Woody Allen. El cineasta, tras trabajar en el año 2008 con la diseñadora Sonia Grande en la película Vicky Cristina Barcelona, volvió a contar con la española en otros títulos como Midnight in París (2011), A Roma con amor (2012) o Magia a la luz de la luna (2014).
Hoy, en Retales de cine, nos detendremos en esta última para destacar la buena conexión que existe entre Woody Allen y Sonia Grande, a la par que viajaremos a los maravillosos años 20 a través del ilusionismo y la magia, temas recurrentes en el director estadounidense.
Magia a la luz de la luna es una comedia romántica ambientada en la Riviera Francesa de 1928. Narra las peripecias del famoso mago Stanley Crawford (Colin Firth) para descubrir el fraude de una joven médium llamada Sophie Baker (Emma Stone).
La Riviera Francesa, un ilusionista, una vidente, el amor... y un vestuario de ensueño @lolathin Share on X
La película y sus retales «de cine»
La película comienza en un teatro de Berlín donde Stanley Crawford, disfrazado como el chino Wei Ling Soo, realiza trucos de magia sobre el escenario. Los médiums e ilusionistas vivieron una edad de oro en la década de los años 20 y figuras como Harry Houdini o Dai Vernon atraían a un público expectante. El personaje interpretado por Colin Firth está inspirado en el hechicero de principios del siglo XX, William Ellsworth Robinson, conocido como Chung Ling Soo, célebre por emplear las artes chinas en sus espectáculos. Sonia Grande se inspiró en el vestuario que este médium empleaba en sus funciones, consiguiendo crear una atmósfera de misterio para las primeras secuencias de Magia a la luz de la luna.
Es conocido el gusto de Woody Allen por recurrir a colores cálidos en sus películas. La diseñadora dotó al personaje de una estética exótica asiática con predominio del color rojo, tradicional en la cultura china, y con detalles como una figura de dragón bordada en la túnica, prenda que la española encontró destrozada en un mercado de Londres y que fue restaurada en París.
Aunque Stanley Crawford se gana la vida creando ilusiones para el público, es una persona escéptica con el espiritismo y la idea del más allá. Tras su actuación en el teatro, su amigo y compañero de profesión, Howard Burkan, le habla de una médium llamada Sophie Baker que asegura poseer dotes extrasensoriales.
La escena tiene lugar en un cabaré berlinés donde el vestuario de los extras, por expreso deseo de Woody Allen, debía aludir al arte expresionista. Sonia Grande siempre toma referencias de la pintura a la hora de iniciar un proyecto, de forma que le resultó sencillo adaptarse a las exigencias del director, inspirándose en la obra del pintor Otto Dix para crear prendas con lentejuelas y plumas de avestruz de color amarillo mostaza, reflejando el esplendor que vivió el cabaré en los años 20. Además del expresionismo, se observa una clara influencia del cine clásico en la figura de la cantante del cabaré que viste una chaqueta negra y sombrero negro, evocando a Marlene Dietrich en El ángel azul.
Howard convence a Standley para visitar la residencia de verano de los Catledge, una familia estadounidense adinerada que vive en la Riviera Francesa, donde está instalada Sophie Baker junto a su madre, con la idea de demostrar si la joven es realmente una vidente o una estafadora.
El atuendo de Standley se distingue por tener un marcado estilo inglés: gorra de visera, chaqueta de tejido tweed con coderas, suéter de lana, pantalón con raya y zapatos tipo Oxford con cordones. Sonia Grande emplea las tonalidades de las prendas para identificar y diferenciar a los personajes de la película: mientras el incrédulo Standley luce colores apagados, la familia Catledge destaca por una paleta cromática clara y luminosa en tejidos de lino y seda. Estas tonalidades coinciden con lo que Grande advirtió en la documentación existente sobre ese período: las familias de la alta sociedad que veraneaban en la Cosa Azul vestían de color blanco.
Para captar el ambiente de la Riviera Francesa de la década de los años 20, Sonia Grande se inspiró en fotógrafos como Edward Steichen o Jacques Henri Lartigue y los Murphy, un matrimonio estadounidense que, por medio de actividades y fiestas, hizo resurgir el mundo del arte y de las letras a la Costa Azul francesa de la época.
En Magia a la luz de la luna, el personaje de Sophie transmite la frescura de la juventud a través de tejidos ligeros en tonalidades pastel. El vestuario fue creado desde cero con telas vintage de la época. La silueta de los diseños es la propia de ese período: talle bajo y faldas a la altura de la rodilla en los vestidos de día, que se completan con zapatos Mary Jane de trabilla y sombreros adornados con flores, inspirados en cuadros del pintor expresionista Leo Gestel.
Desde el primer encuentro, Standley aprecia la belleza de Sophie, pero la señala como una niña farsante. Esa inocencia característica de la juventud, y la vulnerabilidad del personaje, se transmiten en los diseños infantiles que viste, como el que luce en la primera sesión de espiritismo, compuesto de una blusa sin mangas de cuello marinero y una falda de color rojo.
Tras la sesión en la mansión de los Catledge, donde Sophie contacta con un espíritu, Standley se siente desconcertado y comienza a pensar en la posibilidad de que la joven tenga realmente poderes. A partir de ese momento, el vestuario del inglés sufre pequeños cambios, incorporando prendas de tonos más claros y tejidos ligeros, como se aprecia en las escenas en las que invita a Sophie a visitar a su tía. Del atuendo podríamos destacar los zapatos blancos de verano, característicos de la moda masculina en los años 20, hechos a medida por la firma española de calzado Carmina Shoemaker.
El personaje femenino continúa con prendas sueltas y vaporosas. El color verde, un tono vinculado al agua y que denota sosiego, fue elegido por Grande para las secuencias en las que la vidente pasea por la costa junto a Standley y se resguardan de la lluvia durante una tormenta. Se confeccionaron y tiñeron de verde cuatro copias del mismo para poder rodar la secuencia en la que ella aparece empapada. Además de prendas vintage, firmas como la joyería Van Cleef & Arpels cedieron piezas valiosas de la época para Magia a la luz de la luna.
Tras pasar el día juntos, Standley se da cuenta de que, aunque poseen personalidades desiguales, se complementan mutuamente, y el mago inglés comienza a creer en Sophie. En ese momento, su vestuario se torna completamente blanco, definiendo al personaje como un creyente más. En ocasiones, aparece con una indumentaria informal compuesta por camisa y pantalón con cinturón y vuelta en el bajo, común en época estival de la Riviera. En otros momentos, viste un traje ligero de playa con chaleco y corbata.
Sophie, al estar junto a un hombre tan inteligente como Standley, aprende sobre temas que ignoraba y comienza a vestir con ropa de color amarillo, un tono vinculado a la sabiduría. Sustituye los diseños juveniles con cuellos bebé por vestidos sensuales de transparencias, sin mangas y cuello de pico, conservando la línea robe de style de principios de los años 20.
El verdadero punto de inflexión de la protagonista tiene lugar en la fiesta celebrada por los Catledge: Sophie aparece ataviada con un elegante vestido largo de noche y tocado dorado, al puro estilo flapper de los años 20; una pieza auténtica de la época que transforma a la joven en una mujer.
Cuando Stanley Crawford descubre que los poderes de Sophie son falsos, el personaje retorna a sus prendas de origen con chaquetas de cuadros en tejido de tweed y colores apagados, mientras que la joven médium vuelve a los vestidos rosados.
Al mismo tiempo que destapa el engaño que Sophie y su madre han urdido, Standley descubre que se ha enamorado y, alentado por su tía, se declara a la joven. Es el momento en el que él sigue fiel a su estilo inglés y Sophie luce un vestido ligero de color amarillo, creando un vínculo entre ambos personajes.
Magia a la luz de la luna: de nuevo un vínculo mágico entre director y diseñadora.
Que bonitos todos tus post, Lola, además de las imágenes, y la elección de las películas, da gusto leerlos. mis felicitaciones.
Muy bien documentado,me encantó!!
Gracias María 🙂
Hola, Lola (again) 🙂
Tienes razón, "Midnight in Paris" es una maravilla. De principio a fin. Además, cada vez que la veo me recuerda a mí mismo paseando por las calles de París, pues es de las pocas ciudades extranjeras que he tenido el placer de visitar en más de una ocasión. Adoro Francia.
De Woody Allen me faltan por ver: "Conocerás al hombre de tus sueños", "A Roma con amor", "Blue Jasmine" y "Magia a la luz de la luna". Ah, bueno, y "Vicky Cristina Barcelona". Aunque esta última me niego a verla por motivos extra cinéfilos. Manías de uno. 😛
Lo dicho, un placer encontrar a una Alleniana de pro. Un abrazo. 🙂
¡Gracias Pedro! Woody Allen es único. "Magia a la luz de la luna" no es la mejor película de Allen pero cuando ves todo el trabajo que hay detrás: lo estudiado de cada personaje, la ambientación, …se disfruta mucho de la peli.
Te recomiendo "Midnight in Paris", una maravilla de película. La he visto tres veces y ¡no me canso!
Magnífico artículo, Lola. Te felicito. Tu labor de documentación ha sido impresionante. Buen trabajo, compañera. 🙂
Yo, que me confieso un fanático irredento de Woody Allen, he visto casi todas sus películas. El "casi" se circunscribe a las cuatro últimas, ya que de ahí para atrás lo tengo absolutamente todo de él. De hecho, para mí es casi un ritual de obligado cumplimiento verme cada año mínimo entre cuatro o cinco películas suyas en DVD. Me higieniza mentalmente. ¡Con decirte que sólo con el inicio de "Manhattan" ya entro en trance! Y no es broma. 😉
Lo dicho, un placer haberte leído. Y más sabiendo que tú también eres una admiradora del genio de Brooklyn. Desde luego, te alabo el gusto. Me postro a tus pies. Y eso, teniendo en cuenta que mis rodillas están hechas una mierda, dice mucho acerca de lo impresionado que estoy. Que lo sepas. 😛
Un abrazo, Lola. Nos leemos. 🙂