María José Domínguez García Poesía, relatos
María José Domínguez García dice:
Para mí escribir es un desafío, una forma de vaciar el alma, de soñar, de crear historias, mundos y personajes que me hacen vibrar, sentir, reír, llorar… Una vez escribí una poética que creo que refleja mi carácter y lo que yo soy.
Nací un día en el que la brisa marina sabía a salitre y a jazmín, y la canícula abrazaba a los ríos Tinto y Odiel.
Aprendí a andar al mismo tiempo que balbuceaba mis primeras palabras y luego, con el devenir de los años, la literatura se adueñó de mi ser. Ella me mostró un universo de letras y sensaciones que perviven a todas horas con mi sangre, mis huesos y mi piel.
Juan Ramón Jiménez me enseñó a amar la poesía, Tolkien a desarrollar mi imaginación. Ambos han sido y serán mis maestros en esta constante y hermosa lucha que mantengo con las hojas en blanco y la pluma.
Las personas que han leído mis novelas, mis poemas, mis cuentos, mis microrrelatos, mis relatos cortos dicen que tengo un estilo variado, directo, versátil… Bueno tú me dijistes cosas preciosas cuando me escribiste y yo me emocioné muchísimo. Eso es lo que dicen, yo solo sé que escribo lo que siento, lo que en un momento determinado aparece en mi cabeza y lo desarrollo.
He elegido un microrrelato y tres poemas de María José Domínguez García para una primera aproximación a la obra de esta autora.
La narración se titula Moon (un título «familiar») y es una historia que entronca con la literatura artúrica. Conciso y con reminiscencias del lenguaje cinematográfico, Moon es un microrrelato que reúne las virtudes de este subgénero, como la síntesis narrativa y la economía expresiva.
Los poemas Nací Princesa,Voló y 60, 90, 60 presentan una temática muy actual, sensibilizada con la mujer , que trata problemas tan serios como la anorexia y el suicidio. Su poesía adquiere un estilo ágil y limpio, exento de artificios. Es una poesía directa que nos conduce a la reflexión, realista y sobre todo, sincera.
Nací princesa
Nací princesa,
aunque hoy nadie me cree.
Viví en un castillo de cristal con hadas y duendes…
Mi sangre era azul
y mis cabellos resplandecían como los de Rapunzel.
Nací princesa…
Sin embargo, para ellos sólo soy madre,
esposa eficiente, esclava de la casa,
contadora de cuentos…
Nací princesa.
Soy princesa.
Seguiré siendo princesa,
aunque hoy nadie me crea.
Moon es un microrrelato en el que la autora nos muestra su afición por la fantasía, el mundo de las ciencias ocultas, las brujas, la luna, los misterios…
Moon
Me fascinan las leyendas artúricas: Camelot, los caballeros de la Tabla Redonda, Avalón, Excalibur… Sin embargo, lo que nunca intuí, aunque soy una bruja, es que aquella madrugada mi abuela Rose y mis tías, Ginebra y Betania, me revelarían el secreto familiar que guardaban con tanto celo…
La luna se refleja en las serenas aguas del estanque y una suave brisa acaricia las hojas de los abedules cuando nos cogemos de las manos. Vestimos túnicas blancas y nuestros rostros expresan alegría y emoción. La abuela me dice:
-Hoy cumples doce años, Moon, y la Dama del Lago quiere entregarte algo.
-¿La Dama del Lago? ¿Quién es? –le pregunto extrañada.
-Se llama Nimue y tiene en su poder la espada del rey Arturo, que hoy te mostrará.
-¿A mí? ¿Por qué…?
Sorprendida veo cómo una mano emerge de las profundidades del lago con una hoja centelleante: Excalibur. Mi tía Betania aferra la espada y me la entrega tras hacer una genuflexión. Me quedo sin habla. Aturdida, impresionada, temerosa… Oigo unos cánticos, voces lejanas que poco a poco me envuelven y sin saber cómo de pronto me hallo en otro lugar…
Reconozco Avalón, la isla de los manzanos. Sus maravillosas colinas, sus árboles, sus brumas… Las hadas se postran a mi paso. Camino hasta el lecho dorado donde el rey Arturo yace para toda la eternidad. El hada Morgana me sonríe y Excalibur resplandece, brilla igual que la luna al ser colocada en las manos de Arturo. Después, la oscuridad me rodea… Al abrir los ojos, mi abuela y mis tías me abrazan con cariño. Rose murmura:
-Moon, ya eres una bruja de verdad…
Voló
Voló igual que Ícaro,
incitado por el desaliento y el olvido.
Voló extendiendo las alas hacia el sol,
anhelando la libertad…
Voló, voló, voló…
A pesar de que sus sueños
se esparcieron por el asfalto.
90, 60, 90
Tras una guerra civil de mi cuerpo contra mi mente
he conseguido acercarme a los números de la perfección:
90, 60, 90
Sin embargo, antes de que esto sucediera
me alimenté del viento,
mis dedos aprendieron a ser ágiles como plumas,
mis dientes masticaron sueños y sonrisas,
confundí al espejo…
90, 60, 90
Las medidas anheladas,
la reina de la pasarela,
la elegancia,
la belleza…
Pero mi madre no lo ve así
e intenta hacerme daño diciéndome:
90 es el número de la cama que ocupas en el hospital.
60 son los días que llevas conectada a una máquina.
90 es el número del nicho en el que te enterrarán…
90, 60, 90
Las medidas anheladas,
la reina de la pasarela,
la elegancia,
la belleza…
Textos de María José Domínguez García
Todos los derechos reservados.
Dibujo digital de portada de Rosa Prat Yaque.
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