Hoy, traemos a la sección Corto Adictos a una joven realizadora de 23 años que, de paso, nos va a permitir visitar otra dimensión habitual del mundo del cortometraje. Las estrategias narrativas para llegar al espectador con un formato audiovisual cuya duración suele oscilar entre el minuto y el cuarto de hora son diversas y variadas. Por un lado, se puede utilizar la contundencia y el gancho directo para atrapar y noquear al espectador. Pero, por otro, también se puede recurrir a la sutileza, a la lectura entre líneas (entre fotogramas, habría que decir en este caso), al humor irónico frente al humor que provoca la carcajada, al inesperado giro final que nos obliga a reinterpretar todo lo que hemos visto con anterioridad… Este es el caso de Once centímetros, de Paula Pinazo, tres minutos y dieciséis Once centímetros: ironía, sensualidad, una suave mirada crítica.segundos en los que parece que estamos viendo una cosa que, al final, resulta ser algo diferente… Ironía, sensualidad, una suave mirada crítica y una gran facilidad para plantear diversos temas con una gran economía de recursos se unen de un modo que nos ha sorprendido y que nos permite augurar que Paula Pinazo puede proporcionarnos obras de calidad e interés en el futuro inmediato.
Para ver Once centímetros, haz click AQUÍ, o en la foto:
A continuación, vamos a entrevistar a la directora Paula Pinazo y a la protagonista del corto, Amanda Gil.
Paula Pinazo Serna nació en Valencia en 1994 y vive en Madrid desde los 10 años. Terminó la carrera de Comunicación Audiovisual en junio de 2016 en la Universidad Complutense de Madrid. Según sus palabras, «como quien dice acabo de salir al mundo».
Hola, Paula. ¿Nos podrías contar de dónde viene tu interés por el mundo del cine y la imagen?
Soy una persona a la que le resulta más fácil observar y escuchar que hablar. Desde que yo recuerdo, me atrae la fotografía, y creo que fue eso lo que me llevó a elegir la Carrera de Comunicación Audiovisual. A lo largo de esos cuatro años he ido adquiriendo poco a poco más interés por todo lo relacionado con el mundo el cine y el vídeo, en parte por las asignaturas y algunos profesores, pero principalmente por las personas que conoces a lo largo de los años, que algunas te pueden enseñar más que cualquier profesor, y creo que hoy en día lo que más me motiva a hacer cosas es la gente de mi entorno.
¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional hasta la fecha?
Si entendemos la palabra trayectoria de forma literal, creo que todavía no existe una trayectoria como tal, sino que está comenzando ahora. Este es el primer cortometraje que dirijo. Hasta ahora sólo había trabajado en cortos para la carrera, haciendo siempre un poco de todo, por lo que este es el primer cortometraje que hago exclusivamente por y para mí. En cuanto a videoclips, que es un campo que me interesa especialmente, de forma más continua estoy colaborando, en las labores de producción y arte, en una pequeña productora llamada Voleurs de Pain, que ha empezado hace poco pero ya está haciendo grandes cosas y que son los que han hecho posible este proyecto. Además, junto con Amanda Gil, actriz de este corto, he realizado el arte para el videoclip Trayectorias, de Lucas Colman, que se rodó en 360º y que fue una experiencia bastante interesante.
Ha realizado el arte para el videoclip Trayectorias de @_lucascolman: Paula Pinazo @jmcruzbar Share on XEn Once centímetros, veo, por su ritmo y por su tono, dos influencias bastante claras: el cine francés y Sofia Coppola. ¿Me equivoco o voy bien encaminado?
He de decir que no es algo que haya hecho conscientemente. No me lo había planteado pero es verdad a lo largo del año pasado vi bastantes películas de la nouvelle vague, Truffaut sobre todo. Me empezó a interesar bastante su estética a raíz del libro 813: Truffaut, de Paula Bonet, un homenaje ilustrado a un breve fragmento de su filmografía. Además, poco antes de hacer este corto vi Weekend, de Godard, fijándome sobre todo en la estética, para usarla como referencia para otro proyecto y supongo que inconscientemente, ha podido influir en algunos aspectos. También la nouvelle vague definió un nuevo prototipo de mujer: eran libres, bellas y se rebelaban contra lo establecido, y ese es el tipo de mujer que me interesa.
En cuanto a Sofía Coppola no he visto demasiadas películas suyas, pero entiendo que se puedan encontrar semejanzas, tanto en el vacío y la soledad en la que se encuentran los personajes, que es la característica más notable de este corto, como en el mundo femenino que se retrata. Pero yo diría que el parecido que se puede encontrar se explica ya que como mujeres queremos transmitir cosas similares, ya que una directora suele tener propensión a mostrar en pantalla a una mujer desde el punto de vista de una mujer, y no desde el de un hombre que es al que estamos más acostumbrados. Este corto posee cierto parecido con el mundo femenino que ella retrata en sus películas y el espíritu de las mujeres que las protagonizan, además de mostrar el vacío y la soledad, que en este caso es elegida. Al igual que Sofía Coppola muestro un personaje que podría estar, como los suyos, en eterna crisis vital pero ha surgido así porque es en el momento en el que yo misma me encuentro actualmente.
Creo que Once centímetros, a pesar de que dura poco más de tres minutos, que no parece narrar una historia y el reparto está formado por una sola actriz (Amanda Gil), tiene mucha más enjundia de lo que parece. Hay en él mucha inteligencia y mucha ironía… Yendo por partes, y sin revelar nada, hay en él bastante humor soterrado, ¿no?
El vídeo está construido para un proyecto llamado El milagro de P. Dildo, un proyecto fotográfico que pretende normalizar el sexo, y ayudar a romper tabúes a través de distintos bodegones con un dildo como protagonista. Las fotos de este proyecto están siempre presentes en todos los escenarios y a la vez ocultas ya que la acción no gira en torno a ellas. Sin embargo, podemos relacionar la temática de este proyecto con la protagonista: una mujer que no necesita a nadie, busca la soledad y la disfruta. Es posible entender como ironía el hecho de que en las películas lo normal sea que la chica espere la llamada y aquí no es así, ella la rechaza, tanto que al final está tan harta que mete el móvil en el microondas. Este último hecho rompe con la tranquilidad del resto del corto.
Por otro lado, me parece que nos estás invitando también a ver las imágenes de un modo que se aparte de lo convencional, apartarnos de lo obvio y hacer un esfuerzo por ir más allá de lo evidente…
En Once centímetros no buscaba una línea argumental sino estética.Este proyecto nació de la necesidad de crear por el simple hecho de crear. Me gusta la imagen y la estética, pero no se me da bien contar historias, y menos escribirlas. Es por eso que no quería una historia con diálogos, porque no buscaba una línea argumental sino estética. Al fin y al cabo podría catalogarse tanto como un videoclip, como videoarte, como fashion film o como un corto.
Lo evidente es lo que se ve, lo que hay más allá es lo que había en mi cabeza cuando imaginaba esas escenas y lo que se pueda descifrar de todo ello. Me cuesta verlo desde otra forma distinta a la mía, no sé en qué piensa la gente cuando lo ve… Supongo que te preguntas qué le ha pasado, y cada uno imaginará algo con lo que se pueda identificar.
A veces cuando estás inmerso en un sentimiento o procesando alguna noticia que te ha descolocado, te quedas como en pausa, quieto o realizando acciones mecánicas durante horas sin querer saber nada de nada ni de nadie, siendo consciente de ello y disfrutándolo. Por lo menos es algo que me pasa a mí y algo así es lo que quería transmitir.
Al no haber argumento como tal, más allá de que sabemos que la están llamando y ella no quiere cogerlo, ni tampoco diálogos, ni personajes claros, a cada uno le puede transmitir algo distinto. Sin ir más lejos, en esta entrevista me he quedado impresionada de que alguien hubiese podido interpretar tanto de algo que aparentemente es tan poco.
¿Hay quizás una preocupación y una crítica por la incomunicación o, más bien, por la comunicación superficial, y una cierta reivindicación de la “afirmación del yo” frente a conexiones y relaciones que no nos aportan nada? Me parece que hay una cierta inquietud generacional que conecta el corto con títulos como Stockholm, de Rodrigo Sorogoyen o 10.000 Km., de Carlos Marques-Marcet.
Quizás sí es una reivindicación de la «afirmación del yo» frente a conexiones y relaciones que no nos aportan nada, pero más que una crítica a la incomunicación para mi es todo lo contrario, es una oda. Digamos que soy una persona de pocas palabras. No me gusta hablar por hablar, más que nada porque no sé hacerlo. Realmente no era mi intención reivindicar nada, pero es probable que haya reflejado mi forma de ser en el personaje que representa Amanda.
#OnceCentímetros: una afirmación del yo, oda a la incomunicación. Paula Pinazo. @jmcruzbar Share on XCon Stockholm supongo que se puede encontrar la relación en la incomunicación que hay al día siguiente entre los personajes, cada uno encerrado en uno mismo sin saber o sin importarles qué pasa con el otro. Pero sí que veo cómo puedes conectar esta historia con 10.000 Km por la presencia de la tecnología, del móvil en este caso. Pero no pretendía ser algo que tuviera que ver con la tecnología como tal, era la mejor forma de representar a un personaje que no iba a aparecer y que era indiferente quién fuese, que fuese una persona u otra, novio o ex novio, madre o padre, amiga o amigo… Analizándolo bien, igual sí que es algo que tiene que ver con mi generación, introducir un móvil como un personaje más sin ser plenamente consciente de ello y no percibirlo como algo destacable, porque es algo que está en nuestro día a día prácticamente desde que tenemos uso de razón.
En el corto, hay también mucha sensualidad. ¿Cómo te gustaría que nos la tomáramos los espectadores?
Creo que la sensualidad en el corto ha sido un efecto secundario. De hecho a algunos les parecerá muy sensual, a otros poco y a algunos nada. No era mi intención crear algo sensual pero supongo que hay dos motivos por los que ha terminado siendo así. El primero es el proyecto fotográfico con el que está relacionado este corto, ya que si pretende normalizar el sexo es inevitable que acabe teniendo algunos matices sensuales.
En segundo lugar, creo que la sensualidad es algo implícito en la mujer, porque cualquier cosa que hagas como mujer tiene una posibilidad enorme de ser dotado de connotaciones sexuales. Escogí a Amanda como actriz, porque es mi amiga y porque desde que empecé a visualizar la historia la veía a ella. Sabía que la sensualidad también iba implícita en ella, pero también la naturalidad. El tipo de sensualidad que se puede encontrar aquí es la que nace de eso. De que las acciones no son forzadas y no hay intención de provocar.
En este punto, creo que podríamos hacer algunas preguntas a la protagonista del corto, Amanda Gil, para que nos dé su visión sobre una historia tan breve pero tan susceptible de tener diversas lecturas como Once centímetros.
Hola, Amanda. ¿Nos podrías contar tu trayectoria profesional en el mundo del cine hasta la fecha?
Hola. Lo cierto es que me encuentro en el camino de formar esa trayectoria que algún día me gustaría tener. De momento, me he dedicado sobre todo al mundo de la crítica de cine en distintas webs, y gracias a ello y a la carrera de Comunicación Audiovisual, he podido entablar conversación con distintos profesionales del medio y así conocer de cerca algunos aspectos por los que antes no me había interesado, como es el caso de la dirección de arte. De hecho, Once centímetros es mi primer trabajo como “actriz” si así se le pudiera llamar, ya que anteriormente, además de mi labor como periodista, he realizado el arte de los siguientes cortometrajes: Al final se casan, de Sergio Navarro, 3 gramos de fe, de José A. Campos y de los videoclips: Trayectorias, de Lucas Colman y You Treat Me Cruel, de Nat Simons, ambos dirigidos por Lucas Paños. Bueno, en el segundo también estuve delante de la cámara, por lo que mi colaboración con Paula y los chicos de Voleurs de Pain podría considerarse mi segundo trabajo como actriz. Quién sabe.
¿Qué crees que aporta el mundo del cortometraje en función de tu experiencia?
Mucho. Muchísimo. Al menos a mí, personalmente, me sirve como una plataforma para dar a conocer mi trabajo, ya que por desgracia es más fácil conseguir colarte en un rodaje de un corto que de un largo, por ejemplo. Digo por desgracia ya que normalmente se hacen sin dinero y entre amigos. Vamos, que está dejando o ha dejado de ser una industria, por lo que, más allá de dar visibilidad a profesionales que tienen algo que contar, que son buenos montadores o montadoras, sonidistas, o en mi caso directores de arte, no se puede vivir de ello. Esto es una putada.
Desde mi punto de vista, y con mi cortísima «trayectoria», lo resumiría en un tema de satisfacción personal y plataforma. Aunque saltar de un trampolín no te asegura llegar a la piscina, ¿no? Es cierto que hay muchos festivales dedicados a los cortos, por ejemplo, a mí me flipa el Notodofilmfest, y me ha servido para conocer el trabajo de profesionales que de otra forma no hubiera podido, pero creo que habría que apostar un poco más e intentar «industrializar» este mundo.
En resumidas cuentas, y resaltando lo positivo, para los que consumimos cine, o en general historias, porque al fin y al cabo todo se resume a ello, nos aporta nuevos mundos en los que sumergirnos… y en el caso de los que también buscamos nuestro hueco en el universo cinematográfico, nuevos mundos que crear, decorar, dar vida etc.
En Once centímetros hay mucha ironía y en él se reflejan cuestiones que van mucho más allá de lo que pudiera parecer obvio. ¿Cuál es tu visión del corto?
Yo creo que, precisamente, lo bueno de Once centímetros es que invita a que cada uno saque sus propias conclusiones. Si me preguntas por la mía, pues… no sé. Cuando Paula me contó lo que quería hacer, lo primero que se me vino a la cabeza era que se trataba de una especie de vÍdeo arte, pero es verdad que luego llegas al sitio donde se va a grabar y conforme todos vamos yendo en una dirección, te das cuenta de que sí estás contando algo. Tiene una continuidad muy marcada, y no solo porque se grabó en orden cronológico, que esto es algo que no se suele hacer en el cine ¿no? Ves que a la chica no paran de llamarla y que a ella se la suda hasta que dice «mira hasta aquí», y mete el móvil en el microondas.
#OnceCentímetros te invita a sacar tus propias conclusiones. @AmandaGil9 @jmcruzbar Share on XCuando lo vi terminado, además de alucinar con el trabajo de los chicos de Voleurs de Pain, que son una maravilla, pensé que Paula había creado un universo muy particular. O por lo menos a mí me hizo trasladarme a uno que me empujaba a imaginarme qué le habría pasado a la susodicha la noche anterior. De hecho así me lo planteé durante el rodaje. Yo no soy Lo bueno de Once centímetros es que invita a que cada uno saque sus propias conclusiones.actriz, entonces me decía «Venga Amanda, ayer te peleaste con Pepito y no deja de llamarte» o «piensa en esos días que no te apetece que nadie te moleste», cosas de ese tipo…
Con esto de los móviles, que van con nosotros a todas partes (y digo yo que de ahí vendrá su nombre) parece que estamos obligados a mantener un contacto directo las 24 horas. No tenemos por qué. No pasa nada por tomarse un respiro, un tiempo para estar consigo mismo. Yo creo que más que ironía, es una especie de ensalzamiento a la soledad elegida, al no necesito ni quiero hablar contigo. No sé, como «hoy me quiero a mí y solo a mí».
Pero bueno, todo depende de cómo le vea cada uno y de cómo conecte con la historia, quizá hay alguien que piensa que la tía está hecha una puta mierda porque la noche anterior le rechazaron o se peleó con su mejor amiga, y verlo de esa manera, igual, quién sabe, le sirve si le ha pasado algo parecido. Y como decía al principio, igual otros solo lo ven como un vídeo arte.
Ya que hemos preguntado a la directora y a la actriz sobre su visión del cortometraje Once centímetros, para terminar vamos a preguntarles por sus planes a corto plazo y las películas que podrían recomendar a los lectores de MoonMagazine.
¿Cuáles son vuestros proyectos más inmediatos?
Paula Pinazo: Lo principal para mí ahora mismo es seguir formándome. Actualmente estoy realizando un curso corto de ayudantía de dirección y probablemente el año que viene comience un máster.
Amanda y yo estamos pensando en juntarnos una vez más para realizar una segunda parte para este corto, que, como es tendencia actualmente, no tendrá nada que ver con el primero. También trabajaré junto a Voleurs de Pain en sus próximos proyectos.
Amanda Gil: Esta es una buena pregunta ja, ja, ja… De momento, terminar la carrera. Estoy centrada en mi Trabajo Fin de Grado, una página web dedicada a la situación laboral actual de las mujeres en el cine español. Después de esto, estoy pensando en comenzar la diplomatura de dirección de arte en el Instituto de cine de Madrid. Creo que es importante formarme por completo en esta disciplina y así que la gente se fie de mí y tener proyectos inmediatos. Ja, ja, ja…
Aun así, parece que los chicos de Voleurs de Pain van a confiar en mí y Paula Pinazo, la directora de Once Centímetros, para colaborar en el arte de algún videoclip. Además, junto a ella (nos estamos convirtiendo en un “dúo dinámico”), posiblemente volvamos a la carga con una segunda parte del vídeo. También tengo un corto por ahí… De momento está todo en el aire.
Y para terminar, ¿recomendaríais a nuestros lectores tres películas españolas y tres películas extranjeras?
Paula Pinazo: Me cuesta mucho elegir en general, pero vamos a intentarlo. Tres películas extranjeras: J’ai tué ma mère (I Killed My Mother), de Xavier Dolan, me encanta llorar con las películas y aunque Mommy me pareció preciosa, creo que esta es la que más me ha llegado y además tiene una estética muy curiosa; The Royal Tenembaums, de Wes Anderson, porque no me puedo resistir al estilo de este director, que no se me ocurre otro adjetivo mejor que cuqui para describir su estética, sus colores y sus personajes; y, por último, Bar bahar, de Maysaloun Hamoud, la cual vi en el festival de Cine de San Sebastián el pasado septiembre al que fui como jurado joven y en el que se llevó el premio Eroski de la juventud, y me encantó, por su historia y sus protagonistas, me emocionó mucho el papel de la mujer palestino-israelí, pero a la vez desprende muy buen rollo.
Tres películas españolas: Los amantes del círculo polar, de Julio Medem, me parece una historia de amor complicada y maravillosa y me encantan las historias de amor. La piel que habito, de Almodóvar: la primera vez que la vi me sorprendió para bien, luego la tuve que analizar para una asignatura de la carrera y prácticamente me la sé de memoria. Y por último, La noche que mi madre mató a mi padre, de Inés París, es una película distendida con la que personalmente me reí mucho y me divertí viéndola.
Amanda G.: Por supuesto. Aunque recomendar solo tres españolas me hace pensar mucho ja, ja, ja… Tengo predilección por nuestro cine y se me hace difícil escoger, pero vamos a intentarlo… Todos están muertos, de Beatriz Sanchis, que me parece una película especial con un universo muy particular. De tu ventana a la mía, de Paula Ortiz, por seguir recomendando poesía en movimiento, y María (y los demás), de Nely Reguera, un retrato generacional muy bien conseguido. A veces menos es más, y estas directoras, en sus tres óperas primas (todas ellas diferentes), lo demuestran.
Internacionales… Pues te diría cualquiera de Woody Allen, pero me voy a quedar con Un final made in Hollywood, que me hace mucha gracia y tiene escenas top, Her, de Spike Jonze; y por último, la película más bonita que he visto hasta la fecha, Carol, de Todd Haynes. Por favor, quien no la haya visto, que vaya corriendo a Filmin o cualquier otra plataforma legal y le dé ya al play.
#OnceCentímetros, un corto de gran potencia expresiva. Paula Pinazo @AmandaGil9 @jmcruzbar Share on XPues le hemos hecho caso a Amanda y hemos colocado los enlaces para quien quiera ver cualquiera de las películas recomendadas tanto por ella como por Paula (salvo para las que no hemos encontrado su disponibilidad).
Como habrán apreciado nuestros lectores, Once centímetros es un corto que da para mucho a pesar de su aire evanescente. Pero ese aire, que ya le proporciona suficiente encanto, hace más difícil el inyectar a la historia potencia expresiva y creo que Paula lo ha conseguido con creces. Eso hace de ella un nombre a seguir con atención en el futuro inmediato. Deseamos a ella y a Amanda toda la suerte del mundo.
Puedes seguir a Paula Pinazo en:
Y a Amanda Gil en:
Y si has llegado hasta aquí y no has visto Once centímetros, sube o haz click en este enlace.
José Manuel Cruz, responsable de la sección de cine en MoonMagazine
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