Nueva sección Joyas del Séptimo Arte: Hoy, Parasite de Bong Joon-ho. Crítica de Alexis Falkas, nuevo colaborador en Revista MoonMagazine.
Parasite, de Bong Joon-ho
La lluvia como elemento unitario, estandarte de paridad, del patio mojado y los tejados brillantes, los charcos, los reflejos de una sociedad gris, indistinta entre las gotas de sabor insípido. Un colectivismo que no distingue de credos, géneros, etnias, creencias ni estatus social.
El trabajo dignifica y el arduo esfuerzo obtiene sus recompensas. Lemas y promesas que sirven como pilares fundamentales de nuestra sociedad y cimientan la moral contemporánea.
La lluvia como ilusión, oculta en esos charcos repletos de lodo en los que Parasite nos sumerge con la implacable sensación de asfixia que nos succiona, nos atrapa; nos parasita hasta convertir nuestra atención en el sustento narrativo de una falacia colectiva. En Parasite la lluvia no es igual para todos, ni afecta de la misma forma a quien la contempla desde el tejado que a quien la sufre con los pies hundidos en el barro.
Con esa rotura del paradigma, su director, desnaturaliza lo anodino para presentarnos una compleja amalgama de emociones humanas, que, sin caer en lo extraterreno de sus homólogos, consigue un extraordinario retrato de una sociedad dividida, de un mundo fragmentado en ilusiones contradictorias y sueños rotos.
Con una premisa sencilla, una familia que trata de medrar en la vida, Parasite construye de forma ingeniosa una magnífica tragicomedia en la que todo parece posible, sin dejar de mantener al espectador en vilo ante la constante e inminente posibilidad de que todo se derrumbe sobre sus cabezas. Una familia disfuncional de estafadores entrañables, alejados de todo ideal por necesidad, que se esforzarán por escapar a toda costa de las miserias de una existencia impuesta, incluso a costa de aquellos que tengan la desgracia de ponerse en su camino.
Bong Joon-Ho, @ParasiteMovie, una familia disfuncional de estafadores entrañables, alejados de todo ideal por necesidad @AlexisFalkas #CriticaCine. Share on XMesmerismo implacable:
Al despojar la narración de todo artificio, Parasite nos muestra sin tapujos la sordidez del alma humana, sin la necesidad de envilecerla con parodias manidas ni personajes estrambóticos o líneas rectas. En esta joya no existen los personajes planos, los buenos ni malos. Todos son culpables y víctimas, presos de sus ambiciones mundanas.
Sufriremos junto a los protagonistas, reiremos, juzgaremos y compartiremos sus penas, sin excesos ni caer en tentaciones simplistas. Lloraremos y pasaremos miedo, todo sin salir de un binomio cerrado que confronta dos mundos representados de forma impecable en un limitado y asfixiante espacio de escenografías repletas de simbolismo.
En esta joya no existen los personajes planos, los buenos ni malos. Todos son culpables y víctimas, presos de sus ambiciones mundanas. @ParasiteMovie. @AlexisFalkas Share on XNo es de extrañar que Bong Joon-ho, con una impecable trayectoria entre las que destacan películas como Memories Of Murder o The Host, sepa sorprendernos con tan poco. Utilizando el sótano en el que nuestros protagonistas malviven y la mansión repleta de secretos en la que tratan de colarse a base de ingenio, el director realiza analogías superpuestas en diferentes capas y niveles.
Es imposible dejar de lado el mensaje de la desigualdad social, la lucha de clases y lo absurdo de cada situación impuesta por más azar que esfuerzo y más dientes que comida que llevarse a la boca. La pobreza, la picaresca y el eterno sueño de emerger, literalmente, de las alcantarillas de unas vidas abocadas a un destino fijado por las circunstancias.
En otro plano narrativo Bong Joon-ho aprovecha el humor negro para abordar temas tabú entre dos coreas con la cuerda tensa, confrontando el pasado sin relegar el presente de la complicada situación sociopolítica en una península separada por ideales que, lejos de idealizar, el director ridiculiza estirando cada dogma desde su extremo hasta romper la cuerda de nuestra percepción moral.
Cuando el cine trasciende, el espectáculo nos muestra realidades que no queremos ver, pero que no podemos dejar pasar, sobre todo en una película que se disfruta con avidez sin la necesidad de recortar ni un solo minuto de metraje.
Parasite, incómoda e irresistible
Una tragicomedia de enredo simple, un exponente de la picaresca por necesidad que muchos productos patrios tendrían que envidiar. Un nudo sin mucha cuerda, con reminiscencias de la comedia costumbrista francesa y el uso minimalista de los entornos del mejor cine asiático, convirtiendo esta obra coreana en un engranaje perfectamente engrasado, listo para saltar por los aires en los momentos más inesperados.
Una tensión que mantiene hasta el último momento, con final inesperado y valiente, buscando la conclusión lógica de una historia que pretende reflejar la realidad antes que contentar al espectador con una satisfacción artificial y pasajera. Parasite es como un solo trago de absenta, deja mal cuerpo, pero despierta las mentes aletargadas.
#criticacine @ParasiteMovie, del director Bong Joon-ho, ganadora de #PalmaDeOro2019 @Festivalcannes. Conmovedora, hilarante, desenfadada. @AlexisFalkas. Share on XTambién te puede interesar El Irlandés, Joker
Conmovedora, hilarante y desenfrenada
Tras arrasar en Cannes y llevarse la Palma de Oro, Parasite ha cosechado un gran éxito entre la crítica y el público más sibarita, siendo nominada a los globos de Oro. Parasite juega constantemente entre líneas que pocos directores se atreven a traspasar. Una de esas películas que tienden a pasar desapercibidas en el panorama mainstream de superproducciones repletas de explosiones, narraciones estructuradas en base a fórmulas establecidas y personajes diseñados para empatizar con toda clase de espectadores.
Parasite es el subterfugio de los verdaderos creyentes del séptimo arte.
#cine @ParasiteMovie: el subterfugio de los verdaderos creyentes del #séptimoarte. #Crítica @AlexisFalkas. Share on XReír o llorar durante dos horas. Con la cabeza hundida entre las manos por desgracias ajenas que reflejan nuestras propias penas, nuestras ilusiones, sueños y esperanzas.
La lluvia, siempre repicando al son de los corazones, parasitando la pantalla para alimentarse de esa melancólica sonrisa que esbozamos cuando surgen los últimos créditos de una vida.
Un artículo de Alexis Falkas
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