Lejos de la palabra puramente comunicativa, lejos del aval de la visibilidad que otorgan los medios de prensa culturales y de la efímera espuma de las redes sociales, existe una poesía viva, cimbreante, que observa la raíz del lenguaje, que se busca; una poesía escondida entre brumas, a la que a veces es difícil llegar porque vive en los márgenes, en las fronteras, lejos del gran público. Y sin que pueda ser catalogada de críptica, y sin que pueda ser enmarcada bajo ninguna etiqueta, goza de aquella mística de su libertad, de su feroz impulso creativo.

Leyendo en estas navidades La realidad entera. Antología poética (1949-1995), de Ángel Crespo (publicada con esa solidez y ese cuidado exquisito que siempre presta Galaxia Gutenberg, y con un prólogo para enmarcar de Alejandro Krawietz), disfrutando de esta selección que incluye muchos de los libros completos escritos por el autor, sentí que tenía entre mis manos una bellísima anomalía, una colección de textos que se escapan al decir sincopado del siglo XX.

Quizá en España el liderazgo de las lecturas digeribles, de los poemas fácilmente masticables de tintes sociales o sentimentales, elaborados con una sensibilidad que no presenta aristas, hace ya tanto tiempo que están instalados en el sistema que solo permite, de vez en cuando y a modo de cuota, alguna voz «joven», «rompedora» o revestida de supuesta rebeldía. El panorama diseñado por las grandes editoriales al milímetro, la modelación subterránea de los gustos (creyendo que los lectores no lo percibimos) permite en ocasiones y aplaude la voz de ciertos escritores «extraños», aquellos que se empapan con los ecos de corrientes extranjeras, que dan pie para que se renueve el voraz consumo de modernidad y, por supuesto, avale esa pluralidad del sistema supuestamente democrático en el que vivimos. Nos deslumbramos con letras tan fluorescentes como vacías o miméticas, con temblorosas voces de autoficción, con banales ripios de azucarillo, y creemos que los nuevos parámetros literarios —que siempre parecen recién florecidos— traen una esencia que la poesía anterior olvidó recoger. Triste estafa. Ah, esos juegos visuales, fonéticos, metalingüísticos, esos experimentos intercomunicando las artes, esos aullidos largos y dolorosos ya han sido plasmados por antiguas vanguardias. El estanque de la poesía deja flotar las disidencias, los jugueteos, los exacerbados silencios con su extremada depilación de adjetivos. Lo permite como anécdota, vuelve a recrear el mundo clásico, coquetea con las distopías pero ¿cuántos lectores se deslumbran verdaderamente ante una actitud de búsqueda que algunos pocos poetas elevan? ¿Cuántos saben reconocer la hondura, la bendita locura que impulsa el afán de los que continúan indagando? Es tan reconfortante para esta letraherida percibir el entusiasmo por ir más allá de lo acomodaticio. Es tan loable contemplar esa caza nocturna, silenciosa y casi secreta de un poeta deslumbrado por la posibilidad de nuevos ángulos de mirada (véase Juan Eduardo Cirlot, José Miguel Ullán, Clara Janés, etc.). Celebro al creador que corre riesgos, que se entrega a la alquimia de las palabras dejando de lado la imagen pública —y hasta estilística a modo de disfraz— que se les exige a los escritores. Ese, o esa activista solitaria, dentro de aquella celda de su pensar y sentir desde donde otea el mundo interior y el exterior, escribirá buscando no la notoriedad social, no la complacencia y el aplauso, sino el germen de la lengua materna, de la comunicación proscrita, la que quedó perdida en los caminos de la utilidad.

Celebro al creador que corre riesgos, que se entrega a la alquimia de las palabras dejando de lado la imagen pública que se les exige a los escritores. #MarinaTapia. Reflexiones sobre #LaRealidadEntera de #ÁngelCrespo. @G_Gutenberg. Share on X

Todos estos pensamientos desató la lectura de la poesía de Ángel Crespo. Un humanista entregado a los saberes clásicos y alternativos, a la traducción, al aforismo, al ensayo, a la publicación de revistas, a la comprensión de la realidad entera. Y quiero terminar esta invitación con las palabras de Alejandro Krawietz que tan bien resume la labor del poeta: «La poesía fue, para Crespo, una suerte de religión, es decir, un espacio abierto para la experiencia de lo sagrado y la toma de conciencia del espíritu: una forma de vida, más una forma de conocimiento, más una forma de presencia en el mundo». ¡Leed también a los autores que presentan dificultad, a los que encienden en su fondo el fuego creativo del lenguaje! Y para que sirva de motivación a la lectura de su obra, os dejo con estos breves pensamientos, decires y meditaciones de Ángel (que recoge la parte final del libro):

«Una pregunta bien hecha suele ser más poética que cualquier afirmación. A eso llamo realismo poético».

«Todas las palabras tienen dos sílabas más: el silencio que las precede y el silencio que las sigue. El primero ya ha sido pronunciado por los dioses, como muy bien saben cuantos poetas tratan de pronunciar el segundo».

«Lo absurdo es lo que tiene explicación, pues la verdad es inexplicable».

«Dos es ya rebaño».

«¿Al cielo o al infierno? Donde vea menos gente».

«La poesía es el ouroboros: la serpiente que se muerde la cola. O mejor, el círculo perfecto: porque no se sabe cuál es su cabeza ni dónde muerde».

«Lo que echa a perder todo entre nosotros es que el poeta no es considerado como un ejemplo, sino como un ejemplar».

«Decididamente, la poesía no es ‘la palabra en el tiempo’, sino ‘la palabra en su sitio».

Ángel Crespo

Poetas como Ángel Crespo, raras avis, un artículo de Marina Tapia, fruto de sus reflexiones tras la lectura de La realidad entera. @G_Gutenberg Share on X

La realidad entera

Ángel Crespo

Galaxia Gutenberg

Un artículo de Marina Tapia

Sobre la autora de este artículo, Marina Tapia

Marina Tapia (Valparaíso, Chile. 1975), es poeta y artista plástica. Desde el año 2000 reside en España y desde el 2013 en Granada.

Ha publicado los libros 50 Mujeres desnudas (Amargord, 2013), El relámpago en la habitación (Nazarí, 2013), Marjales de interior  (Aguaclara, 2017), Jardín imposible (Ayto. de Baena, 2020), El deleite (Ayto. Vélez Málaga, 2020), Corteza (El Envés, 2022), Un kilim de palabras (El sastre de Apollinaire, 2022), Bosque y silencio (Ayto. Aguilar de Campoo, 2022), Islario (Amargord, 2022) y Piedra que mengua (Ayto. de Lodosa). Ha coordinado El pájaro azul. Homenaje a Rubén Darío (Artificios, 2016).  Sus poemas han sido incluidos en una treintena de antologías.

Entre sus premios destacan: Voces Nuevas (2007) de la editorial Torremozas; Arte Joven La Latina de la Comunidad de Madrid, 2008; Paco Mollá 2017; Certamen poético de Guadix 2014; Ciudad de Baena 2018; Joaquín Lobato 2019; III Certamen de Poesía Social Mujer, Voz y Lucha; Águila de Poesía 2021; 8 de marzo por la Igualdad de La Zubia 2023 (en la categoría Cultura);Residencia Literaria en Óbidos, Portugal, de UNESCO; Ángel Martínez Baigorri 2024, entre otros.

Ha coordinado el espacio Compartir poesía de la Fundación Entredós de Madrid, ha impartido talleres de creación literaria en la biblioteca de La Zubia (2014-2025), en la de Huétor Vega (2023-2025) y para la Asociación ALIAR. 

Ha formado parte del catálogo de Animación a la Lectura de la Diputación de Granada y del Programa María Moliner 2019 del Área de Igualdad y Juventud. Pertenece al Institutum Pataphysicum Granatensis, a la Ronda Andaluza del Libro, a la Asociación de mujeres poetas Genialogías y a Poetas por el Clima de Córdoba.

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