Relatos monocromáticos: Reseña
María Jesús Mena, madrileña autora de estos Relatos Monocromáticos, ha debutado en la publicación literaria con Poemas ciegos (2019), un inolvidable poemario cuya reseña Revista MoonMagazine, dentro del ciclo poético del pasado verano, publicó con aplausos. Especializada en resolución de conflictos, así como en inmigración y cooperación, esta poeta y cuentista es una trabajadora social vocacional y ello le llevó a desempeñar su labor en ámbitos tan duros como la violencia de género y la trata de seres humanos. Su pasión por la literatura prende primero, de niña, como lectora y continúa años más tarde como autora. Para esto último se prepara asistiendo a cursos como los ofrecidos en la escuela creativa Taller de Escritura de Clara Obligado. María Jesús Mena lleva un tiempo publicando relatos y reseñas en diversos medios como el blog La piedra de Sísifo. Con un reportaje sobre la librería Lello de Oporto ha iniciado sus colaboraciones periodísticas para nuestra revista.
Empecé las reseñas literarias de 2020 (sin la menor idea de la que nos venía encima) con un inolvidable libro de relatos: Historias de la chusma, del vasco Oskar Bilbao, y lo termino con otra prueba del actual período de esplendor que atraviesa el cuento en nuestro país: estos Relatos monocromáticos de María Jesús Mena. Aunque lo digo a menudo, hay que repetir, sin miedo a resultar cargante, cómo es una lástima que el relato –máxima expresión del talento en prosa– no acapare la atención merecida. Porque con autores de cuentos como los dos citados, proclamar la excelencia a la que está llegando el género podría animar a quienes, hastiados ya de libros siempre iguales, que no terminan de satisfacerlos, caten las delicias de estos otros, todavía minoritarios.
María Jesús Mena ha concentrado las 26 piezas de sus Relatos monocromáticos en 8 grupos. En su prefacio que, por el momento, me abstengo de leer, la autora debe aclarar los motivos de tal agrupamiento. Serán sin duda reveladores y certeros, pero para una reseña que quiere ser honesta y personal ponerse frente al texto sin haber recibido antes influencias ajenas es una exigencia insalvable; más aún lo será —para un libro con prólogo explicativo— mantenerse al margen de glosas autorales (no es raro que su máximo responsable resulte persona poco indicada para comentar su obra).
Propongo dividir las 26 piezas de Relatos monocromáticos en 4 grupos y tras hacer un somero análisis resaltar algo de cada relato.
Desvelando lo oculto
Ricardo Piglia dijo algo que, de tan obvio, carecía de formulación: «Un relato siempre cuenta dos historias: una evidente y la otra secreta, siendo que la historia secreta es la clave del argumento». En el cuento especialmente logrado hay un dato escondido que, siendo como una ausencia, paradójicamente, está muy presente. Casi todos estos autores pretenden (otra cosa es que lo logren) que el lector participe en la historia rastreando en ella lo recóndito y así mantener su atención hasta el luminoso final. En los 9 relatos que incluyo en este grupo (el más numeroso del libro), todos apegados a la cotidianidad —al día a día de sus personajes—, una temática muy carveriana, María Jesús Mena revela su talento presentando deseos y motivaciones nada extraordinarios, casi triviales, pero que de una inesperada manera acaban por lanzar sobre el conjunto del cuento –y, al mismo tiempo, sobre el atento lector– una luz desveladora de realidades impensables a la que sus personajes reaccionan… para nunca más volver a ser los que fueron.
En «La pelea» una riña de colegio entre su hija y la mejor amiga sirve a la madre para revelarse ante una vida anodina. «El mirador» nos permite, a través de las «inocentes» preguntas de un niño, descubrir claves de una situación familiar curiosa. Con «Las flores de Alicia», tras la muerte de una chica con síndrome de Down, se resalta el papel de la solidaridad femenina, que brota más aún en circunstancias dramáticas. En «Avelino y el mar», iniciático viaje a la playa de un discapacitado a quien acompaña su monitor, se desvela la vigencia del aserto de Oscar Wilde: «La realidad imita al arte». «La extraña habitación» refiere la obsesión de una mujer por dotar de vida a una fría estancia de su casa: ello revela un lado de perfeccionamiento burgués pero, también, cómo su estado anímico va abriéndose a horizontes de creatividad. En «La prisa» la detención del Metro por una avería, y el tiempo muerto que conlleva su reparación, permite a la protagonista atender sin disimulo las fotos que una extraña mira en su móvil. «Del paso del tiempo y la vida» presenta a una mujer tendida en su cama, con el día vencido, a quien, a modo de epifanía, se revela cómo la vida está en otro lado. En «La parada» una joven de vida acomodada queda impactada tras conversar con un indigente que le dice: «La vida es como un viaje en una barca que navega por un río». Y en «La visita» una maga profesional recibe a una mujer que pretende salvar su deteriorado matrimonio: en la foto que muestra la adivinadora descubrirá a alguien conocido.
El amor
Hombres y mujeres de cualquier edad protagonizan las 7 piezas del segundo grupo más numeroso de Relatos monocromáticos. Muy variados en intención, si hubiera que dar con un elemento aglutinador quizá fuera el de la advertencia de su autora sobre los riesgos que conlleva un enamoramiento precipitado o poco acertado. El amor triunfante asoma en dos relatos, pero la soledad descubierta a la que conduce un amor mal elegido, o, en otros casos, las formas de callada resignación de quienes sufren el desamor, acaban predominando en el conjunto.
En «La biblioteca de Sarajevo» se nos cuenta una historia amorosa entre una madrileña y un violinista bosnio con rupturas y reencuentros. Teniendo como marco el metro londinense, «El andén y lo insólito» demuestra cómo, a veces, lo inesperado favorece también al nacimiento de un amor. «Actualidad: madrugada y niebla» avisa de los problemas que pueden acarrear los enamoramientos en redes sociales cuando no se sabe usarlas de manera sensata. «Hace alguna década: retratos entreverados» supone la cronología de un amor frustrado usando el perspectivismo de sus protagonistas: dos historias entrelazadas que despliegan más sombras que luces. En «La nota» el amor no correspondido de una secretaria por su jefe repercute sobre un matrimonio. «Cuatro retratos de mujer» parte de una misma noche de sexo sobre la que María Jesús Mena ofrece cuatro variaciones que configuran otros tantos tipos de mujer: la mujer resignada, la ardiente, la que busca una relación estable y la mujer asesina. Y en «La mordida» asistimos a la alucinación de una sumisa que termina por creerse que su marido es un vampiro.
Testimonios+COVID
En «La historia inacabada» Berta, madrileña desplazada a Sarajevo, cuenta, en tono periodístico que no deja fuera la emoción, la capacidad de las mujeres bosnias para salir adelante. «El espacio en el que guardaba su nombre» es una implacable crónica del proceso de pérdida de memoria. En «El vecino del primero izquierda» encontramos otra crónica, en este caso sobre una historia de abandono y muerte. En «El extravío que deja la ausencia», una madre de dos niños, recién separada, especula sobre cómo quedaría la vida de los tres con la desaparición de su ex. Y «Como dos gotas de agua» refiere la monótona existencia de un hombre que vive en una casa con la sola compañía de una madre encerrada en su dormitorio.
Por vez primera encuentro referencias literarias a la pandemia que sigue azotando al mundo entero: María Jesús Mena, en dos relatos testimonia sobre lo que estamos sufriendo. En «Intramuros», una mujer contempla desde su casa una desconocida Puerta del Sol bajo los efectos de la Covid: ausencia de aglomeraciones, de carteristas y cómo la (poca) gente que pasa camina encorvada por el peso de sus bolsas de víveres; esa quietud urbana encuentra correspondencia en el desasosiego que la desarmada observadora siente desde su atalaya. «Recuento» parte de la misma situación que el relato anterior: la mujer observando La Puerta del Sol, pero ahora asistiendo al acorralamiento, por parte de la policía, de un hombre; al desasosiego se añade el miedo, que origina mayor deseo de recluirse.
Relatos metaliterarios
Con dos relatos de este tipo María Jesús Mena abre y cierra Relatos monocromáticos. «A propósito de la escritura» es una original alegoría sobre el proceso de escribir, entendido éste como una larga exploración que partiendo del discurrir de un arroyo y cruzando el mar, da frente a un volcán a punto de erupcionar. En «El final del relato» la autora confiesa sus problemas para finalizar no pocos relatos, e involucra a sus lectores en este último abriéndolo con las posibilidades que le brindan sus protagonistas.
Julio Cortázar resaltaba la ineludible potencialidad del cuento; uno conseguido, para él, debería tener una proyección que despertase una prolija serie de aperturas mentales y psíquicas. María Jesús Mena ha conseguido, en cada uno de los 26 relatos, con independencia de su temática, precisamente eso: que a su final uno no evite cavilar sobre ellos.
Relatos monocromáticos son narraciones en las que su autora vierte el conocimiento del oficio, su precisión y habilidad con las palabras –en muchas ocasiones feliz heredera de su quehacer poético–, y un sorprendente manejo de recursos para quien debuta en este difícil género. En vez de complicarse la vida, ella opta por estructuras realistas con cuya transparencia nos desarma. No solo por temática, también por la forma, a María Jesús Mena debe considerarse aventajada discípula del norteamericano Raymond Carver.
En Relatos monocromáticos, @olelibros, @MariaJesMena vierte el conocimiento del oficio, su precisión y habilidad con las palabras y un sorprendente manejo de recursos para quien debuta en este difícil género. J.M. López Marañón. Share on XTras Poemas ciegos desde MoonMagazine augurábamos a su autora una imparable carrera literaria. Pocos meses después, con estos magníficos Relatos monocromáticos, María Jesús presenta sus credenciales para la prosa y hace que su nombre suene ya con fuerza entre los círculos literarios del país. Desde el convencimiento de que nuestra escritora pronto dará otro paso adelante quedamos a la expectativa de su próximo reto.
Con estos magníficos Relatos monocromáticos, @olelibros, @MariaJesMena presenta sus credenciales para la prosa y hace que su nombre suene ya con fuerza entre los círculos literarios del país. #Reseña/#Entrevista: J.M. López Marañón. Share on XEntrevista con María Jesús Mena: «Siempre procuro establecer un diálogo con los que están al otro lado, con los lectores»
Mientras todo el mundo lanza maldiciones sobre este año, no creo que puedas decir que para ti haya sido nefasto: la segunda edición de tu primer poemario (que se publicó en 2019), y. casi de forma simultánea, tu primer libro de cuentos, han aparecido durante el malhadado 2020.
¿Han seguido ambos libros un proceso simultáneo de escritura y, de ser así, ha podido ello beneficiar tanto a poemas como a cuentos?
Creo que eso es inevitable. Muchos de los relatos tienen eco en mis poemas y viceversa. Suelo escribir unos u otros de forma casi paralela. Creo que esto tiene mucho que ver con cómo me sienta en cada momento y lo que necesite expresar. Si es algo más íntimo, necesito dialogar con el lector o requiero de un enfoque más cercano y personal utilizo la poesía, si quiero crear otras emociones o generar otro caldo de cultivo más o menos emocional, más o menos reflexivo, prefiero la narrativa. En cualquier caso, siempre procuro establecer un diálogo con los que están al otro lado, con los lectores. Aunque no sé si lo consigo en todos los casos.
Amores y desamores ocupan parte importante de la temática de Poemas ciegos. Aunque en el poemario también hay composiciones felices, de júbilo casi impúdico, por cantidad acaba imponiéndose la temática del desamor, un dolor cribado pero dolorosamente sincero… En tus Relatos monocromáticos encuentro que 7 están centrados en el amor, de los cuales 2 de ellos terminan bien. Pero sobre el resto caen dolorosas sombras que originan diferentes formas de soledad y resignación.
El amor, por tanto, es tema fundamental en tu producción literaria.
En general, creo que la literatura se vertebra alrededor de algunos temas centrales: la vida, la muerte, el amor… Yo, de forma inevitable sigo estos patrones. Abordo, más que el amor en sí, las relaciones entre los seres humanos, las emocionales, afectivas. El amor, el odio, la bondad, la maldad. Me parece que somos seres complejos y, por ello, a la vez fascinantes en cuanto a nuestros comportamientos y contradicciones. Pero sobre todo me gusta narrar nuestro día a día, porque es en sí toda una aventura, aunque nos parezca que no. Recuerdo que durante unos años, compartí vecindad con una familia de estafadores. El padre era un señor que parecía absolutamente normal. Decía tener un trabajo. Se iba por la mañana. En la casa vivía con su mujer y dos hijos jóvenes. Todos parecían muy ocupados y «normales». Con el tiempo descubrimos que su vida entera era una gran mentira. Cuando desaparecieron y pocos días después vino la policía a hacer un registro y a hacernos preguntas. En otro lugar de residencia, viví en el mismo bloque que un matrimonio muy peculiar. Él acabó intentando asesinar a su mujer dándole un tiro en plena calle y a la luz del día. ¿He vivido en lugares muy extraños? No. Es solo que me he mudado muchas veces, ja, ja, ja. Aventurarte a vivir hace que se tengan más opciones para acceder a historias extrañamente cotidianas y sorprendentes. Pero, si miramos en nuestra propia vida, nos daremos cuenta de que estamos rodeados por lo sorprendente. Y si lo no estás, como dice mi vecina la rubia, es que lo «sorprendente» eres tú.
¿Hasta qué punto lo autobiográfico en este terreno influye en tus poemas y relatos?
Más que lo autobiográfico, me nutro de muchos años de relaciones interpersonales. Mis cambios de trabajo y mi propia inquietud personal han hecho que conociese muchas realidades diferentes. Esas son las que intento plasmar. Nuestra cotidianidad, que es para cada uno de nosotros diferente. Algún relato se acerca a mí, pero hay mucho de ficción. De ideas inventadas o recreadas a partir de una noticia leída en una revista o vista incluso en el metro. Cualquier lugar es bueno para vivir toda una aventura.
Siguiendo con este sentimiento tan universal, en tu poesía encuentro una mayor querencia para hablar del desengaño amoroso. En tus relatos que hablan sobre el amor creo que te muestras más partidaria de lanzar advertencias sobre los peligros a los que conduce una mala elección.
Bueno, en realidad no es una advertencia. Intento contar la vida. ¿Quién no ha tenido un desencuentro amoroso? ¿Quién no ha perdido un empleo? ¿Quién no se ha sentido solo alguna vez? Creo que pocos de nosotros podemos decir que la vida es lineal. En general, en el amor y en la vida, hay situaciones que se producen que lo alteran todo. Esas son las que me interesa narrar. Los mundos repletos de matices, escalas y penumbras, pero a la vez en los que a pesar de todas esas penumbras hay resquicios de luz, incluso en lo que respecta a la muerte. Parece que es un tema tabú, pero forma parte de la vida y así hay que verlo.
«En general, en el amor y en la vida, hay situaciones que se producen que lo alteran todo. Esas son las que me interesa narrar». #Entrevista a @MariaJesMena, autora de #Relatos Monocromáticos, @olelibros. J.M. López Marañón. Share on X¿Cómo has logrado expresar en tus relatos el sentimiento amoroso igual de bien que lo haces en tus poemas? ¿Hay algo de catarsis personal para conseguir esta intensidad, tanto en verso como en prosa?
Muchas gracias por tus palabras. Creo que soy una persona muy analítica, pero también muy emocional y emotiva. Me gusta expresar lo que siento y cómo lo siento. Lo bueno y lo malo y me agrada escuchar a los demás hablar sobre sus emociones y sentimientos. Quizá todo esto hace que a la hora de escribir también quiera expresar todo ello en palabras de alguna manera, intentando encontrar para cada situación el estado más acertado, las palabras más certeras o acordes, cosa que a veces es complicadísima.
¿Para ti el paso del tiempo es suficiente para poner al desamor en su lugar, como ocurre en varios de tus cuentos?
Como se dice, el tiempo todo lo cura y, en cierta forma, es cierto. En realidad, no olvidamos del todo el dolor, pero nos sirve de aprendizaje frente la vida. La frustración, los desencuentros. Son necesarios. Pero solo nos damos cuenta cuando ha pasado algo de tiempo. Lo importante es que nuestras heridas nos curen y no se conviertan en emponzoñadas grietas que nos asfixian.
Has iniciado tu carrera literaria de una forma opuesta a la que prefieren muchos escritores. Se suele buscar abrir fuego con una novela, a la que podrá seguir un libro de cuentos y, más adelante, si el autor va consiguiendo lectores, animarse con algún poemario…
Creo que mi carrera literaria me ha planificado a mí, en lugar de ser al revés, por suerte o por desgracia, ja, ja, ja. Escribo y de ahí, van surgiendo distintos tipos de creaciones, luego una vez que tengo suficiente material, lo aglutino en forma de libro. Sé que tanto el cuento, como la poesía son géneros minoritarios, pero no me importa. No busco tener miles de lectores, aunque como a cualquier escritor no dudo que me encantaría. Busco la cercanía con el lector. Fíjate, ¿te cuento esta historia? ¿Vemos los dos lo mismo? Esto quizá me da más libertad a la hora de escribir, porque no pienso en si venderé o no libros, solo en llegar a los lectores. Conseguir que lean lo que he escrito y que me cuenten. Relatos monocromáticos es variado, son distintos registros y eso me encanta. El poder modificar. En una narración más larga estás más atada. Eso es muy seductor de la poesía o el cuento. Ese breve espacio en el que puedes dar rienda suelta incluso al caos más absoluto.
«Busco la cercanía con el lector. ¿Te cuento esta historia? ¿Vemos los dos lo mismo? Esto quizá me da más libertad a la hora de escribir, porque no pienso en si venderé o no libros, solo en llegar a los lectores». @MariaJesMena. Share on XHas superado con nota muy alta tu debut en poesía y cuentos.
Muchas gracias, de verdad, por esa afirmación. Creo que aún me queda mucho camino por recorrer, pero lo importante es que estoy dispuesta a hacerlo, con mis inseguridades a veces, como las tenemos todos. Espero que nos sigamos encontrando en este mundo literario y puedas continuar opinando lo mismo del resto de creaciones que espero vean también la luz.
¿No te intranquiliza que esta presentación literaria tuya se haya producido con géneros de un gran nivel actual en España pero que, por desgracia, no gozan de demasiados seguidores?
He de reconocer que no me preocupa demasiado. Me gusta escribir, disfruto con ello y escribo según mi estado de ánimo y lo que me apetece hacer en cada momento. La escritura para mí es sobre todo una fuente de deleite y experimentación.
Creo además, que el lector de relatos es quizá minoritario, igual que el de poesía, pero muy exigente y un gran lector, que suele abarcar además todos los géneros. Por lo que espero estar a la altura de esos lectores tan exigentes.
Debes estar harta de que te lo pregunten, pero no voy a ser menos: ¿Entra en tus planes inmediatos escribir una novela?
Inmediatos no, porque tengo antes otros tres proyectos que me gustaría sacar adelante antes que la novela. Pero no te engaño si te digo que está ahí. Comencé a escribirla, pero la dejé aparcada cuando empezó la pandemia. De pronto, no me veía con ánimo de continuar escribiendo algo tan largo y opté por otros registros, aunque no descarto retomarla más adelante.
Otro grupo sustancial de Relatos monocromáticos viene constituido por cuentos centrados en las existencias cotidianas de sus personajes, en su intrahistoria. Pero esa cotidianidad tapa, sin excepción, unas realidades que acaban poniéndose sobre el tapete. El niño preguntón, la chica con síndrome de Down, un indigente sentencioso, o, incluso, las fotos de un móvil, acaban por ser puertas de acceso a lo, a veces, trabajosamente oculto.
Todos tenemos miles de historias ocultas. Somos cien realidades diferentes. ¿Qué sería el ser humano sin todo lo que esconde? El niño quiere saber lo que le están escondiendo, intuye que hay algo que no marcha bien, pero no quieren decírselo, por eso vuelve de forma recurrente sobre el tema. El indigente sentencioso en realidad es un supuesto. Pensé ¿qué pasaría si colocásemos a un apóstol en la puerta de un restaurante en la actualidad?, ¿qué nos parecería escuchar alguna de sus enseñanzas? Esa fue la hipótesis y, a partir de ahí, desgrané la historia. El encuentro con la chica. La especie de parábola con moraleja que le cuenta. Sentir el efecto que esas palabras producían en ella. Después, imaginé cómo lo trataría nuestro querido siglo XXI y no me costó demasiado llegar a su desenlace. Todos los relatos tienen algo oculto, como dijiste y distintas lecturas según se miren.
Estamos ante unos relatos conseguidísimos que, supongo, han debido costarte trabajo sacar adelante dada la casi invisibilidad de los hilos que sustentan un delicadísimo armazón narrativo.
Sí. Reconozco que sí. No se sabe en realidad el trabajo que hay tras cada narración. Hago distintas versiones. Recorto, mutilo, reviso. Distintos comienzos y finales y aun así, algunas veces, incluso terminados, pongo una y mil pegas. ¿Cuándo se termina de corregir un relato? Esto es difícil. Para mí, nunca, por eso llega un momento en el que decido dejarlo. A veces de un relato han salido varios. Como es el caso de la mujer que prepara una noche de pasión o de la sección denominada fotogramas. Una misma realidad vista desde diferentes ángulos. En estos casos, no he podido renunciar a todos sus matices, pero en el cuento de la hechicera hice al menos, cuatro finales distintos.
«No se sabe en realidad el trabajo que hay tras cada narración. Hago distintas versiones. Recorto, mutilo, reviso. ¿Cuándo se termina de corregir un relato? Para mí, nunca». @MariaJesMena Relatos Monocromáticos, @olelibros. Share on XEl otro grupo de relatos más testimoniales ofrece la unánime sensación de lo vivido. No sé si las experiencias vitales que narras te han ocurrido o han podido ser resultado de sucesos que hayan podido contarte o, también, que directamente nazcan de tu imaginación…
¿Puedes aclararnos, por ejemplo, si has estado en Sarajevo, si tuviste trato con alguna mujer que pierde la memoria, o, si desde tu casa ves La Puerta del Sol?
Sí, visité Sarajevo y su biblioteca cuando la estaban restaurando. Bueno todo el país estaba en proceso de restauración, como otras zonas de la antigua Yugoslavia. También viví en Londres una amenaza de bomba. En realidad, unas cuantas. Antes del cese de la violencia, no era algo inusitado. He conocido muchas mujeres que han perdido la memoria, a veces por dolor y otras por enfermedades degenerativas. Viajar a Bosnia me impactó y también ser consciente de nuestra vulnerabilidad. Dependemos de tantos factores. Como ha ocurrido ahora con el COVID, quizá deberíamos vernos más desde esa fragilidad.
Desde mi casa no veo la Puerta del Sol, pero reconozco que la secuencia de imágenes que narro en uno de los relatos, la observé a través de las cámaras que están instaladas en esa plaza, a las que se puede acceder por internet. Ahora, a las 23:00 horas, esa imagen es similar, aunque ahora se ve como la gente camina con menos prisa, más relajada, pero igualmente parece desde la distancia una maqueta cuyos muñecos aparecen de forma secuenciada, casi con periodicidad. No obstante, el vacío aún permanece. Verla vacía cuando solía estar tan concurrida, y más en Navidad, era algo impensable hace un año. La Puerta del Sol era siempre bullicio.
¿Hasta qué punto combinas en tu escritura experiencia e imaginación?
Como he comentado antes, es una mezcla de ambas. De esa manera intento enhebrar los relatos.
En dos cuentos narras las vivencias de una mujer ante la pandemia desatada en Madrid. Es la primera vez que encuentro la Covid tratada de forma literaria.
Sí. Me he animado a hablar de la pandemia, pero he intentado tratarla de forma que el relato pueda sobrevivir al paso del tiempo, sin hacer alusiones directas, pero sí abordando las emociones y sensaciones que una situación así puede haber provocado. Aislamiento, soledad o vulnerabilidad. En este caso en forma de monólogo interior de una mujer que observa el único paisaje que puede ver desde su ventana. Una plaza luminosa, pero vacía.
¿Consideras que este asunto, una vez reducido a su mínima expresión, pueda dar juego desde un punto de vista literario?
Creo que cualquier cosa puede dar juego desde el punto de vista literario, siempre que se busque un enfoque que pueda sobrevivir al tiempo. En este caso, pienso que cuando todo esto haya pasado trataremos mucho este tema. Es inevitable. Por ejemplo, ahora estoy escribiendo otros textos de corte realista y la pandemia los impregna. Es inevitable que la situación salpique esos textos si narramos la realidad que vivimos. Obviarlo sería falsear la verdad.
¿Puedes imaginar la pandemia como tema de comedia?
Por supuesto. Todo puede ser tema de comedia. De hecho, la pandemia nos ha dado momentos muy tristes, pero también muy hilarantes y los chistes y memes han corrido por doquier por las redes. Creo que reírse en síntoma de salud y que no hay que demonizar la risa. Otras cosas sí, pero la risa no, siempre que se haga todo desde el respeto.
En la reseña cito el influjo que, muy beneficiosamente, aprecio sobre Relatos monocromáticos de dos maestros del género como Carver y Cortázar.
Ambos son muy grandes, cada uno en su estilo. Para mí Carver es el símbolo, el detalle y la genialidad, Cortázar lo sublime. «Casa tomada» es un relato inolvidable. Es curioso pero si lo pienso, lo cierto es que este autor debutó con Presencia, un poemario que fue publicado en 1938, bajo un seudónimo. Acabo de darme cuenta. Pero yo soy muy pequeña al lado de estos dos autores, por lo que te agradezco enormemente tu apreciación.
¿Puedes decirnos otros autores de cuentos que te gusten e influyan en tu obra, y, también, cuáles serían tus poetas y novelistas preferidos?
Esta es una pregunta compleja porque tengo unos gustos muy diversos.
Me gusta mucho la literatura norteamericana del pasado siglo como la de Scott Fitzgerald, John Dos Passos y John Steinbeck o Truman Capote. En el teatro me fascina Tennessee Williams. En relatos, por supuesto, Cheever y Carver. De niña leí con fascinación las novelas de las hermanas Brönte, toda la saga de Mujercitas de Luisa May Alcott y los relatos de Daphne du Maurier.
He descubierto a Alice Munro y Clarice Lispector tarde, pero ambas me apasionan.
Los autores de origen ruso o del este de Europa también me interesan y he descubierto este año a Bulgakov gracias al autor español Eloy Tizón, Wisława Szymborska en poesía y Olga Tokarczuk en narrativa.
Entrando en Europa no puedo dejar de nombrar El amante, texto espléndido de Margueritte Duras, ni la obra de Camus, una apuesta siempre segura, como lo es Onetti. Tampoco a Saramago, Anna Gavalda o Muriel Barbery.
En cuanto a la literatura en nuestra lengua, por decir algunos autores nombraría a Onetti, y, por supuesto a Cortázar, Borges, Vargas Llosa, García Márquez o Álvaro Mutis.
En narrativa breve hay muchos autores españoles que he ido descubriendo estos últimos años como Eloy Tizón, Ernesto Calabuig o Javier Morales, por nombrar mis últimas lecturas, pero hay algunos más. Como autoras destaco a Nuria Barrios en cuento y novela. Su Todo arde es una narración dura sobre el mundo de la droga, pero planteada con un lenguaje elegante y repleto de simbología y matices. Aborda ese submundo que horada de forma incómoda nuestra realidad y que no está tan lejos como parece, aunque evidencia que una vez que se cruza la línea que divide una realidad y otra, el camino de regreso es complejo. Existen demasiados daños. Es un texto valiente. Como lo es también Patria de Aramburu, Lluvia Fina de Luis Landero o La noche de las luminarias, de José Francisco Rodil Lombardía. Para mi gusto, tres de los mejores autores en nuestra lengua.
En poesía, mi elección siempre será Lorca. Me fascina también su teatro. Acompañando a este autor, Ida Vitale o Idea Vilariño.
Creo que se me olvidan muchos más, pero no quiero aburrir.
Muchísimas gracias por esta entrevista y por tu amable y atenta lectura.
Gracias a ti, María Jesús.
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