Nada más abrir Ser gato, el lector comprenderá ipso facto que se trata de una obra muy poco convencional. Nada convencional, de hecho. Se agradece que Altamarea haya asumido publicar esta joyita de Edgar Borges, tan sorprendente como inclasificable, en una edición que más que cuidada resulta redonda en todos sus detalles; una pieza de arte fresca, mixta a varios niveles, rabiosamente original, gracias al baile perfecto entre el texto e ilustraciones que firma Fría Aguilar. Ser gato nos viene entregada en concreto por la colección Tascabili, un término que podríamos audazmente traducir con algo así como «embolsillables», y que tiene por objetivo, según la propia editorial, publicar relatos, compendios de epístolas, relatos o novela breve. La marca común a todos estos formatos ha de ser, sin embargo, que se trate de obras «atrevidas, que llegan desde la periferia del canon literario». Y, por supuesto, Ser gato cumple con creces dicha condición.

Nada más abrir #Sergato, el lector comprenderá ipso facto que se trata de una obra muy poco convencional. Se agradece que @Altamarea_Ed haya asumido publicar esta joyita de @EdgarBorges7, tan sorprendente como inclasificable. @rosaggv. Share on X

Catalogar la obra de Edgar Borges, colocarle una etiqueta que la encierre dentro de un género concreto, al igual que tratar de hallar una línea argumental al uso, puede calificarse con varios adjetivos poco apetecibles: es dificultoso y hasta innecesario.

Por lo que respecta a la primera cuestión, la del género, resaltaremos una vez más su índole mixta, su hibridación entre la poesía y la narración, lo que podría ayudarnos a calificar Ser gato como prosa poética. Pero esto podría resultar en un encasillamiento contraproducente, como poco. Sin embargo, toma de la poesía la capacidad de síntesis, el uso de brillantes imágenes, el ritmo que a veces fluye y otras veces se rompe, como si el gato que posee al yo poético (o narrativo) hubiera perdido, de pronto, una de sus siete vidas debido a una caída desde la ventana que anhela saltar.

#Sergato toma de la poesía el ritmo que a veces fluye y otras se rompe, como si el gato que posee al yo narrativo hubiera perdido una de sus siete vidas debido a una caída desde la ventana que anhela saltar. @EdgarBorges7 @rosaggv. Share on X

En cuanto al argumento, el propio título lo sintetiza a la perfección, en forma de anhelo consistente, el principal hilo conductor de Ser gato. ¿Quién no querría parecerse a un gato? Esos seres bellos, equilibrados, sutiles, elegantes, sigilosos, capaces de saltar de la ventana al árbol, del árbol al suelo y de nuevo a la ventana; capaces de saltar entre mundos y de ver, con ojos misteriosos, también entre mundos, sin necesidad (permítasenos imaginar) de que sea en un sueño. Desde su altura, el gato es libre de la educación opresora, del consumismo, del miedo que, dice Borges, «es una fábrica de realidades». Desde su altura, el gato observa «las líneas del mundo» y comprende, como no puede llegar nunca a comprender un simple bípedo homo sapiens que la nada, lejos de ser un espacio superior, «lo es todo, también el suelo ficticio que te sostiene». Siendo gato, uno puede «ser un punto más de la noche infinita».

#Sergato, de @EdgarBorges7. @Altamarea_Ed #Ilustraciones: @AguilarFria. #Reseña: @rosaggv. Desde su altura, el gato es libre de la educación opresora, del consumismo, del miedo que, dice Borges, «es una fábrica de realidades». Share on X

En todas las deliciosas páginas de Ser gato, Edgar Borges desgrana una expresión onírica, aparentemente deslavazada, que encuentra su coherencia en lo onírico y que bien podría haber salido de una resaca o de una embriaguez extática; una expresión que desgrana lo que resulta, en los términos en que se expresa, un anhelo universal. ¿Quién no querría parecerse a un gato?, nos preguntamos de nuevo. Y, ¿qué pasa si una noche te conviertes en gato? Los límites, las fronteras, lo real se difumina. Uno es capaz de atravesarlos, aunque se lleve algún golpe. Pero no pasa nada, porque habrá pasado a tener siete vidas.

Ser gato

Edgar Borges

Ilustraciones: Fría Aguilar

Altamarea

Amazon

Reseña: Rosa García Gasco
Montaje de la portada de la reseña: David de la Torre


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