Sorpresas que harán que sonrías, sorpresas por navidad. Algunas, decepcionantes, pero todas cargadas de la fina ironía de Judith Bosch.
Sorpresas navideñas
La entrada de tu piso
«Te regalo la entrada de tu piso», leyó en la tarjeta. Y enseguida olvidó que el máximo que habían acordado para aquel Amigo Invisible era de diez euros, imaginó que a alguno de los presentes le había tocado la Lotería y aquella sería una de las noches más felices de su vida. Acto seguido, con los ojos brillantes de la emoción, abrió la caja y encontró dentro un felpudo del IKEA.
Noche Vieja
Añoraba a su hijo pero se alegraba profundamente de que las cosas en otro país le fueran tan bien. El año pasado cenaron marisco en su casa de dos plantas, exquisitamente decorada, con hilo musical y calefacción en todas las habitaciones. Este año quiso darle una sorpresa; le dijo a su hijo que no podría ir a visitarlo y apareció de improviso en la misma dirección. Encontró un cartel en alemán que rezaba: «Alquile este espacio para la cena con sus familiares, precios especiales para titulados españoles».
Ligues de Fin de Año
No podía sacarse de la cabeza la conversación de whatsapp que leyó el día anterior. Él afirmaba que en Fin de Año cada cual se liaba con quien quisiera, siempre había sido de esa manera; así que su novia se iría por ahí y él acudiría a la cita que había planeado con ella. Sin embargo, y pese a la desagradable sorpresa, intentaba actuar de manera natural. «¿De verdad no te importa que yo salga?», volvió a preguntarle después de la cena. «De verdad que no, querida», contestó él, «no tienes la culpa de que me encuentre indispuesto». Luego recogió los platos y, en la cocina, con impune y confortable tranquilidad, disolvió el laxante en la copa de champán. «Brindaremos juntos antes de marcharme, amor», solicitó al regresar al comedor, con una sonrisa y una copa en cada mano, «eso no me lo podrás negar».
Los Polvorones
«No debí adelantarme tanto. Comprar el traje de noche en octubre fue una idea nefasta. Siempre me pasa igual, coño. ¡No aprendo!».
«¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás tan callada y tan colorada?», preguntó él.
«¡Porque llevo cinco horas metiendo barriga y respirando con el diafragma!», pensó ella, que giró el cuello hacia él, sonrió con disciplinada y medida cordialidad y le dijo: «Creo que tengo un poco de fiebre. Me retiraré pronto, si no te importa».
Microrrelatos de humor en torno a las #navidades. @JudithBoschM y #fotografía de Rafa Hierro Share on XSorpresas navideñas, microrrelatos de Judith Bosch
Fotografía de Rafa Hierro
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