The Mandalorian: 2×08. Capítulo dieciséis. El rescate. Final y una nueva esperanza

Apoteósico final de la segunda temporada de The Mandalorian. Octavo episodio titulado «El rescate». Cuidado, hay destripes. Aglaia Berlutti te informa sobre el final que culmina una temporada que ha dejado el listón muy alto.

The Mandalorian: 2×08. Capítulo dieciséis. El rescate

Final y una nueva esperanza

Durante toda la segunda temporada, el camino de Mando le condujo directamente a los últimos minuto de un final de temporada, que no sólo cumplió todas las expectativas, sino que además, demostró que Jon Favreau y Dave Filoni lograron lo que parecía imposible: crear una conexión en toda regla y con la mayor elegancia imaginable con el tronco principal de la saga. Con una elaborada y sólida transición de fenómeno de masas a una potente revisión de la mitología Star Wars, The Mandalorian cierra una etapa de su historia, con una brillante visión sobre el bien y el mal, el poder, la bondad, la lealtad pero sobre todo, una poderosa versión del futuro. La serie es sin duda el rostro de una nuevo recorrido por la historia creada por George Lucas hace más de cuatro décadas y, quizás, su punto más alto desde entonces. 

Para la gran despedida de un recorrido que empezó con el encuentro casual entre Grogu y Mando, este último decide ir a un enfrentamiento directo con Moff Gideon (Giancarlo Esposito), que funge su papel como villano desde una espléndida y adecuada tensión cínica que le hace más cercano al tono sobrio de la serie. Gideon es un instrumento del poder y como tal lleva a cabo su recorrido por los lugares comunes del Imperio y sus preceptos, desde una conexión casi ideal con la cuestión elemental del totalitarismo. Este peón en un tablero mucho más amplio de estrategias que apenas comienzan a revelarse, es al parecer, sacrificable. 

No obstante, también tiene la noción del símbolo de lo que los restos del poder que recién se derrumba: Gideon toma la decisión de enfrentar la amenaza de Mando y lo hace desde la astucia y la disputa por la lealtad del Mandaloriano. En una de las mejores escenas de la temporada, Gideon muestra sus cartas en un enfrentamiento en que empuña el Darksaber contra una lanza Beskar, antiguo símbolo del poder del desaparecido Mandalore. La escena tiene todo el poder alegórico de la batalla entre dos facciones de una historia de contexto que supera a los personajes, les sostiene y al final se convierte en algo más que una percepción sobre lo invisible que les define, a ambos extremos de lo ético en el delicado equilibrio de la mitología de la saga.

De hecho, todo lo ocurre en el capítulo dieciséis, titulado de forma inequívoca «El rescate» es un recorrido por un pasado reciente lleno de inevitables dolores y terrores. Desde el recuerdo del destruido Alderaan, hasta la batalla dialéctica entre Bo-Katan Kryze (Katee Sackhoff) y Boba Fett (Temuera Morrison), los estragos de la reciente caída del Imperio son heridas abiertas que la serie muestra sin regodeo y con una sofisticada distancia que permite a los personajes sostenerse sobre sus historias con pies firmes. Una y otra vez, el guion de Favreau y la dirección de Peyton Reed, que repite en la temporada, elaboran un complejo discurso acerca de la consistencia del pasado en una serie en que las líneas argumentales, se entretejen con una delicadeza que asombra y que lleva la narración a una dimensión por completo nuevo. 

«El rescate» es una revisión de la historia reciente de Star Wars y también para emoción de los fanáticos, de todo lo que ocurre en el canon extendido de las series animadas e incluso la desdeñada reciente trilogía. Por supuesto, lo mejor del cierre de temporada  — y quizás, de la historia completa de The Mandalorian hasta ahora —  está en sus últimos quince minutos, cuando finalmente, un Jedi desconocido hace su aparición en medio de una batalla en la que el grupo de rescate de Mando, lleva todas las perder. Bo-Katan Kryze Cara Dune (Gina Carano), Boba Fett, Fennec Shand (Ming-Na Wen) y el propio mandalariano se enfrentan sin esperanzas a los Dark Troopers. Es entonces, cuando el encapuchado con un sable de luz verde irrumpe y acaba con la amenaza con una facilidad que desconcierta a propios y extraños. Grogu apoya las manos en una de las pantallas de vigilancia y observa la escena del hombre que se acerca. El recién rescatado bebé es, quizás, el único que puede percibir la potencia de La Fuerza en el hombre que se acerca, que finalmente destruye toda amenaza y está listo para mostrar su rostro.

Y cuando lo hace, el tono y el sentido de The Mandalorian cambia por completo: se trata de Luke Skywalker, traído al futuro con una asombrosa recreación digital del rostro de Mark Hamill en 1983. Con la voz del actor y la figura del actor inglés Max Lloyd Jones, es el jedi que ha respondido a la llamada de Grogu. Es el hombre que a partir de entonces, se encargará de su futuro, su enseñanza y su destino.

El giro se hace incluso más intenso cuando llega la inevitable despedida entre el pequeño y Mando, que muestra su rostro al niño. La escena tiene toda la entrañable pureza de las mejores escenas emocionales de la saga y cierra una promesa que anuncia una poderosa vuelta de tuerca a futuro. Después de todo, ya sabemos que Kylo Ren destruirá el templo de entrenamiento de Luke en unos 19 años en adelante o al menos, eso sugiere lo narrado en las más recientes trilogías. De modo que el peligro es latente y la promesa de reencuentro casi segura. Una puerta que se cierra a la nostalgia y se abre al futuro desde el punto más extraordinario imaginable. 

Un artículo de Aglaia Berlutti

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Montaje de portada: David de la Torre

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