Teresa Suárez opina sobre Tres funerales para Eladio Monroy de Alexis Ravelo —la primera de Eladio—, reeditada en 2018 por Alrevés Editorial.
Tres funerales para Eladio Monroy
¡Hay que fastidiarse!
¿Han visto El Club de la Lucha, película de David Fincher cuyo salvajismo le sirvió para lograr en 1999 una nominación al Oscar por los Mejores Efectos de Sonido (chasquidos de huesos fracturándose, dientes rompiéndose y sangre saliendo disparada mientras su propietario exhala suspiros doloridos que presagian un mal final)? Pues, últimamente, cada vez que escribo una reseña negativa sobre una novela negra de una autora o autor nacional, siento que estoy incumpliendo las dos primeras reglas del Club (las más importantes porque aseguran su continuidad): «Nadie habla sobre el Club de la Lucha», mal se sobrentiende, y, por si no había quedado claro, «Ningún miembro habla sobre el Club de la Lucha».
No soy escritora pero, como lectora comprometida y colaboradora habitual de publicaciones dedicadas al género policial, formo parte de ese mundo, y de las ocho reglas que tiene tan selecta peña respeto la tercera («la pelea termina cuando uno de los contendientes grita «basta», desfallece o hace una señal») y la séptima («cada pelea durará el tiempo que sea necesario»), por lo que suelo enfrascarme en reyertas que contentan a pocos y enfadan a muchos.
Pero, haciendo patria chica, ¡no me arredro ante molinos de viento! (nadie como León Felipe, castellano viejo, y Serrat, catalán, ha sabido reflejar con mayor sentimiento el desencanto de Don Quijote, manchego, universales todos).
Vayamos al lío.
Con Tres funerales para Eladio Monroy, Alexis Ravelo inauguraba en 2006 la serie dedicada a Eladio.
Un machote de barrio («no tenía un físico de gimnasio y los años comenzaban a pesar sobre sus energías. Sin embargo, era un hombre duro. Eso se adivinaba con su sola mirada»), bueno más bien de puerto, «lo suficientemente conocido en los ambientes adecuados como para que casi todos supiesen que con él convenía no bromear», que pese a no ser «hermoso y rubio como la cerveza», la mismísima Piquer hubiera encontrado irresistible por la cicatriz de su mejilla y el Tatuaje, aunque no lo luciera en el pecho sino en el antebrazo.
#Reseña de Tres funerales para #EladioMonroy, la primera de @AlexisRavelo1, reeditada este año por @AlrevesEditor. Teresa Suárez nos da su opinión, #novelanegra. Share on XEste exmarino mercante, divorciado y padre de una hija a la que no ve desde hace años, habita en Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad que lo vio nacer, y complementa la exigua pensión de marinero en tierra con trabajitos de esos que uno no busca, pero siempre te encuentran, que si salen bien apuntalan la jubilación pero si salen mal, y siempre salen jodidamente mal, producen mil y un quebraderos de cabeza y menos ingresos de los esperados.
Por eso en el siguiente episodio, el asocial antihéroe de turno (con el pack habitual de amargura, alcoholismo más o menos controlado, mala hostia y un sistema de valores propio que transita por su cuenta y riesgo, más riesgo que cuenta, de uno a otro lado de la ley) continua su camino menos optimista, igual de pobre y mucho más cascado. Eso sí, tan follador como siempre que si no ¿por qué iba nadie a desear compartir su maldita suerte?
Escenas recurrentes, situaciones previsibles y personajes con una psicología más bien escueta, aunque en el caso de Eladio, por sus lecturas que incluyen a Melville, Camus, o Nietzsche, pudiéramos decir que estamos ante «un pozo de sabiduría, con un dedo de profundidad».
Pero no olvido que es de una primera obra de lo que estamos hablando.
Muchos son los premios y reconocimientos recibidos desde entonces, por lo que supongo que en las novelas que siguieron a ésta, tanto de la serie Eladio Monroy como en las restantes, Alexis Ravelo ha conseguido pulir el estilo, mejorar las tramas, armar a los personajes (y no me refiero a un pistolón de mayor calibre como el que empuñaba Harry El Sucio), dejar de lado el empeño en resultar gracioso («El que manejaba la cámara debía de pasar de los treinta. Corpulento y bajo, con la cabeza rasurada en las que unas gafas de sol de Calvin Klein hacían de diadema en terreno yermo»), algo que encuentro especialmente cargante, y controlar esas veleidades poéticas que de cuando en cuando se apoderan de él y se traducen en párrafos como éste «Se integraron en el plúmbeo retorno de los excursionistas que habían asesinado lentamente el domingo en el campo o en las playas del norte», o éste otro «La noche fue cayendo pesadamente con su canícula y su humedad, que hacían del aire una masa plúmbea y compacta que se dejaba respirar con la misma facilidad que el confeti».
Para terminar una sugerencia que no tiene que ver con el contenido de la novela.
Si mi decisión hubiera dependido de la breve biografía que sobre el autor se incluye en la solapa interior, nunca hubiera comprado este libro. Son apenas unas líneas, lo sé, pero ofrecen una primera imagen que, a poco que te despistes, puede que no sea la deseada. En mi caso, por ejemplo, hicieron que el «escritor calvo» en cuestión me cayera mal. Si lo describes como alguien «que aún sobrevive a régimen de cervezas y bocadillos de chóped», y a continuación añades que «contra todo pronóstico, ocupa un lugar relevante en la narrativa española actual», la imagen del tío normal, enrollado, de la calle, que persigue la primera frase, automáticamente queda diluida bajo el manto de falsa modestia que implica la segunda.
Se produce, por tanto, un efecto contrario al pretendido: si, pese a no creer poder alcanzarlo, ocupa un puesto relevante en el panorama literario, quiere decir que vende; si vende quiere decir que ingresa; si ingresa, y sigue comiendo y bebiendo lo mismo, una de dos, o es adicto a los carbohidratos (aunque, dependiendo de las marcas, existen diferencias en la composición nutricional, el chóped suele sobrepasar el porcentaje máximo de carbohidratos recomendado para los embutidos, en torno al 1,3%, lo que lo convierte en un alimento poco recomendable) y a la cerveza, o prefiere gastarse la pasta en otros vicios menos confesables.
Puede que la novela sea la misma, pero la situación del autor ha cambiado. Tan importante como actualizar la ortografía o cambiar algún que otro verbo o adjetivo, es reescribir esas líneas que en la primera edición hablaban de un aspirante, pero en esta reedición, y posteriores, ya se están refiriendo a un escritor asentado.
Esto no es una despedida.
Estoy segura de que el señor Ravelo y yo, página mediante, volveremos a encontrarnos.
Hasta entonces, saludos, ¡mi niño!
Tres funerales para Eladio Monroy
Alexis Ravelo
Alrevés Editoral
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Hola, Teresa. Me ha llamado la atención, de su crítica, que algunos de los elementos que parecen disgustarle en esa primera entrega de la serie Eladio Monroy son precisamente algunos de los que caracterizan a ciertos subgéneros literarios como el «noir» o el «hard boiled», que es donde yo la encuadraría. Es decir, que si le desagrada el tópico del detective sarcástico, bebedor y con impulsos violentos, no le gustan los finales pesimistas y le parecen fuera de lugar ocasionales ramalazos de humor socarrón, difícilmente le podrán gustar, supongo, las novelas de Charlie Parker, Bernie Gunther, Gennaro & Kenzie, etc., por citar solo a algunos sabuesos recientes que yo haya leído y no irnos a los clásicos, como Hammer o Marlowe.
Me refiero a que esos tópicos que cita están presentes en esa y en otras novelas de la serie Monroy, efectivamente, pero a muchos de entre quienes visitamos de tanto en tanto este género no nos suele disgustar esa fidelidad a los cánones siempre estén tratados con eficacia, y a mi juicio, como lector asiduo que soy de Ravelo, lo están en su caso. No entiendo esa circunstancia como motivo de crítica.
De todos modos, para mí, uno de los grandes méritos de la serie de Eladio de Monroy, más allá de grandes innovaciones temáticas o estilísticas, que no abundan ni creo que fuera la principal intención del autor proponerlas, es la fiel representación que hace de los lugares y la gente de Gran Canaria. De eso puedo dar fe porque vivo en la ciudad de Las Palmas. Cualquiera que haya visitado esos ambientes le podrá decir que el autor los clava. Esos personajes de psicología «escueta», como usted los define, son perfectamente reconocibles para mí en los dos o tres brochazos, sí, escuetos, con los que los pinta Ravelo. Luego, las tramas son sólidas, a mi parecer, y suelen ser también reconocibles, por estar casi siempre vinculadas a sucesos reales de la actualidad. Casos de corrupcción urbanística, trata de blancas, trapicheos de drogas, cosas que están a la orden del día en esta isla y en todas partes.
En cualquier caso, como usted señala, se trata de la primera novela de la serie. A mi entender, la serie ha ido mejorando, y el autor ha ido refinando su estilo, aunque sigue más o menos fiel a los mismos esquemas -cosa lógica, tratándose, como decimos, de una serie -.
No sé si ha leído «La estrategia del pequinés», de Ediciones Alrevés, pero, si no es así, me permito recomendársela. También es novela negra, pero más original, más coral y menos previsible. Para mí, un novelón.
Aprovecho para felicitar a los autores de esta revista y de esta esta sección. No les conocía, pero les seguiré en adelante.
Un cordial saludo.
Hola Pedro:
Temo que empezar la reseña diciendo que era negativa ha llevado a algunas personas, como es su caso, a entender que todo lo que en ella aparece son cosas que me disgustan y no es así. Asumo mi error.
Lo de que en el siguiente episodio “el asocial antihéroe de turno (con el pack habitual de amargura, alcoholismo más o menos controlado, mala hostia y un sistema de valores propio que transita por su cuenta y riesgo, más riesgo que cuenta, de uno a otro lado de la ley) continua su camino menos optimista, igual de pobre y mucho más cascado. Eso sí, tan follador como siempre que si no ¿por qué iba nadie a desear compartir su maldita suerte?”, no refleja crítica alguna sino el reconocimiento de elementos que, como usted bien indica, son habituales en el género y, por ello, me resultan tan cercanos y atractivos como le resultan a usted (de hecho esa parte es de lo que más me gusta en la novela).
Sí considero que los personajes están pocos perfilados y en cuanto al sentido del humor, que siempre se agradece, sigo insistiendo en que empeñarse demasiado en resultar gracioso puede dar al traste con una buena historia. ¡Estará conmigo que personajes como Marlowe no son fáciles de crear! Cuando hablo de situaciones previsibles me refiero en concreto a averiguar quién es el malo y como va a terminar la novela antes de llegar al final.
Le agradezco que resalte que indico claramente que es una primera novela y que, como tal, mejorable. Ya tengo en casa Solo los muertos, la segunda de la serie de Eladio, para leerla y comprobar por mí misma esa evolución que yo suponía y usted me confirma.
Igualmente le agradezco él tono en que ha escrito su comentario porque es la prueba de que se puede no estar de acuerdo con una opinión sin dejar de ser educado.
Tendré en cuenta su sugerencia y la tercera novela que leeré de Ravelo será la Estrategia del Pequinés.
Lo dicho, gracias y un saludo Pedro.
Pienso que para argumentar el por qué una novela nos resulta pobre literariamente hablando no hay que “ destripar el argumento” porque no estamos hablando de él, sino de la forma en que está escrita la obra, y le estamos haciendo una crítica. En su caso, Teresa, dice de Tres funerales para Eladio Monroy: “Escenas recurrentes, situaciones previsibles y personajes con una psicología más bien escueta”, a esto me refería cuando le decía que su argumentación era algo difusa. No he hablado de los motivos por los que no le guste la obra sean genéricos. Como gustos hay colores.
También quiero decirle que en ningún momento la he llamado ignorante. He dicho que me parece un atrevimiento desde la ignorancia” ya que cuando habla de las palabras a las que me refiero, usted no ha leído el resto de obra de Alexis y ya le insta o presupone que “ha conseguido pulir el estilo, mejorar las tramas, armar a los personajes” y “dejado de lado el empeño de ser gracioso” y controlar “esas veleidades poéticas.”
Por otro lado la felicito por su trayectoria en la revista calibre 38, pero sigo pensando que en el caso de esta novela usted no ha distinguido su prosa bien cuidada, sus personajes bien definidos y la buena construcción de la trama y los personajes.
He comprendido perfectamente lo que usted quería decir con la presentación del autor, del chopped y de la calvicie. Pero no comparto con usted este marketing. Claro que eso no es cosa mía.
No se tome a mal, Teresa, lo de “supuesta” reseña, para mi es solo “supuesta” porque, en mi opinión, en una reseña positiva cabe casi todo, pero en una negativa hay que currarse la argumentación.
Y disculpe mi vehemencia pero esta novela se merece mucho más.
Un saludo, Teresa.
¿Qué los motivos que alego para decir que no me ha gustado esta obra son demasiado genéricos? Puede, pero cuando se trata de una novela corta, explicar las cosas concretas que te chirrían puede suponer que reveles parte del argumento, algo que siempre evito.
¿Ignorante? Dependiendo de con quién se me compare, supongo que lo soy. Atrevida, siempre. Pero aún siendo ignorante, se de sobra que hacer reír es muchísimo más difícil que hacer llorar y empeñarse tanto en resultar gracioso puede estropear una buena historia. En cuanto a lo que denomino “veleidades literarias” considero que no encajan en el tono en el que está escrito el texto.
Si, como usted afirma, tanto mi “supuesta” reseña como el resto del artículo dejan tanto que desear, no sé como logro lucirme, la verdad.
¿Qué no distingo una prosa bien cuidada, unos personajes bien definidos, ni parece que distinga la construcción de unas buenas tramas y personajes? Pues, aunque lleve desde el año 2013 reseñando novelas, películas y series para Calibre 38, revista dedicada al género negro y criminal, probablemente usted tenga razón y yo no tenga ni idea sobre el tema.
Por cierto, obvia decir en su comentario que los defectos que encuentro en el texto los achaco a que se trata de una primera novela, que estoy segura que el escritor los habrá corregido en sus siguientes obras y, sobre todo, QUE NO SERÁ LA ÚLTIMA NOVELA QUE LEERÉ DE ESTE ESCRITOR (lo que quiere decir que, pese a los fallos, ha habido cosas que me han gustado).
Lo único que me cabrea, y mucho, de todo lo que ha escrito es que dé a entender que critico la dieta del autor. ¡Menuda estupidez! Lo que yo critico es la presentación que hace la editorial del autor (¿no será que es usted quien la ha escrito?) y lo de cambiar la referencia al bocadillo de chóped, por si no lo ha entendido, quiere decir que lo que resulta gracioso cuando estás empezando, puede no serlo tanto cuando ya eres un escritor de éxito.
“Esta mujer” no se cree nada, de hecho soy bastante atea, y por eso mismo, voy a hacer caso de sus dos sugerencias:
Voy a leer más literatura (aunque usted no tenga ni idea de si leo poco, mucho o nada).
Y, la próxima vez que haga una “supuesta” reseña, además de lucirme, intentaré argumentarla tan bien como usted ha argumentado su comentario.
Un saludo Pilar.
He de decirle a Teresa Suárez, autora de la «supuesta» reseña negativa de la novela de Alexis Ravelo «Tres funerales para Eladio Monroy», que me ha costado encontrar la reseña entre todo el texto. Ciertamente los únicos comentarios que he encontrado en relación a la novela se resumen en un pequeñísimo párrafo donde Teresa dice que las escenas son «recurrentes», las situaciones «previsibles» y la psicología de los personajes «más bien escueta». Definiciones ya de por sí bastantes difusas y sin argumentación alguna.
Bueno hay algo más, pero esto no lo consideraría yo como parte de la reseña negativa, porque invitarlo a «dejar de lado el empeño de ser gracioso», y a que controle «esas veleidades poéticas», me parece más un atrevimiento desde la ignorancia.
Dicho lo cual, me parece que deja mucho que desear el resto del artículo que, Teresa, aprovecha para su lucimiento y no para hablar de la obra de Alexis Ravelo.
La autora también se permite algunas licencias como recomendarle al autor lo que es bueno o no para su dieta, dado que tras Tres funerales para Eladio Monroy ya se ha convertido en un literato de éxito. Igual piensa esta mujer que los escritores son extraterrestres y no beben cerveza ni comen bocadillos de chopped, como casi todo el mundo.
Claro que como no distingue una prosa bien cuidada, unos personajes bien definidos, ni parece que distinga la construcción de unas buenas tramas y personajes, pues no tengo nada más que añadir.
Tan solo quisiera hacer dos sugerencias a Teresa:
—Leer más literatura y con más detenimiento.
—Cuando se hace una reseña negativa hay que argumentarla.