Noemí Trujillo escribe poesía desde los doce años y este Un mundo, que hoy presentamos en MoonMagazine, es una antología personal extraída de los poemarios que viene publicando desde 2008: La Magdalena y Lejos de Valparaíso (2009); La muchacha de los ojos tristes (2011); Sólo fue un post (2013); Brooklyn Bridge (finalista, en 2014, del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla), y El amor tan temido (2016). Autora de relatos breves y de literatura juvenil, Noemí Trujillo es también editora del sello Playa de Ákaba y una gran promotora de la literatura a través de la asociación cultural ACEO. No podemos obviar las colaboraciones con Lorenzo Silva y, de entre ellas, destacar dos de sus novelas escritas a cuatro manos: Nada sucio (2016), primer caso de la detective Sonia Ruiz, y Si esto es una mujer (2019), debut de la inspectora de homicidios Manuela Mauri.

Encontrar a Noemí Trujillo (Barcelona, 1976) en un especial sobre poesía madrileña puede descolocar a más de uno. Su inclusión se ha debido a que ella, con sobrados motivos, vendría a representar a ese colectivo de poetas de otras comunidades autónomas que vive y trabaja en Madrid. Confinados durante meses, muchos afinando sus composiciones —al fin, sin prisa— a todos ellos les ha tocado sufrir más esta pandemia por tener a sus familias alejadas.

Editora, autora de relatos breves, novela y #lij, @NoemiTrujillo escribe #poesía desde los 12 años. #UnMundo es la antología personal extraída de los poemarios que viene publicando desde 2008. #Reseña de #ManuLópezMarañón. Share on X

Un mundo, de Noemí Trujillo

1. Amor

Trasladar a un lenguaje adecuado tanto la inmediatez visual de la experiencia como el residuo emocional que deposita en la conciencia constituye la tarea del poeta. Si esto de por sí es difícil, las complicaciones crecen a la hora de poetizar el amor. Vicente Huidobro dijo: «el poeta conoce el eco de los llamados de las cosas a las palabras, ve los lazos sutiles que se tienden las cosas entre sí, oye las voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables»… Muy bien, pero, ¿cómo lograr alcanzar esas altas frecuencias espirituales que capten vida allá donde, en este caso por agotamiento de una temática tan trillada —la amorosa—, apenas si queda ya? Noemí Trujillo, en el grupo más extenso de Un mundo, bucea en el mar de las palabras para armar apasionados versos que adquieren existencia propia. Sus experiencias, palpitantes de calor, terminan anidando en el alma del lector y ponen en cuestión ese prejuicio actual de que el amor resulta casi indigno como asunto para un poeta serio. Porque al abordar este sentimiento, siempre en renovación para quienes saben decirlo, Noemí no solo ha alcanzado una gran profesionalidad; también el temblor.

Madrid tiene un lenguaje propio: el beso; es Madrid capital mundial del beso y a censar besos (dados y recibidos) en puentes, azoteas y terrazas se dedica el poema III. Con reminiscencias de Los amantes del círculo polar se plasma un amor pleno y viajado cuyo itinerario transcurre desde el sol noruego de medianoche hasta las olas de un atardecer (IV). El poema VII retrotrae a Anda, canción de Luis Eduardo Aute que alaba el silencio cómplice durante el sexo enamorado, y el VIII se centra en el rostro del amado, inmanente vanguardia de la pasión. En el IX la lejanía del amado provoca nostalgias y reproches, frustraciones aún más dimensionadas en el XII, donde se dramatiza el sentimiento amoroso identificándolo con una vampirización. Pero pronto vuelve a identificarse al amado con una luz que irradia plenitud (X) y —en este mismo tono—, durante el poema XIII, se ofrece un inocente símil suyo al transformarlo en canción de cuna. El XX subraya el aspecto comodón, estático, que cualquier amor requiere; pareciera que el ámbito doméstico acabe con la aventura y las mudanzas… Como contraposición, el XXII exalta el lado vagabundo del amor; un lado antiburgués, eco de músicas y calor. Pero ese exceso puede llevar a la demencia: en el poema XXIV Anne Sexton y Sylvia Plath personifican los riesgos que acarrea la tentación del desvarío pasional.

 

XXII

Que el amor sea un cuervo blanco

que gane siempre al pesimismo,

a la oscuridad,

a todo lo opaco;

que vaya más allá de la ciudad donde vivimos,

de las casas que queremos comprar,

de los perros de caza y las lunas callejeras.

 

Que el amor incendie nuestras mentes

con flechas de luz

y sirva güisqui a nuestros fantasmas;

que el amor venza al capitalismo,

que sea vida,

eco de flautas y cítaras,

un calor hecho a medida.

 

2. Creación

El poeta inglés W. H. Auden sentenció: «La poesía no es magia. La trascendencia de la poesía —como la de cualquier otro arte— radica en su capacidad para decir la verdad, para desencantar y desintoxicar». Y es precisamente lo que Noemí Trujillo muestra en este grupo de seis composiciones en el que desmonta su manera de hacer poesía; por ningún lado encuentro rastros de encantamiento, de románticas ensoñaciones ni menos esos angustiosos desgarros que exhiben otros cuando refieren sus «hazañas» versificadoras. Dibujar sus poemas revela lo que esta autora ya sabe –y también olvida–: le sirven para rescatar el tiempo perdido, para levantar el ánimo o para tener completa su alma (y no con fugaces momentos de inspiración). La poesía libera de lo circunstancial, de lo transitorio y sirve también como advertencia para domésticos peligros. Gracias al proceso creador Noemí encuentra su forma de comunicarse con el mundo exterior: con sus libros, aquí con el poemario Un mundo.

La poesía, madre del ocio para desocupados pretenciosos, hace más tangible la vida cuando el oficio lo ejercen verdaderos artistas. Así, en esta reescritura de antiguas composiciones, que se visten o desnudan para que resurja vigoroso el verso (I); o cuando se redefine el género buscando otras coordenadas, otro tiempo ideal para crearlo (V). La gozosa plenitud a la hora de escribir pronto da paso a esa insidiosa duda que nos hace preguntar si no estaríamos mejor haciendo otra cosa (XVI). En un breve poema (XIX), casi apotegma, se nos avisa de cómo el abono para que florezca cualquier arte se encuentra en el suelo de la vida. En otro (XXI) el convencimiento de cómo lo ya creado es insuperable, de cómo esos versos conforman una biografía terminada, hacen inútil continuar la labor. El último poema (XXVII) advierte de un peligro para los escritores: el alcohol, que conduce a la destrucción y al que solo el firme propósito de seguir creando puede domeñar.

La poesía, madre del ocio para desocupados pretenciosos, hace más tangible la vida cuando el oficio lo ejercen verdaderos artistas como @NoemiTrujillo. #UnMundo. Selección de #poemas. #Reseña de #ManuLópezMarañón. Share on X

 

XXI

Mi biografía está escrita en mis poemas,

en los versos que marcaron mi carne.

Cada día el mundo me recuerda

la sequedad del ahora,

quise escribir otras cosas,

pero no supe hacerlo.

 

Mi biografía está escrita en mis poemas:

cuando dije nunca quise decir siempre,

cuando escribí vértigo era calma.

 

3. Baudelaire

Spleen e Ideal

Si Charles Baudelaire (1821-1867) está considerado el padre de la poesía moderna se debe a que fue el primero en usar su sensibilidad para encontrar belleza en el mundo externo y, también, por haber hallado un caudal infatigable de melancolía en el alma humana. El grupo más extenso de su obra capital, Las flores del mal (1857), se llama «Spleen e Ideal». Los poemas que parten del spleen (un estado inevitable de tristeza sin causa aparente que lleva a la desgana vital y a la repetición del tiempo) tratan de dinamitarlo a través de escapatorias —el Ideal—: o las formas que el vate francés halla para materializar la superación de tales apatías, caracterizadas por deseos desbocados.

Heredera de la metodología baudelariana, Noemí Trujillo, en su búsqueda de ser otra, vierte deseos que la lleven al vitalismo, dejando atrás el anonimato y alcanzando el supremo placer de escribir (XXX). Describiendo imágenes alegres que la salvan de sí misma, la existencia se transforma en el viaje hacia un lugar cálido (XXXI). Bajo los efectos de una canción de Elvis Presley la vida deja de ser un mal trago: las labores cotidianas y hasta la embriaguez del alcohol cobran nueva dimensión (XXXII)

 

XXX

Ganas de ser río y cruzar el mar,

ganas de dejar la soledad de hoy para anteanoche,

muchas ganas.

 

Ganas de plantar racimos

y recoger alegría,

ganas de cortarle la barba a mi tristeza.

 

Ganas de estar viva, de cruzar el desierto,

llegar a Áqaba y que alguien me llame:

¡poeta!

 

Ganas de tropezar con Dios,

ganas de amor,

tengo ganas.

 

Ganas de escribir y ser rosal,

ganas de contar lo que me pasa,

demasiadas ganas.

 

La ciudad

Tildado de obsceno e inmoral, censurado por el París de mediados del XIX, a Baudelaire nunca le tembló el pulso a la hora de plasmar aspectos hasta entonces inéditos del submundo parisino: poetizar sobre prostitutas, amantes, burdeles, gitanos y opio, eran para él tan natural como para otros hacerlo sobre ríos, pájaros y los ojitos de sus novias.

Un paseo imaginado, desde la Barceloneta hasta las Ramblas, despierta la nostalgia por las señas de identidad de una ciudad desconocida, casi irrecuperable (XI). Otra visión urbana la da una Nueva York poco acogedora y cuyas escondidas iglesias sirven de ateridos refugios (XXV). Invadida por las rutinas de la vida, la imaginación de la poeta se agarra a sus sueños, y, con ellos y en compañía de su amado, recorre ahora las esquinas de una urbe mezcla de Barcelona y Madrid, donde una irresistible canción resuena por sus calles (XXXIV).

 

XI

Desde la Barceloneta a Colón

paseo y me cuento cuentos.

Me digo a mi misma que algún día

volveremos a pasear por las Ramblas

como si fuera el lugar más bonito del mundo,

que volverás a mirarme con esa dulzura

que has perdido,

que volverás a querer complacerme

como antes.

Me digo que en las esquinas

ya no habrá prostitutas

ni vagabundos

y es entonces cuando empiezo

a darme cuenta

de que me engaño.

 

Otros poemas de temática variable pero igualmente intensa completan Un mundo. Son composiciones muy actuales que, por ejemplo, se ocupan de la amistad (II), la violencia de género (XXVIII), la vida sana (XXXIII) o la maternidad (XXXV).

 

Esta antología, imprescindible para amantes de la poesía, permite un amplio acercamiento al talento de una autora más visible por creaciones de mayor difusión. Son los suyos unos poemas que trabajan en el ámbito de los sentimientos y que sugieren más que exponen; al contrario que el omnipresente mundo racional que nos toca vivir, donde tanto predomina lo demostrable y contrastado. Del encontronazo entre sensaciones y rutina de lo cotidiano surge el especial encanto de este poemario que despierta rápido interés por leer las obras de las que procede. Este es el objetivo de cualquier antología y Noemí Trujilo Giacomelli viene de hacer diana con Un mundo.

 

Del encontronazo entre sensaciones y rutina de lo cotidiano surge el especial encanto de este poemario que despierta rápido interés por leer las obras de las que procede. @NoemiTrujillo cumple con #UnMundo ese objetivo. Share on X

 

Un mundo. Selección de poemas. Naomí Trujillo. Poesía madrileña (II)

 

Un mundo

Noemí Trujillo Giacomelli

Rubric, 2020

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Reseña de Manu López Marañón

Diseño de la portada de la reseña: David de la Torre

 

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