Un satélite muy curioso
Con solo elevar la vista al firmamento cualquier noche oscura, el ser humano se siente sobrecogido ante la inmensidad del universo. Nuestro planeta, ya lo dijo Carl Sagan, es una minúscula mota de polvo dentro de esa vastedad y, sin embargo, decenas de miles de generaciones de humanos han nacido, vivido y muerto en esta diminuta partícula de polvo que circunda la Vía Láctea cada 225 millones de años, lo cual, por cierto, en términos galácticos hace que nuestro planeta sea en realidad un joven veinteañero que va escoltado en su viaje cósmico por una compañera que todos conocemos. La Luna.
@ana_bolox te cuenta los secretos que esconde la #luna. #Ciencia #Astronomía Share on XCómo nació
En julio de 1969, el hombre pisó la Luna por primera vez. Nuestra compañera de viaje. El satélite que nos acompaña desde que, hace más de cuatro mil millones de años, un cuerpo del tamaño de Marte chocara contra la Tierra, que se encontraba entonces en pleno proceso de formación, y diera lugar al cataclismo cósmico del que nació la Luna.
Durante años, sin embargo, se puso en duda esta teoría debido a la gran similitud que existía entre la composición de las rocas lunares que los astronautas trajeron y la de las rocas de la propia Tierra. La duda procedía de una pregunta muy lógica: si un cuerpo del tamaño de Marte chocó contra la Tierra y de esa colisión nació la Luna, la semejanza entre las rocas lunares y las terrestres sería obvia, pero… ¿por que los científicos no podían, entonces, encontrar en las rocas lunares los rastros de ese planeta, al que se llamó Theia? ¿Quizá porque, en realidad, Theia nunca existió ni chocó contra la Tierra?
Recientes investigaciones, no obstante, han corroborado la teoría del choque. Nuevos y más avanzados análisis de las rocas lunares han logrado identificar diminutas diferencias entre estas y las terrestres, lo cual redirecciona de nuevo hacia la teoría de la colisión. Esas mínimas disparidades encontradas serían los restos de Theia.
En la mitología:
Según los antiguos eslavos, la Luna, casada con el Sol, se enamoró de Venus y como castigo fue despedazada en cuartos: las fases lunares.
Su tamaño
Vista desde el espacio y comparada con las lunas que acompañan a otros planetas del sistema solar, nuestro satélite es enorme en relación con el tamaño de la Tierra. Y, sin embargo, tomada por sí sola, la superficie lunar (casi 38 millones de kilómetros cuadrados) es inferior a la que ocupa el continente asiático.
De hecho, 49 lunas cabrían dentro de la esfera terrestre.
Como todo, en el universo, el punto de referencia desde el que se observa define lo que se ve.
Comparación de los tamaños de la Luna y Estados Unidos. Fuente: Reddit
Sus “preocupaciones”
La Luna tiembla. Sí, sí. Los sismógrafos que los astronautas depositaron sobre el suelo lunar demostraron que hay actividad sísmica en nuestro satélite. De hecho se han identificado varios tipos de terremotos. Además de los provocados por los meteoritos que caen sobre ella, uno de los tipos es de naturaleza interna: los temblores más superficiales son debidos a la dilatación y contracción de la Luna, a causa del calentamiento radiactivo de su núcleo en contraste con el enfriamiento de las capas exteriores. Los terremotos más profundos poseen un carácter cíclico y los causantes de estos seísmos somos nosotros. Como lo oyes: es la atracción gravitatoria de la Tierra la que causa esa “preocupación” a la Luna que la hace temblar desde dentro.
Esta particularidad de nuestro satélite complica un hecho que, antes o después, será realidad: el de la instalación de bases terrestres en la Luna. ¿Qué ocurriría si un seísmo -y algunos de los que se han detectado en el satélite han alcanzado 5,5 grados en la escala Richter- resquebrajara las paredes de la base? Una diminuta fisura en los muros del asentamiento lunar supondría, para los astronautas, la diferencia entre la vida y la muerte.
Será un problema al que habrán de hacer frente los arquitectos lunares cuando el proyecto se lleve a cabo. De momento, nosotros podemos quedarnos con una interesante noticia, la de que nuestro satélite no es un cuerpo muerto. Desde el punto de vista geológico, la Luna está viva.
Los cadáveres lunares
Quien no lo está es Eugene Shoemaker*, un astrónomo y geólogo que, debido a problemas médicos, no pasó las exigentes pruebas para convertirse en astronauta, lo que le impidió ser el primer geólogo en viajar a la Luna. El sueño que no pudo cumplir en vida, sin embargo, se hizo realidad después de ella.
Tras morir en un accidente de tráfico, su cuerpo fue incinerado y la NASA cumplió el deseo de Eugene Shoemaker: pisar la Luna. En 1998, una nave espacial transportó en una cápsula parte de sus cenizas. Sobre la urna funeraria, se acopló una placa de metal en la que se inscribió una imagen del cometa Hale-Bopp y otra del Crater Meteor en Arizona, del cual Shoemaker fue el primero en proponer y demostrar que lo había provocado un enorme meteorito que colisionó con la Tierra, hace 50.000 años. Además, en la placa se añadieron unos versos de Romeo y Julieta:
Y cuando muera,
tómalo y haz de él estrellas diminutas,
que iluminen el rostro del Cielo
de tal forma que el mundo entero ame la noche
y nadie adore al sol radiante.
* Interesante vídeo de la colisión de los distintos fragmentos del comenta Shoemaker-Levy con Júpiter, en 1994.
Fascinate Ana, no sabía que en la luna hubiese terremotos aunque es lógico como bien has dicho, como bien dice mi madre "nunca te acostarás sin saber otra cosa más"
Un saludo
Los hay, los hay 🙂
Gracias por el comentario, Lily. Me alegro de que te haya gustado 🙂
Un saludo.
Interesante y muy ameno texto, Ana. Te felicito. Un beso.
Gracias, Pedro 🙂
Un abrazo.