Urnieta y Xabier Lete
Urnieta y Xabier Lete, un artículo a través del cual conoceremos al poeta en su enfoque más humano, con anécdotas, fotos inéditas y el testimonio de Miren y Juanito, de «Edaritegia Juanito», el antiguo bar de la plaza del pueblo.
Xabier Lete ha sido durante años una imagen profundamente arraigada en nuestra memoria. Una imagen convertida en eco sonoro, doloroso grito que ha hecho temblar los cimientos de la cultura vasca con su partida. Su desaparición ha sumido en la más triste orfandad a esta gran plaza abierta que es nuestra lengua, asomada al mundo hace más de quinientos años en los versos de Etxepare. Fundador de la Nueva Canción Vasca, Xabier y su potente voz han sido el espejo donde se ha mirado posteriormente la gran mayoría de los cantantes se esta tierra, algunos de los cuales hicieron suyos sus poemas, contribuyendo así a difundirlos y convertirlos en himnos representativos de la cultura vasca. Xabier Lete es maestro, y lo es por mérito propio, porque nadie como él ha sabido transmitir el sentir de un pueblo, dividido y enraizado al mismo tiempo, de un modo tan brillante y estremecedor.
Pero ante todo, debemos destacar su gran talla como poeta: profundo y fértil, vacía su alma en cada línea. Un poeta de imágenes aparentemente sencillas, que reflejan la riqueza y complejidad de su mundo interior y también, de sus circunstancias personales..
La experiencia de la enfermedad y el sufrimiento es la escuela más profunda de la sensibilidad humana.
Xabier Lete.
Por otra parte, Xabier fue una persona entrañable, amigo de sus amigos y muy querido en su entorno. Sufrió lo indecible sin perder en ningún momento sus ganas de vivir, su alegría. En capítulos posteriores hablaremos de su obra y de cómo la enfermedad, y sobre todo, el sentimiento de pérdida de los últimos años, marcaron un antes y un después tanto en su obra como en su vida personal.
En Urnieta y Xabier Lete daremos a conocer aspectos de su vida y personalidad desde el punto de vista de quienes lo conocieron y quisieron. Por ello, nos sumergiremos en su entorno para así «dibujar», humildemente y desde el respeto, la figura del ser humano que late bajo la piel del poeta.
Fotos de Xabier a principios de los ochenta.
En la primera foto, vemos a Xabier en una excursión a Munixko, cementerio neolítico que se encuentra a unos kilómetros de Besabi, falda del monte Adarra. En la segunda, en el jardín de su casa, en Urnieta (Fotos cedidas por Joxi Lizeaga).
Ez nau izutzen negu hurbilak (No me asusta el invierno inminente).
Letra: Xabier Lete. Música: Mikel Laboa.
El invierno como metáfora en la obra poética de Lete, que muestra en sus trabajos una imagen estoica de la muerte, afrontándola con resignación y naturalidad. «Morir es una costumbre» como diría Unamuno.
Urnieta y Xabier Lete
Esbozando a Xabier
Un aspecto popular: Gizon Arruntaren Koplak.
Gizon arruntaren koplak , (Coplas de un hombre corriente). Esta canción es una buena muestra del humor del Xabier de la primera época. El vídeo, un divertido homenaje del pueblo de Segura, ilustra paso a paso un tópico que refleja el transcurso de un día normal en la vida de un hombre corriente en la Euskal Herria de los años 70-80. Tópicos que a la postre, son fieles retratos de la realidad.
Entrevista. Esbozando a Xabier
Nacido en Oiartzun, Xabier pasó muchos años de su vida en Urnieta, pueblo cosido a cuestas y al amparo de la sombra del monte Adarra. Aquí, en la Urnieta de Xabier y Lulu, hallaremos lo que buscamos.
El ambiente es cálido, agradable. Se respira bienestar en esta espaciosa cocina baja, caldeada por la chapa, tan tradicional en los caseríos vascos. A mis pies, bajo la mesa, el perro pastor, tranquilo, silencioso. La voz de Miren, Mirentxu, plena y agradable, se impone a los ocasionales trinos del pajarillo, que desde su jaula, nos observa inquieto.
Estamos en Urnieta, en la cocina del caserío que hasta hace pocos años albergaba el Bar Juanito, propiedad de Miren y su marido, taxista en el pueblo. Hace aproximadamente una semana estuve hablando con él y le pedí que me contara un par de anécdotas sobre Xabier y gustosamente se avino a ello, aconsejándome, no obstante, que me dirigiera a su mujer, pues con ella había mantenido un contacto más estrecho al ser Xabier parroquiano de la taberna que ella regentaba.
Y dicho y hecho. Aquí estoy. A Miren la veo feliz, contenta de poder hablar sobre su amigo. En su opinión, es preciso recordar y divulgar el nombre y obra de Xabier Lete. Totalmente de acuerdo.
Esta entrevista se realizó originalmente en euskera, en un registro coloquial, por lo que al traducirla he decidido ser lo más fiel posible al original para reflejar su naturalidad y espontaneidad. El estilo aparentemente descuidado de la redacción es, por lo tanto, debido a este motivo.
Empieza nuestra conversación. Encima de la mesa hay un montoncito de fotos. “He estado buscando fotos de cuando Xabier jugó a fútbol en el equipo de aquí, del bar.” Haciendo un gesto con la mano, me sugiere que espere un momento: sale de la cocina por la puerta que comunica esta con la taberna y acto seguido, se presenta con un cuadro enorme. Lo deja sobre la mesa y entonces compruebo que es una ampliación fotográfica.
Mirentxu: –Le hicieron homenaje a Mattin II. No sé seguro en qué año murió. Por ahí tengo guardado el recordatorio. La noche en que murió, ¡casualidad!, Xabier Lete estaba aquí. Yo ví al hermano, “Pitillo”, en la plaza y salí corriendo y le pregunté: “¿Qué pasa?” Yo sabía que estaba muy mal. Y me dijo: “Se acabó”.
MoonMagazine: -Joven…
M: -Sí. Era muy joven. Veintiocho años. Muy joven. Y casualidad, Xabier estaba aquí. Por churro… yo qué sé… Y entonces, recuerdo, esa noche, me dijo completamente emocionado: “Miren, puedo llamar por teléfono?” Hizo todos los avisos desde aquí. Llamó a todas las radios. Xabier lo pasó muy mal, pasó muy malos momentos. Ya te digo, iba a todos los partidos. Siempre con los jóvenes. ¡Cómo se involucró en el mundo del deporte con este muchacho!
Este homenaje se lo hicieron a Mattin entre los amigos, pero él también estaba allí. Xabier consideraba a este chico como si fuera un hijo verdadero.
MM: -¿Desde cuándo conocías a Xabier?
M: -¿Yo? Unos treinta y cuatro años. Lo conocí un poco cuando yo vine aquí. Más tarde, cogí la taberna, hace 30 años ya. Desde entonces teníamos amistad. Venía mucho a la taberna.
Xabier era muy especial, ¿eh? -Mirentxu habla de Xabier con dulzura.
MM: -¿Sí?
M: -Sí. Muy especial. Era muy callado. Hablaba poco en contra de la gente. Yo le he escuchado pocas veces hablar mal de alguien.
MM: -No le gustaba criticar, menos meterse en la vida de los demás, ¿no?
M: -Nada, nada. Muy poco. Y siempre estaba dispuesto a ayudar a los amigos. Y también para la juerga.
MM: -Muy alegre…
M: -¡Mucho!
MM: -Juanito me contó, cómo una vez, se subió encima de una mesa a tocar la guitarra, y…
M: -Cuando estaba contento, era… ¡bueno, bueno! ¡Le salía una chispa de dentro! Y, ¡bueno! Nos reíamos a carcajadas –a medida que habla, los recuerdos le iluminan el rostro.
MM: -¿Te acuerdas de alguna historia?
M: -Yo me acuerdo que apareció una noche… ¡Fue una sorpresa…! La gente estaba cenando, y él, se subió a una mesa y empezó a hacer gestos, como si estuviera tocando la trikitixa. ¡Puso una silla encima de la mesa y empezó a tocar el acordeón! ¡Y qué bien lo hacía! ¡Cómo era!
Le encantaba andar por la plaza, paseaba de noche. De arriba abajo se la recorría. Muchas veces, la taberna solía estar abierta y pasaba… y según quien estuviera, se alegraba…y entonces ¡era tremendo! Ya te digo.
MM: -Juanito me decía que le gustaban mucho los platos que tú cocinabas. “¿Hoy qué hay para comer?” “Hemos matado un cerdo.” “Pues ya voy”. Que comía a gusto, aunque se llenaba enseguida. Le encantaban los caracoles, pero que no llegaba a comer más de media docena.
M: – Sí, sí, Xabier solía venir. Bueno, al poco tiempo de conocerle, se puso enfermo. Yo siempre he conocido a Xabier “enclenque”. Y cuando enfermaba, le daba una paliza tremenda. Era buen comedor, pero no podía, el pobre. La comida de aquí le gustaba mucho. La comida del caserío, la comida tradicional.
Los domingos al mediodía solía venir a la taberna. Nosotros comíamos en la mesa de atrás, toda la familia. Y él venía y nos decía: “¿Me dejáis sentarme aquí para ver cómo coméis?” ¡Solía venir para ver cómo comíamos los domingos al mediodía! ¡Cómo disfrutaba viéndonos comer, porque él no podía!
Bueno, tú ya cambiarás todo. No saques mi nombre, ¿eh? –añade con una sonrisa.
MM: -Luego ya hablaremos de eso…
M: -Hace unos siete años, Lurdes todavía vivía (se han cumplido ahora cinco años de su muerte), me pidió por favor que le hiciera un trozo de gallina guisada. Y solía venir al mediodía con una cazuelita pequeña a por caldo. ¡Le encantaba la comida de aquí!
MM: -Y el caldo, además, es bueno. Cuando tienes problemas digestivos… calentito…
M: -Solía venir a por nuestro caldo con un cacito. Le encantaba la comida nuestra –repite nuestra etxekoandre con cariño y orgullo. Carne cocida, tortilla de patata, pero el pobre no podía, comía poco, muy poco. Y cuando comía un poco más de la cuenta: “Ay Miren, no estoy bien”.
Echo un vistazo a las fotos que Miren ha sacado al principio. Supongo que tienen unos veinte años. Veo un Xabier melenudo, como en sus primeros años, portero de un equipo de fútbol compuesto por chicos jóvenes. Las camisetas, amarillas, esponsorizadas por el Bar Juanito.
M: -El pobre jugaba como portero. Solteros contra casados. Ahí estará –señalando las fotos con la cabeza–, como portero. Xabier era muy formal, y el primer trabajo era sacar a la gente de la cama. ¡Todos jóvenes! Tenían que ir al campo de fútbol que está enfrente de la ikastola para las ocho o las nueve de la mañana y la gente no se levantaba. Y entonces tenía que andar de casa en casa sacando a los jóvenes de la cama.
MM:–¡Jesus ene!
M: -Sí, ¿Xabier? Sí -para Mirentxu nadie sino Xabier haría algo parecido.
MM: -En las camisetas pone Edaritegia Juanito.
M: -Lo organizábamos aquí. Sí, poníamos camisetas y todo. Luego se hacía una cena -de pronto, Miren, se echa a reír. ¡Tengo una anécdota buenísima! Él era muy serio. Y el árbitro algo les hizo: pitó en su contra o algo así. Entonces a Xabier le entró una rabia de cuidado, cogió el balón bajo el brazo ¡y se fue para casa con su balón!
MM: -Y se acabó el partido.
M: –Y se acabó el partido.
Vuelvo a fijarme en las fotos que Miren ha sacado al principio. Supongo que tienen unos veinte años. Veo un Xabier melenudo, como en sus primeros años, portero de un equipo de fútbol compuesto por chicos jóvenes. Las camisetas, amarillas, esponsorizadas por el Bar Juanito.
MM: -Muy bueno. Miren, hablemos un poco sobre Lurdes. Le encantaban los niños, hizo un gran trabajo aquí en Urnieta…
M: –Hizo un gran trabajo con el teatro, enseñando “euskal dantzak”-danzas vascas. Solía venir otro chico desde Lasarte a ayudar a Lurdes. Mi hija y todas las chicas del pueblo aprendieron a bailar con Lurdes. Estaba muy metida también en el mundo de la Iglesia. Ella ponía el nacimiento cada año en la Iglesia. Solía hacer también un nacimiento “tipo viviente” en la ermita pequeña de la plaza. Xabier era serio, pero Lurdes, todavía era más seria, más reservada.
MM: -Xabier sería serio, pero muy alegre, al mismo tiempo…
M: -Muy alegre. Delante de la gente, serio, ¡bueno!, ¡Xabier! Pero luego, en su entorno, muy alegre. Y sabio. Muy sabio. Era muy reservado. Él era así -mientras hablamos Juanito entra en la cocina. Miren y yo estamos comentando el póster que difundió “Berria”.
M: -Cuando se fue Lulu, ya se acabó. Él quería estar al lado de Lurdes. Claro y limpio.
Xorittua, nurat hua bi hegalez airian?
Españalat juaiteko elhürrak dük bortian;
Juanen gütük alkharreki hura hürtu denian.
San Josefen eremita desertian gora da;
Españalat juaitia han da ene phausada:
Gibeliat so´gin eta asperena ardüra! Hasperena,
habilua maitenaren borthala:
Habil eta erran izok nik igortzen haidala;
Bihotzian
sar hakio, hura eni bezala.
“¿A dónde vas, pajarito, en (tus) dos alas por el aire?
Para ir a España, hay nieve en los montes;
Iremos juntos cuando se derrita.
Arriba en el monte está la ermita de San José;
Allí es mi descanso en viaje a España;
Mirando atrás frecuentes son los suspiros.
Suspiro, ve a la puerta de mi amada:
Ve y dile que yo te envío;
Éntrale en el corazón, como ella entró en mí.”
En Urnieta, junto a la casa de Xabier y Lurdes, hay un pequeño parque rodeado de
árboles. En su centro se alza, elegante y majestuosa, la estela que el pueblo erigió en recuerdo a
Lurdes Iriondo, a cuyos pies nunca falta un centro de flores. Grabados en su base, unos versos
pertenecientes a un antiguo romance de Iparralde dicen: “Xorittoa norat hoa, bi hegalez airean…?”
(“¿A dónde vas, pajarito, en tus dos alas por el aire?”). Estas hermosas palabras me inspiraron
a la hora de realizar el vídeo en homenaje a Lulu. Su casa, los mosaicos hechos por ella, las
mimosas y camelias (sus flores preferidas), el pueblo, su guitarra y su silla… Todo expresa el vacío
que han dejado entre nosotros.
Canción: “Xorittua”. Disco: “Goazen lagun”
Voz: Arantxa Irazusta Arreglos, piano, sintetizadores y acordeón: Joxan Goikoetxea
Juanito: -Aquí parece un actor de cine.
M: -¿Aquí? Aquí parece un intelectual. Esa mirada no me gusta en Xabier. A mí me gusta en esta otra, él era así, así –señala la segunda foto, la que está en color.
J: –Le llamaban “etsaia”, una mirada de asesino … ¡“Etsaia”, sí! Entre nosotros, el demonio. Así le llamábamos “Pitillo” y yo –suelta una sonora carcajada.
En los pueblos, y entre amigos, es muy corriente asignar motes. Xabier era una persona de carácter, profundo y serio en su imagen pública, siempre absorto en sus pensamientos. Yo, como Miren, me quedo con la sonrisa que Xabier muestra en la siguiente fotografía , una sonrisa llena de dulzura: la de una persona entrañable, cariñosa y muy familiar. Su sobrina, Inma, me contaba que Xabier tenía mucha gracia relatando anécdotas, podía hablar sobre cualquier tema y disfrutaba con ello en las sobremesas en su casa, a las que no faltaba ningún domingo.
Los ojos de Miren se vuelven hacia la gran fotografía del homenaje a Mattin II y comenta:
M: -El pelotari Mattin II. Lo quería como a un hijo. Cuando Xabier empezó a llamar a las emisoras, todas le hacían la misma pregunta: “Pero Xabier, ¿será verdad?” Se murió tantas veces: tuvo una agonía terrible. Cáncer de médula. Seis meses, se acabó.
El homenaje se lo hicieron en Marizulo. Era jueves. Bajaron al pueblo, despertaron a todos. ¡Armaron la de Cristo! ¡Con trikitixa y todo! ¡Todo el mundo despierto en la calle, riñéndoles desde los balcones!
J: -¡Este movía todo! Oye Miren, ¿tú te acuerdas de Ez Dok Amairu?
M: -Algo, Juanito, algo. Éramos muy jóvenes.
MM: -Los cantos tras el funeral… debió de ser muy emocionante.
M: -Eso fue terrible. ¡Terrible! Empecé a entrar en la Iglesia a las seis y diez… y no se podía entrar. Llena, llenísima. ¡Eso a las seis y diez! El entierro era a las siete. Y entonces pensé: no soy capaz de estar de pie. Y me fui a casa. La gente estaba fuera, cuando los entierros son muy concurridos, la gente se pone fuera. Terminó todo y ya casi todo el mundo se había ido… y de botepronto: ¡la canción de Xalbador! ¡Debajo de la Iglesia! Todo el mundo cantando. Yo salí de casa y también todos los vecinos nuestros (su casa y la Iglesia están una enfrente de la otra).
Aquello fue lo más emotivo. Para mí, “lo más”.
MM: -No había canción más significativa que “Xalbadorren Heriotzean” para despedir a Xabier.
M: -Mira, a Xabier no le gustaba, si no era por asunto de trabajo, cantar sus canciones. Igual eran las fiestas del pueblo y había que poner sus canciones en cassette.
Yo he visto a Xabier, desde que le conocí, cómo se iba apagando… su voz. ¡Si lo hubieras visto cuando empezó con Lurdes! La potencia de su voz…. Para mí, eso me marcó. Me llamaba mucho la atención. Y luego en invierno… Yo le decía muchas veces: “Tú, Xabier, como los gatos. Tú en invierno te mueres». En invierno era un cadáver. Y luego, en primavera, como cuando empiezan las flores y las hojas, él empezaba a activarse.
MM: –El invierno es símbolo de muerte en su obra.
M: -Es verdad. Se moría en invierno. Y luego, cuando empezaba a moverse la primavera, él también empezaba a moverse. ¡Cuántas veces decíamos entre nosotros: “esta vez, Xabier no va a salir”.
Tras un silencio, Miren sigue hablando en un tono más alegre.
Le gustaba mucho irse a Navarra, a Óbanos. ¡Aquello era vida! No era un viajero mundano, de mundo. Le gustaba lo de aquí, lo de alrededor.
Luego, su muerte fue terrible. ¡Cómo la planificó!
Tú tenías que conseguir hablar con el médico que le trató en toda su enfermedad. Escribió un poema que luego leyó en su funeral.
Y finalmente, en tono de reflexión añade, mirando con cariño la foto de Xabier:
Xabier no hablaba. Xabier no contaba.
7-XII-2010. Tras finalizar la misa funeral en honor a Xabier Lete, los allí presentes entonaron bajo los arcos de la iglesia de San Miguel de Urnieta su “XALBADORREN HERIOTZEAN” en sentido homenaje al poeta. Fue iniciativa de los cantantes de Iparralde allí congregados, entre los cuales, podemos ver a Pier Paul Berzaiz, Jean Mixel Bedaxagar, Erramun Martikorena y Niko Etxart.
Finalizaron este emotivo y espontáneo acto con un emocionante “AGUR JAUNAK”.
Félix Zubia, médico de Xabier, cantó estos versos escritos de su puño y letra en las exequias. La melodía, de Ez nau izutzen negu hurbilak; al acordeón, Joxan Goikoetxea.
Ez nau izutzen esan zenigun, begietara begira. Ez nau izutzen esan zenigun, begietara begira. Negua dator nere albora, bukatu da nere bira. Gustora noa pake pakean, Lurdes dagoen tokira. Nerekin dago, soma dezaket irrifar batez ari da. Zure gaitzean ze duintasuna, zure hitzetan dizdira. Hartu atseden alboko gelan aitarekin erretira. Eman arnasa, lagun zaiguzu goiza gauaren segida. Egun batean gure arimak berriz elkartuko dira. Eman arnasa, lagun zaiguzu goiza gauaren segida. Egun batean gure arimak berriz elkartuko dira.
No me asusta nos dijiste, mirándonos a los ojos. No me asusta nos dijiste, mirándonos a los ojos. El invierno viene a mí, ha terminado mi viaje. Me voy a gusto, en paz, al lugar donde está Lurdes. Está conmigo, la puedo sentir, está sonriendo. Qué dignidad en tu enfermedad, brillante luz en tus palabras. Descansa en la estancia contigua en retiro con el padre. Exhala el último aliento, ayúdanos en la mañana que sigue a la noche. Algún día nuestras almas volverán a encontrarse. Exhala el último aliento, ayúdanos en la mañana que sigue a la noche. Algún día nuestras almas volverán a encontrarse.
Jaso nazazu maitea azken egunean/
Zatoz nere bidera eta adeitsu, irriz, dei nazazu nere izenez/
Ni ere erruki handian salbatua izan nadin/
Salbatuak elkarrekin eta maitasunean glorifikatuak betirako.Xabier Lete.
Acógeme, mi amada, en mi último día/
Sal a mi camino, y afable y sonriente, llámame por mi nombre/
Para que yo también me salve con tu compasión/
Yo con los demás, todos glorificados para siempre en el amor.Xabier Lete.
Urnieta y Xabier Lete.
Todos los derechos reservados.
https://youtu.be/RQ5wI8mtfgk
Días y noches,
veranos e inviernos,
la desesperación más oscura,
horas de felicidad,
heridas de la vida,
objetivos perdidos,
las caricias más tiernas,
caminos errados,
se sucedian,
mientras nos protegiamos mutuamente.
Rocío de la mañana,
las flores en la mañana,
el aliento y los colores del mar,
ciudades remotas,
preciosos paises,
El último acorde,
de una hermosa musica,
palabras de amor,
escondidas en nuestro interior.
Cogidos mano con mano,
caímos al vacio,
como un torrente,
cae montaña abajo,
nuestro propio dolor,
nuestro propio placer,
Me convertiré en sombra,
si tu te apagas,
sombra de tu sombra,
como la misma nada.
El limite más duro,
tener que morir un dia
tras atravesar este mundo,
el aroma de menta negra,
tu sonrisa..
gozarlo para siempre,
es mi sueño.
en los jardines del cielo,
si realmente existe..
Lan zoragarria…!!!
Milesker Txaro
Eskerrak zuri!!